Lágrimas y mucho dolor en la despedida ayer de Raúl Celdrán y Miguel Martínez, dos de las tres víctimas que ha dejado el devastador temporal de gota fría que ha azotado a la Vega Baja (el tercer fallecido es un holandés de 66 años cuyo cuerpo fue hallado ayer en San Fulgencio, como publica hoy este diario). Los mismos sentimientos de impotencia y rabia se adueñaron de los numerosos familiares y amigos que les dieron ayer su último adiós y una misma sensación, que ambas muertes podrían haberse evitado.

A las 11 de la mañana empezó el funeral en memoria de Raúl (40 años) en la Iglesia de San Francisco, en el barrio del mismo nombre donde residía. Su profesión de tatuador le hizo muy popular en Orihuela. En su casa de esta populosa barriada tenía su estudio de tatuaje. Muchos de sus clientes ayer quisieron hacerle un homenaje mostrando los trabajos que les hizo Raúl «el tatuador» en sus brazos. En las redes sociales, quienes le conocían señalaban ayer que nunca lo olvidarán y que lo llevarán en sus pieles para siempre, mostrando los «tattoos» que tan bien hacía. El coche con sus restos mortales estaba jalonado de coronas de familiares y también de presidencia de la Generalitat Valenciana y del Ayuntamiento de Orihuela. Tras el funeral, sus restos fueron enterrados en el cementerio de Orihuela en la más estricta intimidad.

«Le dijeron que no pasara, que era peligroso, pero quiso salvar lo que tenía y le ha costado la vida», se lamentaba uno de los que ayer despidieron a Raúl. Sentía pasión por sus animales. De hecho, el viernes, cuando las lluvias arreciaron y se produjeron las inundaciones que le costaron la vida, acudió con su coche a salvar a uno de sus perros. Lo consiguió. Pero tenía más animales en una finca familiar entre La Matanza y Benferri y decidió coger su quad ya que con el automóvil era ya muy complicado moverse. Tras comprobar que su pareja estaba bien en su casa de La Matanza, quiso llegar a la casa familiar en la huerta, según explicó una persona muy allegada a la familia. Las carreteras a esa hora de la tarde del viernes ya estaban impracticables y así se lo dijeron unos policías con los que se topó y que cortaban el acceso por esa vía. Decidió seguir adelante, a pesar de las advertencias, y una avenida de agua lo arrastró. Un tractorista vio cómo se lo llevaba la corriente y fue quien avisó a los servicios de emergencia. Su cuerpo fue hallado un día después, el sábado, por los boinas verdes de Rabasa.

Camino mortal

A Miguel Martínez, vecino de Redován de 58 años, se lo llevó la corriente el pasado viernes. Sus familiares y amigos, que lo despidieron ayer por la tarde, están seguros de que trataba de ayudar a alguien cuando fue arrastrado por una avenida de agua. Solo así se explican que saliera de su coche tras aparcarlo y cruzara un camino en un lugar donde no entienden que parara. Estaba ya de vuelta de su casa de campo donde fue a comprobar los daños que las lluvias estaban haciendo en sus cultivos, sobre todo en las granadas.

A pesar de que su grupo de amigos le aconsejó que no fuera, el cariño que le tenía a sus cultivos, por el esfuerzo de sacarlos adelante, hizo que se aventurara a coger su vehículo en un día donde se batieron todos los registros pluviométricos. Camionero de profesión, aunque estaba de baja, fue acompañado de un amigo al que tuvo que dejar a mitad del camino por una llamada de trabajo. Uno de los helicópteros de la Guardia Civil, que en ese momento estaba en otro rescate, intentó sacarlo, pero la fuerza del agua lo arrastró y su cuerpo fue hallado en una zona conocida como Virgen del Remedio en Orihuela.