La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) autorizó ayer una medida de urgencia para facilitar el desagüe al mar de centenares de hectómetros de agua que siguen inundando la Vega Baja tras las lluvias torrenciales de la pasada semana. La obra se ejecutó en la zona de desembocadura del río, en Guardamar del Segura, y consistió en abrir dos grandes zanjas para conectar el antiguo cauce con el nuevo, construido en la década de los 90 y que se encuentra en un nivel inferior y tiene una mayor capacidad. Se espera que esta actuación permita evacuar el agua estancada en numerosos municipios y que la red de acequias y azarbes que jalonan el sur alicantino puedan, por fin, verter al Mediterráneo.

La histórica gota fría que azotó la Vega Baja desbordó todas las previsiones iniciales hasta el punto que la aportación de la lluvia en el Segura ha supuesto 2.800 hectómetros cúbicos de agua en la comarca, según apuntó ayer el secretario de Estado de Medio Ambiente en funciones, Hugo Morán. Dicho volumen equivaldría al de siete años con el máximo de trasvases del Tajo. Sin embargo, la mayor parte de ese agua se ha perdido en el mar o en los bancales de la huerta por una serie de infortunios registrados en diversas infraestructuras y, también, por la falta de embalses a la cola del río que permitan almacenar recursos en episodios como el ocurrido en la última semana. Y todo ello en una tierra acostumbrada a pelear para no morir de sed.

Los trabajos con maquinaria pesada se iniciaron sobre las 11 de la mañana y tres horas después el agua comenzaba a circular entre las dos riberas, una medida aplaudida por los agricultores damnificados, que se concentraron allí para seguir de cerca los trabajos. Las cosechas hortícolas se han perdido con el temporal y lo que se temía en los últimos días era que la acumulación de aguas acabara pudriendo también los árboles.

Los azarbes que desembocan en el viejo cauce se encuentran a distintos niveles y, hasta ayer, solo podían verter su caudal al Segura los que se ubican en cotas superiores, de forma que en los inferiores se producía el efecto contrario: el agua se colaba hacia el interior y anegaba todavía más la zona de huerta. La falta de drenaje motivó incluso que se llenara de agua parcialmente un tramo de la carretera N-332, que finalmente no ha tenido que ser cerrada a la circulación pero sí ha registrado importantes retenciones. Se trata de una medida que el alcalde guardamarenco, José Luis Sáez, venía reclamando desde el domingo al organismo de cuenca, pero el permiso no llegó hasta ayer. La conexión de los dos cauces beneficiará a Almoradí, Dolores, San Fulgencio, Formentera del Segura, Rojales y Guardamar. Son localidades que están sufriendo las consecuencias de la rotura del cauce del Segura así como los desbordamientos de los distintos azarbes que desembocan en Guardamar. Todavía ayer presentaban importantes áreas inundadas y esperan que, con esta actuación, se empiece a recobrar la normalidad, algo que se podrá comprobar en las próximas horas.

El disgusto por la gestión que ha hecho la CHS del Segura y su mantenimiento durante los últimos años ha generado una movilización de colectivos y vecinos para exigir su dimisión, para lo cual han comenzado a recogerse firmas.

Durante el episodio de gota fría de la semana pasada, la CHS intentó aprovechar la lluvia -y al mismo tiempo retirar agua del Segura- derivando los caudales que llegaban de avenida por el río en la Vega Media a través de las infraestructuras del trasvase en Ojós hacia al embalse de la Pedrera. Pero el acueducto sufrió varias averías y apenas el agua embalsada en el mayor reservorio hídrico de la provincia ha aumentado de nivel, informa David Pamies. En otros episodios de lluvias torrenciales la CHS sí ha podido almacenar varios hectómetros de agua de lluvia en Alicante. En esta ocasión el canal del postrasvase sufrió un socavón -lo que además propició que el embalse antiavenidas de Santomera se colmatara mucho antes y tuviera que desembalsar incrementando peligrosamente el caudal del río a su paso por la comarca-. Además, también fallaron los colectores del sifón -«los tubos del trasvase»-entre la sierra de Orihuela y Hurchillo.

Los embalses de cabecera también han recibido aportaciones pero en una cantidad marginal con respecto a los registros de lluvia documentados en la comarca. Los 18 hectómetros que ha almacenado no sirven para el riego agrícola. La cuenca del Segura ha almacenado en este episodio unos 50 hectómetros pero sus embalses están todavía al 26%. Rozando los 300 hectómetros cúbicos, un 3% más que en la misma fecha del año pasado.

Infraestructuras dañadas

Los destrozos causados por el temporal en la Vega Baja se van haciendo patentes con el paso de las horas mientras las áreas afectadas esperan que se apruebe la «Declaración de zona afectada gravemente por emergencia de protección civil» para poder acceder a ayudas económicas. A los daños multimillonarios en viviendas, empresas, vehículos o cosechas se unen también los de infraestructuras que han quedado arrasadas.

Ayer, las brigadas de Carreteras y los técnicos de la Diputación de Alicante iniciaron las tareas de reparación y apertura de caminos y carreteras y el arreglo de infraestructuras hidráulicas en las zonas afectadas, según informó el presidente de la institución provincial, Carlos Mazón, quien destacó que se ofrecerá a los ayuntamientos para acometer estas primeras actuaciones «ayuda inmediata y directa, sin necesidad de burocracia». Además, la Diputación facilitará a los consistorios, a través de SUMA, anticipos de tesorería «por si tienen problemas de liquidez a la hora de abordar las obras de urgencia», indicó el dirigente provincial.

El conseller de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad, Arcadi España, informó ayer que todavía quedan 18 carreteras cortadas, 14 de ellas en la Vega Baja, de las que 6 son competencia de la conselleria. En ese sentido anunció que la CV-930, la ronda sur, una de las principales vías de acceso a Orihuela que se encuentra cortada, «volverá a abrirse al tráfico a principios de la semana que viene». Dijo además que desde su departamento, se va a impulsar no solo la reparación de todas las infraestructuras dañadas sino también su mejora «para que en unas futuras lluvias tengamos un sistema viario más seguro y con más garantías».