Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ocho personas mayores mueren solas cada mes en sus casas

En algunos casos el cuerpo no se descubre hasta pasados 15 días porque no hay nadie que eche en falta al fallecido

Ocho personas mayores mueren solas cada mes en sus casas

Es el exponente más cruel de la soledad. Personas que mueren en sus casas y a las que nadie echa en falta hasta pasados días e incluso semanas. Un fenómeno que cada vez es más habitual, como lo demuestran las cifras. En lo que llevamos de año, 62 personas han aparecido muertas en sus casas en estas circunstancias en la provincia de Alicante, según datos proporcionados por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Alicante.

El perfil más habitual es el de personas mayores y extranjeros que viven solos en nuestra provincia, bien en grandes núcleos urbanos o en zonas de urbanizaciones más alejadas. En algunos casos el cuerpo ha permanecido en la vivienda hasta 15 días, antes de que algún vecino o conocido diera la voz de alarma.

La asociación Teléfono de la Esperanza estima que sólo en la ciudad de Alicante unas 5.000 personas viven en una situación de soledad extrema que les afecta gravemente a nivel psicológico. Personas, en su mayor parte ancianos, «que están en grave riesgo de no comer adecuadamente, abandonar la medicación e incluso suicidarse por ese sentimiento de soledad no escogida», advierte Francisco Sabuco, presidente del Teléfono de la Esperanza. Hace unos meses que esta ONG inició un proyecto para contactar con estas personas de manera periódica e interesarse por cómo se encuentran, con el objetivo de dar la voz de alarma en caso de detectar algún riesgo. De momento, el programa está llegando a una treintena de personas y «el objetivo es atender a unas 200 personas, con la colaboración del Ayuntamiento de Alicante con el que hay un convenio firmado», señala Sabuco.

Los expertos cada vez tienen más claro que la soledad tiene efectos devastadores sobre las personas que la sufren. «En muchas guías ya se recoge la soledad como un determinante de salud, como puede ser el colesterol. Se sabe además que agrava muchas enfermedades, tanto físicas como psicológicas», advierte el psiquiatra del Hospital General de Alicante, Enrique Pérez. Entre estas últimas, «se produce un empeoramiento de patologías previas, como la depresión o la psicosis, y puede ser un factor de riesgo para el suicidio». De hecho, según se puso de manifiesto en una reciente jornada organizada por el Teléfono de la Esperanza en Alicante, el de los mayores de 65 años, es junto a los jóvenes el grupo en el que se producen más suicidios.

Ligado al envejecimiento

La soledad es un fenómeno muy ligado al envejecimiento de la población y a los cambios demográficos que ha vivido nuestro país en las últimas décadas. «En primer lugar las familias son menos extensas, tienen menos hijos y por otro lado, estos hijos en muchas ocasiones se marchan a trabajar lejos de donde viven sus padres», señala Clara Aguado, vocal en Alicante de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología. Un aislamiento, en primer término de la familia, que luego se va extendiendo al resto de la comunidad, «aunque hay casos de personas mayores que viven solas y no les pesa ese sentimiento de soledad, al contrario, son muy activas». Quienes más solos se sienten suelen ser «personas mayores con problemas de dependencia, de salud mental o mujeres que han cuidado muchos años de sus hijos o de algún otro familiar discapacitado», explica el psiquiatra Enrique Pérez.

En países como Reino Unido, el Gobierno ya está tomando cartas en el asunto ante el problema que representa la soledad anunciando la creación de un ministerio específico y en España se comienza a trabajar para paliar este fenómeno del que no escapamos, pese a que aquí los lazos familiares y sociales son más sólidos que en la cultura anglosajona. «Desde el año pasado se está trabajando en un plan estratégico liderado por el Ministerio de Sanidad, que será muy positivo, porque unirá a todas las instituciones frente a este problema», señala Clara Aguado.

Respecto a las medidas concretas que deberían adoptarse para paliar este fenómeno, los expertos apuntan al valor de lo que tradicionalmente ha sido la vida de barrio. «Ya hay algunos proyectos en marcha, basados en el voluntariado, y en el que se implican las farmacias o los comercios del barrio para hacer un seguimiento más estrecho de los vecinos mayores que se encuentran solos, a los que por ejemplo se les llama por teléfono para ver si están bien», explica Aguado. Una tarea en la que, a juicio de la responsable de la Sociedad Valenciana de Geriatría, deben implicarse los servicios sociales de los Ayuntamientos, «haciendo por ejemplo visitas periódicas a estas personas y fomentando su participación social a través de distintas actividades que se llevan a cabo en los centros de mayores».

Envejecer en casa

También es importante, a juicio de Aguado, que se pongan los medios para permitir que las personas mayores que así lo desean puedan envejecer de una forma digna en sus casas. «No todo pasa por aumentar las plazas residenciales». Y sobre todo, es esencial «acelerar los plazos para que lleguen las ayudas que contempla la Ley de la Dependencia». Actualmente rozan los dos años.

El psiquiatra Antonio Pérez cree que una fórmula para paliar los efectos de la soledad pasa por crear redes de voluntariado que impliquen a los mayores y fomentar centros en los que puedan desarrollar actividades «a los que se pueden sumar otros colectivos, como pueden ser las personas con enfermedad mental».

En Alicante ya hay formadas dos cooperativas para construir viviendas con servicios comunes

Tímidamente, en la provincia de Alicante comienzan a cristalizar proyectos para envejecer de una forma diferente, impulsados por grupos de personas que están próximas a jubilarse y que muy poco tienen que ver con las generaciones que les precedieron.

Una de estas iniciativas es el «cohousing», grupos de personas que comparten intereses y aficiones comunes y que deciden unirse para envejecer juntos, viviendo en comunidad y compartiendo servicios comunes, como por ejemplo el de una persona que les cuide. En la ciudad de Alicante ya se están formando dos grupos. El primero de ellos acaba de adquirir una finca histórica, Finca Capucho, con el objetivo de levantar 25 viviendas destinadas a personas mayores, que contarán con servicios comunes autogestionados por los propios cooperativistas. El acuerdo de compra de los terrenos se firmó el pasado 30 de agosto con los propietarios de la finca y el grupo espera que en 2022 el proyecto ya esté en funcionamiento. De momento la cooperativa ha arrancado con un grupo inicial de siete unidades familiares. Según explica Prudencio López, coordinador de la cooperativa Vida Sostenible Cohousing, quienes accedan a una de estas viviendas colaborativas pagarán 590 euros mensuales. A lo largo de los tres años que se prevé durará la construcción, tendrán que abonar un total de 63.000 euros, que recuperarán en caso de que decidan vivir en otro sitio.

El segundo de los proyectos de «cohousing» se está desarrollando en Rabassa, sobre unos terrenos cedidos por la Generalitat Valenciana, los primeros públicos que albergarán en la Comunidad Valenciana un proyecto de estas características.

Treinta personas van a poner en marcha en Alicante la cooperativa. En los terrenos se levantarán 18 viviendas en régimen de cesión de uso por 75 años y tendrán zonas comunes, como comedor y lavandería.

Según Prudencio López, el usuario sólo financia el 20% (24.000 €) del proyecto durante los 2,5 años que dura la obra, «abonando según avance la obra, ya que el suelo no se paga». El dinero «se reembolsa si un día el cooperativista decide marcharse». El otro 80% del proyecto « lo paga la cooperativa a través de soluciones financieras con la banca ética».

Posteriormente, «se abona una mensualidad de 385 €, que se mantiene durante 30 años para luego no tener que pagar nada».

Compartir el artículo

stats