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La ansiedad acapara la mayor parte de las consultas en salud mental, que crecen un 17% en solo un año

Los expertos advierten de que si no se trata a tiempo, este trastorno puede desembocar en una depresión grave

Las citas en salud mental suman 49.000 casos más, la mayoría por ansiedad

Trabajadores que no llegan ni a los 800 euros mensuales, temor a perder el trabajo pasados los 50 años, redes familiares cada vez más débiles. El frágil entorno económico y social está provocando un aumento vertiginoso de los problemas de ansiedad en la provincia de Alicante. Así se refleja en los datos de actividad de las unidades de Salud Mental de los distintos departamentos sanitarios de la provincia, que en tan sólo un año han atendido casi 49.000 consultas más, según se refleja en la última memoria de la Conselleria de Sanidad publicada recientemente. Buena parte de este aumento de consultas tiene detrás la ansiedad. Es más, en la provincia hay 463.320 personas diagnosticadas de un problema mental, la inmensa mayoría de ellos, 341.387, son atendidas por ansiedad. Una cifra que supera con creces a la suma del resto de diagnósticos, como esquizofrenia, delirios o trastornos de la personalidad.

Los especialistas tienen claro la causa de que la ansiedad siga acaparando buena parte de su tiempo de consulta. Para Ana Sánchez, vicesecretaria en la Comunidad Valenciana de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, «la reforma laboral ha marcado un hito en este terreno, que se traduce en empleos cada vez más precarios y en un miedo de los trabajadores a perderlos». A juicio de esta profesional, los trabajadores se han quedado totalmente desprotegidos y la brecha social entre clase alta y población en riesgo de pobreza es cada vez más amplia, lo que está repercutiendo en su salud mental de esta última.

Problemas laborales a los que el responsable de Psiquiatría del Hospital General de Alicante, Enrique Pérez, suma el reciente fenómeno de la soledad. «Nuestro estilo de vida hace que la gente esté cada vez más sola, en general hay una falta de apoyo social y las redes familiares son cada vez más débiles». A este cóctel de problemas, Pérez añade otro. «El estilo de vida actual nos marca que tenemos que ser felices a toda costa: viajar, tener buenos trabajos, buenos sueldos... nos exigen el máximo, pero con una base muy precaria». Todo aderezado con las redes sociales, un escaparate perfecto de la felicidad donde, sin embargo, nada es lo que parece.

La baja tolerancia hacia la frustración también se esconde detrás de muchos de los casos de ansiedad que llegan a las consultas. «Hay menos tolerancia hacia las dificultades de la vida diaria. Tener malestar ante la pérdida de un ser querido o de un empleo es una reacción sana, pero en general la gente no tiene herramientas para afrontar esas situaciones o sencillamente no quieren estar triste», afirma María Ángeles Torres, psicóloga de la Unidad de Salud Mental Florida-Babel, en la ciudad de Alicante. Esta profesional también incide en que la soledad está agravando estos casos que les llegan a la consulta. «Están aislados, no se relacionan con nadie, lo que dificulta el manejo de la ansiedad».

Para Ana Sánchez tampoco hay que perder de vista las desigualdades de género como un factor que influye en el aumento de asistencias por ansiedad. «Las mujeres tienen que llevar todo el peso de la casa, los hijos y el trabajo en un país en el que apenas se concilia». La violencia hacía la mujer es, a su juicio, otro factor desencadenante.

En cuanto al perfil de los pacientes, la ansiedad parece que no distingue por sexos ni por edad. «Afecta a población de todas las edades, aunque quizás en el grupo que más está aumentando sea en el de los ancianos, en su caso agravado por la soledad», señala María Ángeles Torres.

Uno de los mayores problemas de no actuar a tiempo es que la puede llegar a cronificarse, desembocando en un problema de depresión, mucho más difícil de superar para el paciente.

En unidades de salud mental, como la de Florida Babel, debido al aumento de la demanda, se han empezado a organizar grupos de pacientes con el objetivo de que aprendan habilidades para manejar la ansiedad. «El objetivo no es evitar la ansiedad, si no aprender a manejarla», explica Torres. Aprender estrategias para tolerar las frustraciones «y no ver las emociones como una amenaza».

Acompañando este aumento en el número de consultas por ansiedad, la venta de medicamentos para tratar este trastorno se ha disparado en la provincia de Alicante. En los últimos años se emitieron a través de la Seguridad Social 2,2 millones de recetas de los diez fármacos más consumidos para tratar problemas psicológicos menores, lo que supone un aumento del 31% respecto a las 1,7 millones de recetas dispensadas en el año 2008 al inicio de la crisis.

Sin embargo, todos los especialistas consultados consideran que esta medicación debe ser el último recurso para tratar la ansiedad. El tratamiento con benzodiazepinas, como el Ordinal o el Transimitan, genera a largo plazo no pocos problemas, entre ellos la posibilidad de generar dependencia, el aumento de accidentes de trafico, un mayor riesgo de caídas y fracturas de cadera y un deterioro de memoria en las personas mayores, según un informe de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria.

Sin embargo, la falta de tiempo en centros de salud y unidades de salud mental hace que a veces sea más sencillo firmar una receta de uno de estos medicamentos que abordar el problema desde otras perspectivas que requieren de más minutos por paciente. «En las Unidades de Salud Mental de la Comunidad Valenciana y de buena parte de España seguimos por debajo de la ratio europea en psicólogos y trabajadores sociales, lo que muchas veces se palia con el uso de fármacos», advierte Ana Sánchez. Como dato a tener en cuenta, la responsable de la AEN asegura que somos el país de Europa que más ansiolíticos consume, «además de que en muchas ocasiones quienes atendemos a estos pacientes no nos sentimos satisfechos porque o llegamos a las terapias más adecuadas para estos caso».

En los centros de salud las consultas por ansiedad también se han disparado en los últimos años. María Ángeles Medina, presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, también tiene claro que la solución a este problema debe estar lejos de las pastillas. «La autoayuda y los recursos propios del paciente son esenciales. A veces se trata de recetar un viaje o una película y no recurrir a los ansiolíticos».

En la consulta de Medina son muchos los pacientes que llegan pidiendo medicación, casi siempre con el trasfondo de un problema relacionado con el trabajo. «Nos piden una pastilla para no sentir. Yo les explico que si les receto ansiolíticos en un par de semanas van a tener dos problemas: el laboral y la dependencia que les va a provocar la medicación». También la falta de tiempo es una limitación importante para los médicos de familia que se enfrentan a este tipo e casos. «Es cuestión de priorizar. Al paciente que lo necesitas le dedicas todo el tiempo que sea necesario, a costa de que ese día te marches a tu casa un poco más tarde».

Junto a los pacientes agobiados por temas laborales, Maria Ángeles Medina suma otro colectivo que también está sufriendo los estragos de la ansiedad, los cuidadores de personas dependientes. «¿Quién cuida del cuidador?», se pregunta la representante de los médicos de familia. «Hay personas ya mayores que cuidan de sus padres, que sufren tal grado de deterioro que tendrían que estar en una residencia».

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