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Una ciudad de colchones y muebles en plena calle

Las aceras y descampados se convierten en un vertedero urbano por culpa de quienes abandonan los residuos y por las carencias del servicio

Una ciudad de colchones y muebles en plena calle

Un bote de pintura, una silla y un colchón esperan durante días a que alguien los recoja, apoyados en un contenedor de la avenida Padre Esplá, una de las zonas más transitadas de Alicante. Esta imagen se repite a lo largo de la ciudad. Aceras y descampados se han convertido en un «vertedero urbano» por culpa de quienes deciden «abandonar» estos residuos, sin avisar para su recogida, según denuncian los vecinos. Así, mesas y electrodomésticos se acumulan en las calles de algunos barrios formando una desagradable estampa que puede permanecer a la vista de los viandantes día y noche.

«Aparecen muchos cascotes, persianas, armarios de cocina, puertas. Si no informamos al servicio de limpieza puede pasar hasta tres días. Hay veces que es una vergüenza», explicó Carmen Cobela, presidenta de la Asociación de Vecinos del Pla.

«Es una cuestión continua. Hemos observado que últimamente el tema de los colchones en la calle ha crecido y los restos de obra también», añadió Cobela. La portavoz del barrio alicantino hizo hincapié en la necesidad de mejorar las vías de información para que los vecinos conozcan cuál es el número de recogida gratuito: «El otro día enviamos a nuestros socios información sobre el teléfono gratuito de recogida del Ayuntamiento, para que lo difundan entre sus conocidos por si alguien lo necesita, que sepa donde acudir».

Sin embargo, la portavoz reconoce que «antes eran más efectivos que ahora, no sabemos por qué, pero tardan más en retirar los enseres». Como alternativa, la asociación de vecinos impulsa iniciativas entre los ciudadanos para lograr una mayor sensibilización: «Iniciamos una campaña de recogida de información entre los vecinos para ver cómo ven el tema de la limpieza en el barrio y hemos vuelto a reiniciarlo viendo que la situación, lejos de mejorar está peor».

Por su parte, el Ayuntamiento de Alicante informó que el Ecoparque, un lugar donde depositar este tipo de enseres, recibe más de mil alicantinos al mes. En una ciudad que cuenta con 331.577 habitantes censados son muchos los que continúan sin hacer el recorrido hasta la carretera de Elche, donde está ubicado el centro de reciclaje. Así, los datos desprenden que solo el 0,3% de los vecinos de Alicante trasladan sus enseres domésticos hasta el centro de reciclado.

Un Ecoparque mal ubicado

El coordinador de Ecologistas en Acción, Carlos Arribas, explicó que «el problema de base del Ecoparque es su ubicación, está muy mal ubicado, lejos del núcleo urbano y eso lo convierte en un fracaso». Arribas señala dos frentes en este conflicto: «Es un continuo de infidelidades, por un lado hay personas que abandonan los enseres en cualquier sitio o los arrojan al contenedor gris; pero también se debería facilitar a los ciudadanos la realización de esta acción».

El portavoz coincide con los vecinos y destaca además la falta de información: «El reciclado de residuos especiales es uno de los grandes olvidado, necesitamos información más fluida para que el ciudadano sepa lo que hacer y no tenga esas ideas. No digo que no puedan mirarlo en alguna página web, pero ya tienen que buscarlo, no llega directamente a ellos». Asimismo, el experto aporta alternativas como el sistema de recogida puerta a puerta, que el Consell instó a implantar antes de 2021; y bocas de contenedor más estrechas «donde sólo quepa la bolsa de basura, he llegado a ver botellas de butano dentro». «Los Ecoparques móviles son muy buena iniciativa, pero veo pocos por Alicante, los vecinos tampoco saben muy bien cuándo los ponen y en qué zonas», concluyó Arribas.

El edil de Limpieza del Ayuntamiento de Alicante, Manuel Villar, visitó las instalaciones del ecoparque y pidió a los alicantinos que «no dejen de llevar sus residuos domésticos voluminosos a esta instalación y evitar abandonarlos en lugares apartados donde se produce un daño severo al medio ambiente, perjudica la imagen de la ciudad y a los vecinos que habitan en las inmediaciones, además de exponerse a sanciones que pueden alcanzar los 3.000 euros».

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