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El riesgo de la frustración

Psicólogos, sociólogos y publicistas advierten de que las expectativas elevadas a la hora de regalar pueden ocasionar decepciones evitables

Un niño rodeado de artículos de telefonía móvil y ordenadores, muy deseados por los menores. ALEX DOMÍNGUEZ

Los psicólogos coinciden en que los padres deben preguntar a los menores por qué creen necesitar el móvil más caro, la tablet de última generación o la plataforma de juegos de moda razonando de una manera lógica, hablándoles desde pequeños de economía en los términos en que puedan entenderla y del impacto que un gasto desorbitado puede tener en los meses siguientes a la Navidad en el presupuesto familiar. Estos expertos coinciden con sociólogos y publicistas en que las expectativas demasiado elevadas a la hora de regalar pueden ocasionar decepciones que se pueden evitar compartiendo en familia más tiempo libre.

Enrique Madrid, psicólogo y experto en adicción a las nuevas tecnologías que trabaja en la unidad de Mislata, considera una responsabilidad de los educadores y los padres intentar que los menores elijan juguetes creativos, manipulativos y con los que se pueda jugar en familia. «Sentirse mal el padre se va a sentir», señala en referencia a los que no puedan regalar a sus hijos los regalos caros que piden. «La frustración no es negativa, la vida nos frustra continuamente. Para ser adultos tenemos que aprender a gestionarla. Si no les ayudamos a hacerlo desde pequeñitos, los vamos a convertir en adultos hedonistas».

Antonio Castaños, psicólogo de la asociación Vida Libre, sostiene que los padres que se frustran por no poder regalar a sus hijos todo lo que desean, «se marcan objetivos irracionales. Hay que marcarse las metas y objetivarlas, explicarle al niño que un gasto de 1.000 euros en un móvil va a suponer, por ejemplo, un 10% del dinero de la familia durante meses y eso no se lo pueden permitir». Según Castaños, el problema es cuando convertimos un objeto en una necesidad porque socialmente hay una tendencia a equipararnos a los demás en lo más alto. «Realmente necesario solo es respirar, comer y dormir».

El psicólogo Antonio Cuevas considera que es un problema de límites, «las campañas salvajes de marketing llevan a la gente a pedir préstamos para los regalos, las vacaciones, la comunión. No se educa en la cultura del esfuerzo a los menores para evitarles traumas y es un error». La socióloga de la Universidad María Jiménez apela a evitar gastos desorbitados que crean desigualdades y destaca el papel formativo de las escuelas en el consumo responsable. La publicista Ana Espadas reconoce que las agencias de publicidad tienen una responsabilidad desde el punto de vista ético en cómo las campañas influyen en los hábitos de compra y considera que los creativos deben ser un motor de cambio para una comunicación con sentido común y más sostenible.

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