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Otro de los yernos de Sala respalda con su testimonio a su cuñado Miguel López

Abacuc Méndez sostiene que a María del Carmen Martínez la mató alguien que pretendía robarle o «acabar con el legado de Vicente Sala»

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Ver GaleríaMiguel López, acusado del asesinato de su suegra, recibió ayer el respaldo con sus declaraciones de su cuñado Abacuc Méndez, casado con la hija mayor de María de Carmen Martínez y hermana de la mujer del encausado, y el del exdirector de Novocar, José Fernando Bleda, quien durante dos décadas trabajó para él. En la sexta jornada del juicio por el crimen de la viuda del expresidente de la CAM, del que se acusa a López, Méndez apuntó a la posibilidad de un atraco como móvil del crimen, aunque también a la actividad del grupo empresarial en el norte de África y a que «el asesino buscaba destruir el legado de Vicente Sala», dijo. Incluso argumentó que si el lavadero donde fue tiroteada la víctima estaba a oscuras era porque «la familia era muy austera y quería ahorrar en la luz».

Bleda, por su parte, defendió la viabilidad de Novocar y acusó a Vicente Sala, hijo mayor de la víctima y acusador particular, de asfixiar la mercantil al negarse a aportar los avales que hubieran financiado la adquisición de 1.500 vehículos para su alquiler en la campaña de Semana Santa. Una afirmación que llevó al abogado de Sala, Francisco Ruiz Marco, a pedir que se dedujera testimonio al testigo por «mentir en el juicio».

Abacuc Méndez había venido diciendo durante la investigación del caso que se mantuvo al margen del conflicto familiar debido a que estaba en tratamiento por un cáncer de estómago, aunque siempre mantuvo que creía en la inocencia de su cuñado y que éste era «un pedazo de pan». Una neutralidad que ayer dejó atrás al asegurar ante el jurado que María del Carmen «al volcarse por su hijo en el conflicto familiar, no se daba cuenta que estaba desfavoreciendo al resto de sus nietos». A pesar de todo, aseguró que a causa de su enfermedad y por haber tenido ambos tratamientos con quimioterapia mantenía una conexión especial con su suegra y que ni él ni sus hijos dejaron de hablarle.

Ayer se deshizo en elogios hacia su cuñado Miguel y mantuvo que la intervención que éste tenía en los negocios de su esposa era por «curiosidad, era un cotilla», negando que éste estuviera influenciando y asesorando a las hermanas Sala en el conflicto que mantenía con el hijo mayor por el control de la empresa del plástico.

Sobre Miguel dijo que «le encantaba opinar de todo», pero que en esa cuestión «tenía poco poder». No obstante, reconoció que alguna vez se llevaban a Miguel a alguno de los viajes de negocios que hacían con los proveedores «porque era un tío majete y habla inglés». Méndez también apuntó que, de los tres yernos de Sala, López era el único que tenía dinero: una herencia de siete millones de su padre, dijo.

Durante la instrucción, Abacuc Méndez ya había negado que el grupo empresarial hubiera recibido amenazas por sus negocios en Sudamérica, algo que ayer ratificó. Sin embargo, en su comparecencia en el juicio añadió un nuevo matiz que, según dijo, «no se había investigado» y era la actividad de la empresa en los países del norte de África, donde les llamaban «los españolitos» tras quedarse con el monopolio de los plásticos en la zona. «En los 90 éramos una empresita a punto de desaparecer y empezamos a crecer hasta tener implantación internacional. Imagino que algún callo pisaríamos», aseveró. «Matar a la madre era la manera de enfrentar a los hermanos y acabar con el legado de Vicente Sala (padre)». También se atribuyó a él mismo y a otro de sus cuñados la expansión internacional de la empresa, tildando de «muy triste» que se diga que ésta fue obra solo de su cuñado Vicente. De Antonia Martínez, hermana de la víctima, aseguró que durante el conflicto «se le estaba subiendo el ego» y que no aportaba nada a la familia, aunque luego precisó que les había ayudado a criar a los hijos.

Recordar la ropa que llevaba

La noche del crimen Abacuc estaba en su casa preparando una cena, cuando le llamó su esposa (Mar Sala) para decirle que habían intentado atracar a su madre y que estaba mal y achacó a su enfermedad el hecho de que no hubiera entendido en el primer momento que su suegra estaba muerta, lo que tardó en comunicar a su cuñado Vicente. María del Carmen murió de dos disparos en la cabeza mientras recogía su coche en el lavadero del negocio familiar que regentaba su yerno. Abacuc Méndez negó que el lavadero fuera la zona más escondida de Novocar. Y si tenía las luces apagadas la noche del crimen «se debe a que los Sala son una familia austera y, si nadie usa el lavadero, lo normal es no tenerlas encendidas». El testigo fue preguntado por un incidente relatado por trabajadores de la finca familiar, según el cual, la esposa de Abacuc habría estado a punto de atropellar a su madre. Méndez tildó a estos testigos como «palmeros interesados en una subida de sueldo».

En la declaración de José Fernando Bleda, que sustituyó a Miguel López al frente de Novocar tras su arresto, defendió que el negocio podría haber seguido funcionando si se hubiesen firmado los avales. Y agregó que dimitió cuando Vicente Sala le amenazó con denunciarle por administración desleal. Bleda, que el día del crimen comió con Miguel López, fue el primer testigo que ayer recordaba la ropa que éste llevaba: «un niki azul claro y un pantalón gris». Algo que recuerda porque le gustó el color y se quería comprar uno igual, explicó. Tras la comida, en la que no vio nada raro en su jefe, Bleda dijo que se fue a casa porque le dolía la cabeza, pero volvió por la noche cuando se enteró del asesinato.

El otro testigo que ayer recordó la ropa que llevaba Miguel fue Estanislao Brotons, único empleado de Novocar recolocado en las empresas de las hermanas Sala. Aseguró que llevaba «una camisa y un pantalón azul marino».

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