Unas 500 mujeres viven actualmente con protección policial por violencia de género solo en la ciudad de Alicante, según los cálculos de la inspectora Verónica G. H., jefa del grupo de Atención a la Familia y Mujer de la Policía Nacional. El número fluctúa entre las 450 y las 500 en los últimos años porque esta protección depende de las medidas de protección dictadas por el juzgado, tanto de las que entran en vigor como de las que expiran.

La inspectora explica que en cuanto un juez dicta medidas cautelares de prohibición de acercamiento y comunicación la víctima tiene asignado un agente al que puede recurrir las 24 horas del día. En caso de que tras la evaluación de riesgos la Policía determine un riesgo extremo de la mujer esa presencia policial es física y el agente asignado acompaña a la víctima en todo momento.

Las cifras son llamativas, pero comprensibles a juzgar por el número de mujeres asesinadas por culpa de la violencia machista hasta ayer, 42, cuando en todo el año 2018 fueron 48.

Nadie acierta a determinar la causa de este repunte en las agresiones con resultado de muerte porque «hablamos de un fenómeno muy complejo, con múltiples causas y factores a su alrededor», señala la profesora de Sociología de la Universidad de Alicante (UA) especialista en violencia de género Marta Monllor. «A veces las señales de alarma pasan desapercibidas para la propia mujer, otras veces no existe denuncia por lo que no se pueden activar las medidas de protección o la valoración del riesgo no es la acertada», indica la socióloga.

Tanto Monllor como la inspectora y la abogada especialista en violencia de género Eva Albert coinciden en señalar que muchos casos se agravan cuando la mujer da el paso de separarse. «No asumen que les dejen y que quien ha sido su pareja pueda hacer su vida sin él», indica Albert. «Muchas veces los malos tratos afloran en situaciones de separación. A veces hasta ese momento el agresor no había mostrado del todo su cara agresiva, pero entonces pierde el control. Y cuando había malos tratos previos, se agravan», añade la policía.

Verónica G. H. destaca la importancia de la declaración de las víctimas para que el procedimiento llegue a buen puerto, así como de las pruebas que pueda recabar la víctima aparte de la investigación policial que se pone en marcha en cuanto hay una denuncia. Asimismo, resalta la importancia de los testigos y de la redacción de los partes médicos en caso de que la mujer en el juzgado se niegue a declarar contra su agresor.

Albert pone de manifiesto que por lo que ve cada día se trata de un problema de muy difícil solución. «Medios hay, la ley de Violencia de Género está ahí, el sistema funciona en la inmensa mayoría de los casos. Yo veo avances significativos en jueces y fiscales, sobre todo estos últimos están muy formados en el tema. La Policía y la Guardia Civil también. Pero tristemente las leyes solo funcionan con los que son mínimamente razonables, opino que si alguien quiere acabar con la vida de su pareja lo hace y le dan igual las órdenes de alejamiento», resume la letrada. «Es un problema de muy difícil solución, no va a haber víctima 0 desgraciadamente», añade. Las otras dos expertas también destacan la complejidad del problema y todas apelan a la educación como única vía para paliarlo.

«A nivel sociedad hemos avanzado pero la igualdad real aún no existe y así es difícil acabar con el machismo. Además, una cosa es la sociedad en general y otra lo que ocurre en cada casa y en las relaciones interpersonales sigue dándose el machismo», alerta Monllor.

«La Ley de Violencia de Género es de hace quince años, pero el apartado relativo a la educación se ha desarrollado hace cuatro, vamos con retraso», incide la inspectora. De hecho en sus charlas en institutos ve cómo las jóvenes no identifican el control que supone que los novios dispongan de las claves de sus redes sociales. «Se dan situaciones alarmantes y ni siquiera son conscientes», advierte.