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Contracrónica

La paradoja de las parejas extrañas

Resulta evidente que Sanguino y Natxo Bellido no se soportan; y que el portavoz del PSOE y el de Vox se aprecian

La paradoja de las parejas extrañas

Cuando usted lea estas líneas faltarán solo nueve días para las elecciones generales. En el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Alicante, la campaña electoral comenzó ayer con mucha antelación, a las 9:48 horas, en un pleno que concluyó a las 19:20 horas. Los ediles alicantinos, al parecer rigurosos con la dieta de las cinco comidas diarias, no perdonaron la media hora de receso para el aperitivo ni la hora y media para comer. Afortunadamente, lograron cerrar el debate a una hora propicia para la cena.

Era el debate plenario anterior a las elecciones y con eso está dicho todo. Los ediles de todos los partidos políticos sin excepción trataron de exhibir sus mejores plumas e iniciaron la danza del cortejo para atraer a los electores a su ascua. Los progresistas demandaron colegios, actuaciones en barrios deprimidos y un plan de inclusión. Los conservadores contraatacaron con las fiestas locales para el próximo año y los trámites para que la Semana Santa sea Fiesta de Interés Turístico Nacional; y las Hogueras, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Y, por supuesto, Cataluña.

¿Cómo no iban a pronunciarse los políticos alicantinos sobre Cataluña, la sentencia del procés y la violencia callejera? El PP y Ciudadanos, por una parte; y Vox, por la suya. Los grupos del gobierno local contraviniendo, incluso, el acuerdo por el que se descarta presentar declaraciones institucionales de ámbito nacional e internacional. Fue un trámite de veinte minutos -que el secretario del Ayuntamiento (ausente ayer) desaconsejó por escrito-, en los que la portavoz popular, María Carmen de España (PP), y la vicealcaldesa, María Carmen Sánchez (Ciudadanos), destinaron más tiempo a justificar el porqué se trata el asunto en Alicante que a convencer.

«Hubo desplazamiento de policías y guardias civiles alicantinos», defendió De España. «Son muchos los alicantinos que viven en Cataluña, y otros muchos quedaron atrapados en el aeropuerto de El Prat por las protestas», dijo Sánchez, quien acabó zanjando la cuestión con algo evidente: «Alicante es España y Cataluña también es España».

Si las concejalas confiaban en atrapar en un descuido a algún independentista en el Salón de Plenos alicantino, no tuvieron éxito. El PSOE votó a favor, mientras Compromís y Unidas Podemos se negaron a votar, por lo que por imperativo legal su voto constará como abstención. Sin traumas.

La Corporación que tomó posesión el pasado junio no es como las anteriores. Se atizan verbalmente con menor intensidad, son correctos, educados y en el pleno se comportan como unos auténticos gentleman. Baste con decir que el portavoz del PSOE, Francesc Sanguino, se ofendió porque el alcalde, Luis Barcala (PP), le tildó de «ingenuo», y exigió una rectificación. Barcala se disculpó.

La contemplación del comportamiento de los concejales cuando no se sienten observados depara paradojas y extrañas parejas políticas. La química personal que trasciende a la política. Resulta evidente que el socialista Sanguino y el portavoz de Compromís, Natxo Bellido, no se soportan; que Sanguino y el portavoz de Vox, Mario Ortolá, se tienen aprecio. Ambos conversaron, cuchicheando, creyéndose a solas en uno de los recesos del pleno. Sanguino apoyando su mano sobre el hombro de Ortolá y éste correspondiendo cogiéndole del codo. «Me debéis una», se le pudo escuchar al de Vox, a quien el concejal de Compromís, Rafael Mas, llegó a definir como «el señor del rincón».

Congenian los concejales Xavier López (Unidas Podemos), Adrián Santos y Antonio Manresa (ambos de Ciudadanos), hasta el punto de compartir ejercicio en el gimnasio. Esto último se descubrió gracias a la vicealcaldesa. María Carmen Sánchez (Cs) quiso descalificar al edil de Unidas Podemos reprochando que «usted va al gimnasio en horario laboral». El intento de descalificación le golpeo a la edil como un bumerán. «Pues la mitad del grupo de Ciudadanos viene conmigo al gimnasio», señaló con sorna el de Podemos, mientras enrojecían hasta la raíz del cabello Santos y Manresa.

Los debates políticos locales tienen sus seguidores. Miguel Ángel Pavón, exedil de Guanyar, por ejemplo, no se pierde detalle gracias al streaming. Otros prefieren acudir en persona al Ayuntamiento a manifestar sus afectos y odios, a apludir y abuchear. La observación del público en los recesos tampoco tiene desperdicio:

-El problema es que los partidos se cargan a los buenos.

-Hoy lo están aprobando todo, qué cosa más rara.

-Son elecciones.

-Pavón tiraba al cuello, pero estos... Ay, señor.

-¿Por qué han hecho el receso?

-Porque estaban muy cansados.

-Sí, se les veía sudar.

-Pues han empezado veinte minutos tarde.

-Venga, vamos, que estamos perdiendo dinero, apeló en voz alta uno de los espectadores de la primera fila, animando a los ediles a retomar sus obligaciones.

El público que acude cada mes al Ayuntamiento es el alma de los plenos, el verdadero protagonista. Ellos son de los pocos que aún quedan que creen en los compromisos que se adquieren entre esas cuatro paredes.

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