El Gobierno de España solo ha declarado en una ocasión desde la segunda mitad del siglo XX, cuando se creó la figura de declaración de zona catastrófica, este requisito legal que viene acompañado de ayudas económicas para paliar los daños sufridos por las personas y las infraestructuras tras un desastre natural. Fue, en concreto, el 13 de noviembre de 1987, tras la gota fría de los días 4 y 5 de noviembre que había asolado Murcia y la Vega Baja. La declaración de zona catastrófica vino acompañada por una inversión de 40.000 millones de pesetas (240 millones de euros), para ejecutar el Plan de Defensa de Avenidas del Río Segura, hoy cuestionado. Previamente, en València también hubo una declaración tras la pantanada de Tous, en 1982.

Desde entonces no ha vuelto a aplicarse una figura para la que los gobiernos, de todo color, son muy reticentes. Las sucesivas sequías han venido acompañadas de decretos, pero nunca se ha aprobado ninguna declaración de zona catastrófica por este suceso, «algo que habría que haber aprobado para toda España por sequía en el periodo 1993-1996», como recordaron ayer desde el Instituto Interuniversitario de Geografía. En este sentido, su director, Antonio Rico, apuntó que «ha quedado demostrado que es necesario actuar de manera integral para dotar a la Vega Baja de infraestructuras más eficientes y no sería descabellado, incluso, reclamar fondos a la UE».

En 1987, un fuerte temporal de lluvias afectó a la totalidad de la cuenca del Segura, produciendo desbordamiento en los ríos Pliego y Mula. Esto hizo que el Segura produjera inundaciones generales en sus Vegas Media y Baja, siendo las localidades próximas al cauce las más afectadas, con centenares de personas evacuadas. La tragedia se extendió a la zona costera y todas las ramblas que vierten al mar arrasaron todo lo que encontraron a su paso. En la comarca del Mar Menor cayeron unos 490 litros por metro cuadrado. La gota fría también azotó Alicante destrozando el barrio de San Gabriel, que quedó partido en dos. Otras riadas

Otra gota fría trágica se produciría dos años después, en 1989 con precipitaciones excepcionales que se registraron por toda la cuenca durante varios días e hicieron que el Segura se desbordara provocando inundaciones generales y cuantiosos daños. La rambla de las Moreras, debido a las fuertes lluvias caídas en su cuenca, arrasó una gran parte de la zona agrícola y turística de Mazarrón, entre ellas un camping en las inmediaciones de Bolnuevo ocasionando dos muertos y grandes daños. En la zona costera, las ramblas causaron numerosos daños en agricultura, infraestructuras y núcleos urbanos.

En 1997, la ciudad de Alicante sufrió la peor gota fría de sus historia, con cinco muertos. A finales del mes de septiembre, una tromba de agua generada por una lluvia de 200 litros por metro cuadrado en apenas dos horas inundó el casco urbano. Toda el agua que se acumuló en los barrancos en el perímetro metropolitano acabó dentro de Alicante. A partir de esta tragedia, el Consell aprobó canalizar todos los barrancos, con una inversión de 17.000 millones de pesetas.

Otras riadas importantes del siglo XX para las que hubo ayudas pero no previa declaración de zona catastrófica fueron las del 21 de abril de 1946, en pleno Viernes Santo en Orihuela, bautizada como Riada de la Bendita. El temporal de lluvias produjo grandes inundaciones, causando víctimas y centenares de casas destruidas.

En el Reguerón se produjeron roturas en los alrededores del puente de Santa Catalina, inundando zonas de huerta. El agua saltó por encima del puente del Palmar. El día 22, el Segura, a su paso por Murcia, se desbordó. En general, quedaron inundadas la amplia zona que va desde Archena hasta Guardamar, causando grandes destrozos. En la huerta quedaron afectadas por los desbordamientos 200.000 tahúllas, de las que 85.000 correspondían a Orihuela. Los pueblos alicantinos de Dolores, Rafal y San Fulgencio fueron evacuados ante el peligro de ser bloqueados por las aguas.

Tres años después, el 22 de octubre de 1949, otra gota fría hizo que el río Guadalentín inundara la huerta de Lorca y núcleos urbanos de la ciudad. La huerta lorquina quedó anegada en una extensión de 15.000 hectáreas, afectando también al río en Orihuela, quedando inundada en su totalidad y alcanzando las aguas alturas de dos metros. También sufrieron los efectos de la inundación las localidades de Almoradí, Dolores, Rafal y la totalidad de los términos municipales de Bigastro, Jacarilla, Benejúzar y San Fulgencio.