La Policía Nacional, en colaboración con EUROPOL, ha detenido en Alicante a tres personas acusadas de tráfico de seres humanos y pertenencia a una organización criminal que operaba en varios puntos de España. Los detenidos utilizaban hoteles y locutorios de la ciudad como punto de recogida de los pasajeros irregulares, a quienes desplazaban en autobús hasta la frontera francesa.

Con la promesa de asegurar la salida de España hasta Francia y Bruselas, esta red criminal captaba inmigrantes ilegales, que llegaban en patera hasta Almería y les ofrecían un billete de autobús, que triplicaba el valor de un ticket regular. Para el transporte utilizaban autobuses de empresas ubicadas en Marruecos, Francia y España, cuyo punto de partida era el Puerto de Almería.

Según precisan fuentes de la investigación, los captores formaban grupos especializados en nacionalidades, dividiéndose en marroquíes, argelinos, malienses y sirios. El grupo especializado en malienses, se dedicaba a sustraer menores extranjeros no acompañados de un centro de protección de Almería. Para fugarse del centro, los menores empleaban la violencia contra los trabajadores sociales.

Asimismo, para diversificar su negocio y obtener mayores beneficios, la organización criminal empleaba los autobuses también para el tráfico de hachís, contrabando de tabaco y tráfico de especies cinegéticas. Contaba con una infraestructura al servicio de otras organizaciones criminales, elevando los contactos al ámbito trasnacional. Se encontraron grandes cantidades de dinero ocultas en huecos de los autobuses.

Taquillas Black

Los autobuses iniciaban dos rutas desde Almería, una con destino Estrasburgo y otra con destino Bruselas. En ese trayecto, existían numerosas paradas a lo largo de la costa Mediterránea para la subida de más inmigrantes. A estos puntos de recogida se les denomina "Taquillas Black", y se situaban en hoteles o locutorios conocidos por los inmigrantes.

Cuando se aproximaban a la frontera entre España y Francia, extremaban las medidas de seguridad para no ser detectados. Enviaban coches lanzadera o se salían en pueblos adyacentes para evadir el control policial. Al llegar a La Junquera, se bajaban todos los pasajeros irregulares y los separaban en grupo para que continuaran en taxi hasta la primera estación de servicio en Francia, donde volvían a subir al autobús para continuar el viaje.