Los episodios de gota fría que han asolado la Vega Baja han tenido, sin embargo, un efecto positivo para la recuperación del Saladar de Agua Amarga, cuyas charcas han llegado a tener un metro de profundidad y en las que en los últimos días la Asociación de Amigos de los Humedales del Sur de Alicante ha vuelto a observar ejemplares de cerceta pardilla, un pato amenazado de extinción en toda Europa.

La cerceta pardilla comparte saladar con flamencos -hasta 47 ejemplares- zampullines cuellinegros, aguiluchos laguneros, tarros blancos, agachadizas y moritos, según detalla Miguel Ángel Pavón, portavoz del colectivo, desde el que se reclama que el saladar sea incluido zomo Zona de Especial Protección de Aves (Zepa).

La cerceta pardilla es un pato pequeño. Su plumaje es poco llamativo de color gris y pardo moteado pálido y una línea oscura, con una cresta en la nuca más desarrollada en los machos. Su vida media es de 10 años, pero debido a la caza furtiva, esta puede ser inferior. Se alimenta de insectos, semilla, plantas acuáticas y pequeños moluscos. El hábitat ideal son las aguas poco profundas, de ahí que las zonas húmedas de la provincia y, en este caso concreto, el saladar de Agua Amarga, son enclaves ideales para la nidificación.

En España, la cerceta pardilla se ha avistado en Andalucía, en las marismas del Guadalquivir y, sobre todo en los humedales de El Hondo y las salinas de Santa Pola, Clot de Galvany y desde el último episodio de gota fría en el Saladar de Agua Amarga.

Está en peligro crítico de extinción según el Catálogo Español de Especies Amenazadas, y su dinámica es negativa y en serio riesgo de desaparición. Las principales causas que la amenazan son la destrucción y degradación de su hábitat.

Los factores que amenazan la existencia de esta ave en España son la alteración, degradación o pérdida de su hábitat y las zonas favorables para la cría, la desaparición o transformación de los humedales donde viven. Los factores que amenazan sobre la especie son la caza furtiva y el expolio de los pollos, la elevada mortandad de sus pollos debido a los canales de cemento, el plumbismo producido por la ingesta de perdigones, y la introducción en su hábitat de otras especies invasoras como la carpa o el cangrejo de río americano que degradan la zona, según la información maneja Escuela Veterinaria MB.

El Ministerio para la Transición Ecológica tiene en marcha desde enero del año pasado un programa para mejorar la gestión de los humedales y restaurar, al menos, 3.000 hectáreas en distintas zonas e intentar atajar la caza furtiva o los animales invasores.