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Uno de cada cuatro residentes en la provincia superará los 65 años en 2033 por el envejecimiento de la población

Economistas y sociólogos consideran que el aumento de las personas mayores obligará a subir impuestos y a depender de los flujos migratorios para hacer frente a las pensiones y mantener el nivel de bienestar

Un anciano camina por una calle de Alicante, en una imagen de archivo. áxel álvarez

Una población cada vez más envejecida. Y la tendencia es imparable. Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, en la provincia de Alicante habrá en el año 2033 cerca de 520.000 personas mayores de 65 años, lo que supondrá el 25% de la población. Actualmente el peso de la población en edad de jubilación es del 19,7%.

El incremento en la esperanza de vida y el paulatino descenso de la natalidad están detrás de este aumento de la población mayor que promete cambiar el panorama social y económico de la provincia de Alicante. Para el economista Ignacio Jiménez Raneda, la consecuencia más directa de este envejecimiento de la población es el aumento del gasto social. «Va a haber un mayor desembolso en pensiones y más gasto sanitario, derivado de atender a una población más mayor y con más enfermedades». Para compensar este mayor gasto social, Jiménez Raneda, cree que es necesario aumentar los impuestos. «Es impopular, pero es una consecuencia de los hechos que se están dando». Además, recuerda el ex rector de la Universidad de Alicante, «la recaudación impositiva per cápita en España es menor que la media de los países del euro, por lo que aún hay cierto margen». Este aumento de los impuestos, zanja Raneda, «es esencial para poder mantener el nivel de bienestar actual».

Para poder hacer frente al gran gasto en pensiones que se avecina, junto al aumento de los impuestos, Jiménez Raneda hace hincapié en el hecho de que la productividad económica «debe aumentar en los próximos años». Una economía que seguro cambiará al compás de esta mayor presencia de población mayor. «Se desarrollarán más sectores ligados al envejecimiento». Jiménez Raneda no teme que el peso económico de la provincia se pueda ver mermado por esta tendencia demográfica, «ya que es algo que está ocurriendo en toda España, por lo que el peso que podamos perder será proporcional al que pierdan otras zonas del país».

Alicante atraviesa lo que los expertos llaman un invierno demográfico. Durante el pasado año nacieron en la provincia 14.161 niños, mientras que el número de personas fallecidas ascendió a 16.270, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística. Es el saldo negativo más destacado desde 1941, cuando comenzaron a elaborarse registros, y el segundo año en que mueren más personas que nacen en la provincia. La tendencia en 2019 parece que se mantiene, ya que en los seis primeros meses del año nacieron 6.542 niños y murieron 8.180 personas.

Esta situación obliga, según los expertos, a que la provincia siga tirando de la población extranjera para poder mantener su nivel de bienestar social. Según la economista y profesora en la Universidad de Alicante, Paloma Taltavull, el ritmo de llegada de población extranjera no sólo se mantiene, «sino que va al alza desde que la economía comenzó a recuperarse».

Este aporte que hacen los flujos migratorios a la población está permitiendo, según el sociólogo y decano de la Facultad de Economía, Raúl Ruiz, que la población en la provincia de Alicante siga creciendo pese a este descenso de la natalidad. Ruiz prefiere ver esta tendencia al envejecimiento de la población como un éxito de la sociedad, «ya que el hecho de que cada vez vivamos más años significa una democratización de la supervivencia». La misma situación que se da en Alicante se repite, según Ruiz, en otros países avanzados de nuestro entorno. «Hay que afrontar las consecuencias de este envejecimiento, pero sin lanzar un mensaje negativo».

En lo que también coinciden todos los expertos consultados es en la necesidad, urgente, de poner en marcha políticas que incentiven la natalidad. «Hay que adoptar políticas públicas de apoyo a las familias, ver qué necesitan las mujeres para que se animen a tener a sus hijos antes. Un ejemplo son las escuelas infantiles gratuitas de 0 a 3 años», señala Jiménez Raneda.

Para Paloma Taltavull, los niveles tan bajos de natalidad se mantendrán mientras no se pongan en marcha medidas reales de conciliación laboral. «Vivimos en una sociedad muy dura, en la que se nos exige todo, pero no se nos da nada a cambio». En este sentido, la economista y profesora de la Universidad de Alicante envidia la situación de otros países de nuestro entorno, «donde hay más facilidades para las madres y mayor comprensión por parte de las empresas».

Según los últimos datos del INE, Alicante registra la tasa de natalidad más baja de la historia. Con 7,66 nacimientos en el año pasado por cada 1.000 habitantes, es la cifra más baja de la historia y es todavía peor que la de 2017, cuando fue de 8,18 nacimientos. Las alicantinas tienen su primer hijo a los 30,5 años de media y en la provincia se tienen 1,26 hijos por mujer de media.

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