¿Cómo se contiene el paso de una riada de cien mil litros de agua, plásticos y baldomeras por segundo? Eso logró ayer el Ejército (al que se sumaron ayer 200 efectivos más), en colaboración con la Confederación, para conseguir cerrar las grietas que desde el viernes jalonan el Segura a su paso por la Vega Baja. Un trabajo brutal que ha necesitado y necesita (anoche se abrían nuevas grietas y la desembocadura inundaba la huerta y amenazaba la carretera nacional) de la participación de cientos de personas coordinadas a través de un mando único que ha visto cómo un río tan pacífico como el Segura se puede convertir en algo indómito por un mantenimiento que ayer políticos, caso de la alcaldesa de Almoradí, María Gómez (PP), pusieron en duda con base a informes. La sensación es que lo peor ya ha pasado después de una jornada en la que el sol hizo acto de presencia, aunque el problema estaba y está en tierra porque el agua continúa en muchos municipios y tardará en marcharse dando paso a una lenta limpieza y valoración de los daños, algo que nadie se atreve a prever. En total, unas 5.000 personas han tenido que ser evacuadas; un tercio de ellas, la madrugada del domingo en un camping de Crevillent-Catral cuando se pensó que el río podía anegarlo. No fue el único incidente del domingo pues en otros puntos de la comarca, también como medida de seguridad, cientos de personas fueron desalojadas (como en Almoradí y Guardamar), los albergues se fueron llenando y la sensación de que nadie sabía qué iba a pasar se fue adueñando de todos porque las costuras del río seguían reventando. Hospitales de otras comarcas, caso del Baix Vinalopó, han tenido que atender a pacientes de la Vega Baja que no podían llegar al suyo porque las carreteras estaban cortadas.

La Confederación aseguró ayer que, dentro de las tareas de dar solución a la riada, ha tenido que almacenar 19 hectómetros cúbicos en el Pantano de Santomera para contener al máximo el río Segura y que llevara la menor cantidad de agua posible porque esta era la única forma de que el Ejército consiguiera ir cerrando las brechas que se abrían. Algunos expertos, según Efe, aseguran que el Segura ha echado al mar (o al corazón de la Vega Baja) 51 hectómetros cúbicos en cuatro días. A menos flujo de agua, más fácil es que los camiones de arena fueran haciendo su misión. A pesar de ello, buena parte de esos 100 metros cúbicos por segundo (100.000 litros) iban a parar a través de grietas y roturas a la huerta de forma inexorable, ampliando el problema de unos servicios de emergencia que, con mucho orden, fueron priorizando qué se tenía que hacer, algo en lo que han insistido desde el primer momento. Lo urgente era salvar a las personas. Las quejas de cientos, de miles de vecinos que tienen sus coches sumergidos en los aparcamientos, de otros con un metro de agua en sus casas, que han llamado sin parar al «112» sin encontrar respuesta, esos tendrán que esperar, no queda otra. Lo fundamental es recuperar servicios básicos, como luz y agua, lo que se fue produciendo de forma paulatina en Orihuela, Bigastro o Dolores,.... aunque en otros, como Almoradí se tendrá que esperar porque el Segura pasaba tan cerca de la conducción de agua potable que todo saltó por los aires.

El paso de lo peor de la gota fría deja otros problemas más mundanos y donde la solidaridad comienza a aflorar. El Ejército comenzó ayer el reparto de víveres más allá de botellas de agua pero desde distintas instituciones públicas y privadas se hacía un llamamiento a la solidaridad. Diputación y ayuntamientos como los de Alicante, Crevillent y de Elche han enviado efectivos o se han puesto al frente de esta campaña o abierto albergues. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos damnificados habrá pero esas cinco mil personas rescatadas dan una pequeña idea de la magnitud del desastre y de la tragedia que ha asolado a la Vega Baja y que dejará personas materialmente arruinadas. Por otra parte, también han llegado equipos de psicólogos para atender a aquellos que están en los albergues y que no se van porque no tienen a dónde.

El agua sigue en las calles de municipios como Orihuela, Almoradí, Dolores o Daya Vieja y se espera que vaya desapareciendo durante la jornada de hoy, aunque todo va a depender del Segura. La ministra de Defensa, Margarita Robles, aseguró ayer en Orihuela tras ver desde el aire cómo se encuentra la comarca que contempló un «espectáculo dantesco» y subrayó que «conmueve ver cómo está todavía la situación». Anoche seguía la búsqueda de un ciudadano holandés de 66 años que cayó a la inundada acequia Mayayo de Dolores cuando paseaba.

Colegios cerrados, basura por recoger y carreteras destrozadas

Tras la riada se agolpan los problemas en los ayuntamientos mientras una veintena de vías están cerradas

Servicios tan necesarios y mundanos como el de la recogida de basura tendrán que resolverse en la Vega Baja a partir de hoy -aunque algunos ayuntamiento ya aseguraban ayer que anoche tendrían servicio- para evitar que exista un problema sanitario de primer orden porque desde el viernes no se ha podido realizar con normalidad. Algunos municipios solicitaron a los vecinos que almacenaran las bolsas en su casa para evitar que esta rebosara en los contenedores o terminara flotando por las inundaciones. La Vega Baja carece de vertedero propio, lo que obliga a trasladar los camiones fuera de la comarca para deshacerse de ella, algo que era materialmente imposible porque las carreteras han estado cerradas.

De hecho, una veintena continuaban ayer cortadas al tráfico porque, en algunos casos, se sabe a ciencia cierta que están impracticables o han sufrido graves desperfectos, y en otras se colocaron vallas cuando el agua comenzó a cruzarlas o inundarlas y nadie sabe si se ha retirado ya. En su momento, lo más importante era evitar que alguien pudiera quedar atrapado. Entre las vías más importantes cerradas se encuentra la autopista AP7, entre Crevillent y Cartagena, con un enorme boquete en mitad del asfalto, lo que supondrá su cierre sin fecha (al menos con los cuatro carriles). La mayor parte de carreteras afectadas pertenecen a la Generalitat Valenciana, que será la encargada de enviar a los técnicos para valorar, vía presupuesto, qué hacer con ellas. Otro problema es el de colegios e institutos. Algunos ayuntamientos, caso de Orihuela, han decidido que los estudiantes no vayan a clase hasta el miércoles; otros, en cambio, han decidido dar normalidad porque el sábado mismo se procedió a la limpieza de aulas y patios. En cualquier caso, a partir de hoy comenzará también la movilización de ayuntamientos que quieren una rápida respuesta para sus vecinos sobre qué hacer después de la tragedia. De hecho, Redován ha convocado un pleno a las 12 (Orihuela a las 10.30 horas) para instar la declaración de zona catastrófica y está claro que otros seguirán sus pasos mientras el Consell y el Gobierno mueven o no ficha en este asunto.