El envejecimiento y los malos hábitos de vida han triplicado las muertes por enfermedades asociadas a la hipertensión en la provincia en una década, que han alcanzado el registro más alto desde que hay datos. En 2008 ésta fue la causa de 196 fallecimientos en los municipios alicantinos, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que una década más tarde la cifra ascendió a 564. De esta forma se superaron los 536 óbitos del año 2013, que hasta ahora eran el máximo histórico. Seis de cada diez de estos fallecimientos fueron mujeres.

Los números son bajos en sí mismos, y a simple vista podría parecer poco relevante el mencionado incremento, teniendo en cuenta que en 2018 fallecieron 16.270 personas en la provincia de Alicante. Sin embargo, si se analizan en términos relativos sí se observa cómo la hipertensión tiene una incidencia cada vez mayor. Así, si las muertes asociadas a esta patología fueron un 1,41% del total en 2008, una década después supusieron un 3,47%. Este aumento va en consonancia con una mayor presencia de estas enfermedades entre la población, sin necesidad de que lleguen al extremo de fallecer los pacientes. Lo corrobora otra estadística del INE, la de morbilidad hospitalaria, que cifra en 5.936 las estancias en centros sanitarios por esta causa en 2008 y en exactamente un millar más en 2017, dato más reciente disponible en este caso. En esos nueve años, por tanto, se produjo un aumento de casi el 17%.

Además, no se trata de un fenómeno exclusivo de la provincia de Alicante, sino que puede extrapolarse a toda la sociedad española y, probablemente, a las de los países occidentales en general. En la Comunidad Valenciana, las muertes por enfermedades hipertensivas han pasado en la última década de 747 a 1.439. O, en términos cualitativos, de un 1,86% a un 3,17% del total. La incidencia de estas patologías es con ello algo mayor en la provincia que en el conjunto del territorio autonómico, y supera también a la de toda España, donde en cualquier caso ha subido también de manera bastante significativa, de 7.654 a 12.496 en diez años; porcentualmente, del 1,98% al 2,92%.

Un mayor sedentarismo

Todos estos datos ponen de manifiesto cómo la hipertensión está cada vez detrás de un mayor número de fallecimientos. La patología no es en sí misma mortal, pero sí ejerce una influencia decisiva en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares que sí pueden terminar en un fallecimiento, como recuerda el jefe de Cardiología del Hospital General de Alicante, Juan Gabriel Martínez. El profesional recuerda que tener la tensión alta «da más probabilidades» de padecer una de estas dolencias, como infartos o ictus, y que se suma a otros factores de riesgo como el consumo de tabaco, una alimentación inadecuada o la falta de ejercicio.

Al respecto, Martínez señala que «la población es cada vez más sedentaria y cómoda, y la alimentación es peor», lo que incrementa la posibilidad de padecer hipertensión. Al mismo tiempo, «el envejecimiento da más predisposición a padecer enfermedades crónicas». Por ello, «al vivir más, estamos más expuestos» a esta patología en particular. En este sentido, el jefe de Cardiología del Hospital General recuerda que en torno a un 40% de la población de más edad es hipertensa y, de ellos, «un tercio no lo saben y otro tercio no están controlados», lo que puede acarrear un problema grave en un momento dado. Además, se da el problema de que «no aparecen síntomas hasta que no se ha desarrollado mucho», y por lo general la tensión alta viene acompañada de las dolencias cardiovasculares que sí pueden ser una causa directa de fallecimiento.

El envejecimiento y los malos hábitos derivados del sedentarismo han contribuido a incrementar los casos de hipertensión, pero «tampoco hay una causa concreta para que aparezca», sino que puede depender de varias circunstancias y, además, a los «factores higiénico-dietéticos» se suma en muchas personas el hereditario. Martínez señala que «afortunadamente hay más concienciación sobre el ejercicio físico», que contribuye de manera importante a frenar la incidencia de estas patologías. No obstante, el solo hecho de la cada vez mayor longevidad hace pensar que la población hipertensa seguirá aumentando.

Mayor relevancia del alzheimer y los trastornos mentales asociados a la vejez

Las patologías relacionadas con el deterioro de la persona en la última etapa de la vida eran irrelevantes hace 40 años

La hipertensión no es la única dolencia donde se está reflejando la cada vez mayor longevidad de la población y el avance del envejecimiento. En 2018 se alcanzó un máximo histórico de fallecimientos por alzheimer en la provincia, con 688 casos. A ellos se suman otras 644 producidas por trastornos mentales seniles y preseniles, una cifra sólo superada en los años 2015 y 2017. Entre ambas causas suman más de un 8% de todas las muertes acaecidas en 2018 en los municipios alicantinos.

Ambas causas de mortalidad están en un aumento casi continuo desde 1980, fecha de los datos más antiguos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre esta temática que pueden consultarse en internet. Hace 40 años no se contabilizó ninguna muerte por alzheimer en la provincia, y sólo 11 por trastornos mentales asociados a la vejez. El primer fallecimiento por la primera de esas causas consta en 1981, pero los siguientes ya se reflejan en la estadística de 1984. No fue hasta 1989 en que la mortalidad del alzheimer comenzó a ser significativa, al igual que la de las patologías relacionadas con el deterioro mental de la persona al final de la vida, las cuales superaron por primera vez el centenar en 1990.

En paralelo, la mayor esperanza de vida de la población se hace ver también en el descenso de muertes por senilidad, es decir, por el deterioro de la persona a la vejez, sin más. Desde el año 2000 están estabilizadas en unos 90 casos anuales en la provincia, mientras que a principios de la década de 1980 se sobrepasaban con holgura los 200 cada año.