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Nueva moda gastronómica

Turistas que eligen comer «en casa»

La provincia es ya una opción para quienes quieren apuntarse a la nueva tendencia en el mercado del ocio, la de armarse de arroz y delantal para abrir las puertas de su hogar y ofrecer una paella a quienes visitan la ciudad

Una comensal inicia la degustación de la paella que han elaborado. Rafa Arjones

Son pocos los que aún acuden a una agencia de viajes de toda la vida para reservar sus vacaciones. Desde hace unos años, las aplicaciones para teléfonos móviles han tomado la delantera. Además, los hoteles tampoco son ya la primera opción: el alquiler turístico ha movido unos 800 millones de euros en la Costa Blanca este verano. Ahora nace además un nuevo perfil de turista: alejarse de los restaurantes y comer en casas particulares. Y tiene su respuesta: varios alicantinos se han sumado ya a esta moda de abrir las puertas de sus hogares a visitantes y cocinarles platos típicos en un menú, con un precio que oscila entre los 30 y los 60 euros por persona, y donde el arroz es el plato estrella.

A quien le guste cocinar y tenga un espacio agradable para compartir puede registrarse en páginas web como EatWith o Airbnb y presentar allí su proyecto de menú completo. Si la propuesta resulta atractiva, el anfitrión estará listo para recibir turistas y convertir su salón en el nuevo gastrobar del bloque. La plataforma EatWith nació en 2013, está presente en 130 países, y pisa con fuerza en ciudades como Barcelona, con más de 60 opciones para comer en una casa particular. También València cuenta ya con 32 de estos singulares chefs. En la provincia, en cambio, aún está en ciernes, aunque vista la tendencia en otros lugares apunta a crecer. Por el momento son seis las personas que participan en esta experiencia, en Alicante, Torrevieja, La Vila Joiosa, Benidorm y Mutxamel.

La iniciativa no ha estado exenta de polémica, ya que suscita muchas dudas entre los hosteleros sobre el cumplimiento de la normativa de restauración. Lo cierto es que desde el nacimiento de las nuevas tecnologías lo «nuevo» convive con lo «viejo» y esto no siempre es a gusto de todos, en una batalla en la que varias generaciones nacieron bajo el lema «emprender es la llave del éxito».

Es el caso de Lorena, una argentina afincada en Alicante desde hace 20 años, guía turístico de profesión, que fue la primera en compartir su pasión por la ciudad y la gastronomía con visitantes de todo el mundo a través de estas plataformas. «El turismo no es el mismo que hace 20 años, las personas que vienen a mi casa eligen esto porque quieren compartir sus vivencias, conversar y crear una red de amigos».

Esta «súper-host», como denominan en la plataforma a los mejor valorados, cocina arroz a leña con una amiga en una terraza con vistas en Mutxamel. Lorena también es consciente de la polémica que gira en torno a esta iniciativa pero lo tiene claro: «Creo que hay mercado para todo el mundo, no puedo competir con un restaurante porque no recibo más de ocho comensales por servicio y esos clientes no buscan un bar masificado en la zona más turística, quieren hablar otros idiomas o aprender a hacer un plato típico». Aunque Airbnb exige un límite de invitados para «dar la mejor atención», en la web de EatWith, en cambio, pueden participar tantas personas como quieran.

Las plataformas se quedan con un porcentaje del 20% en el que incluyen impuestos y un seguro «integral» tanto para el anfitrión como para el huésped, según especifica EatWith en su portal. «Si alguien se intoxica en mi mesa, o no le gusta el servicio, al día siguiente tendré un comentario nefasto y mi experiencia se terminó», añade Lorena.

En cuanto al aspecto económico, la anfitriona, que cuenta con 5 estrellas, destaca: «Yo pago a la plataforma y mis impuestos en la declaración de la renta». El precio del menú es de a partir de 38 euros por cada comensal. Así, ocho personas por cada servicio, el resultado es un beneficio nada desdeñable. No obstante, según cuenta Lorena, si quien ofrece la comida se toma en serio su trabajo puede que haya días en los que sólo cubra gastos de las materias primas: «Los turistas tienen poder adquisitivo y saben lo que cuesta cada servicio, si en el menú ese día hay jamón de bellota y marisco fresco, habrá alguna noche que no gane dinero, pero sí un buen comentario, y ahí habré salvado mi trabajo», dice Lorena.

Por su parte, los hosteleros en la provincia miran a otras ciudades temiendo un impacto negativo: «Manifestamos nuestro absoluto rechazo a esta práctica que pasa por la competencia desleal y puede constituir un riesgo sanitario», espeta la secretaria general de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Alicante (Apeha) en Alicante, Emi Ortiz. La portavoz hace referencia a la Ley de Turismo Ocio y Hospitalidad, que especifica que «los particulares deberán cumplir con las normas aplicables a la prestación de que se trate».

El polémico vacío legal

La carrera por innovar no debe dejar atrás el cumplimiento de la normativa, que trabaja por adaptarse a cada iniciativa que choca con lo que ya está constituido. Así lo reflejan desde la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu), desde donde señalan que «lo que era economía colaborativa se está convirtiendo en una actividad económica en la que hay un pago por un servicio, por lo que exigimos que se cumplan las reglas del juego como licencias e impuestos». Todos estos necesarios trámites quedan en manos de quienes decidan poner en marcha esta aventura.

Por parte de Avacu hacen hincapié en el vacío legal existente en torno a actividades como la de servir comida a terceros en domicilios particulares, y en que «no se puede controlar aquello que no está registrado». No obstante, de igual modo comprenden la necesidad de crecimiento conjunto: «Debemos buscar nuevas normas que regulen la libertad con la exigencia de unas garantías mínimas para el usuario».

En teoría, quien quiera ofrecer una experiencia de este tipo debe dirigirse a su Ayuntamiento. En este caso, fuentes del Consistorio de la ciudad de Alicante explican que si se celebra una cena o comida en casa y se vende ese producto, se entiende como actividad de restauración. De esta forma, se debe solicitar la licencia municipal pertinente, disponer de un registro sanitario y darse de alta en la Agencia Estatal de Administración Tributaria.

El siguiente paso conduce hasta la Conselleria de Sanidad, donde aportan las claves sobre la seguridad alimentaria: «Los titulares de las viviendas donde se realiza la actividad deben comunicar que la están ejerciendo para su inscripción en el Registro sanitario de establecimientos alimentarios menores de la Comunidad Valenciana». Y sólo así podrán realizarse los controles oficiales. Además, deben seguir la normativa de higiene establecida por la Unión Europea.

Mientras tanto, sin embargo, los portales digitales que coordinan estas actividades parecen esquivar todo tipo de responsabilidad al respecto, amparándose en un limbo cuya resolución supone ahora mismo un reto para las instituciones. Airbnb califica a sus usuarios como «expertos locales», asegurando que revisan cada experiencia para comprobar que se cumplen los estándares de calidad de la plataforma. En este sentido, en su página web cuenta con un espacio denominado «Ser un anfitrión responsable en España», en el que insta a los usuarios a seguir la normativa autonómica y local vigente sobre estas cuestiones, y ofrece además ayuda fiscal para resolver dudas. Eso sí, luego no hay un seguimiento acerca de qué hace cada uno de ellos.

Este periódico no ha recibido respuesta de la página web EatWith acerca de en qué consiste el «seguro integral» que incluye en cada operación y qué impuestos se cubren con ese 20% de comisión. Tampoco especifican nada al respecto en su página web, limitándose a asegurar que revisan el entorno de los anfitriones durante el proceso de registro.

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