Santa Pola amaneció ayer convertida en el escenario de una batalla, atrapada entre la sierra, de la que se desprendieron numerosas rocas, sobre todo en la zona este de la villa marinera, y la penetración del mar que se tragó buena parte de la franja litoral del Baix Vinalopó y que convirtió los paseos marítimos en lodazales. Desde los principales puntos de acceso a la localidad ya se podían comprobar los cortes de calles y ver a los operarios trabajar a toda máquina en las tareas de limpieza y reparación con el propósito de minimizar los efectos de la tromba de agua del jueves.

Las playas fueron los puntos más castigados por las inclemencias del tiempo. El paisaje que ofrecía Gran Playa antes del mediodía era desolador, con el cielo gris todavía descargando y un arenal partido por lodazales y charcos. Muy cerca, la calle Castellón estaba completamente llena de agua y, en medio de las dos estampas, los camareros comenzaban a limpiar las terrazas de la mejor forma que podían, como Bernardo: «La playa parecía un lago y hemos tenido suerte porque el agua no ha entrado en el interior de los locales».

Peor suerte corrieron en el paseo náutico de Santa Pola, donde el agua, por ejemplo, sí que llegó a adentrarse en los huecos de los ascensores de edificios situados en la avenida Jesús Astondoa Santamaría. «Tenemos a personas mayores atrapadas en las plantas altas porque no pueden utilizar el ascensor», indicaba Baldo, presidente de una comunidad de vecinos, mientras los operarios municipales abrían las tapas de los colectores. El vecino destaca la poca capacidad de la villa para plantar cara a lluvias torrenciales como las de estos días.

También fue ayer un día de muchas fotografías en Santa Pola, unas imágenes capturadas a través de los teléfonos móviles que darán trabajo en los próximos días a las aseguradoras. Y fue una jornada en la que hubo mayor presencia de medios, que se dejaron notar en diferentes puntos de la localidad, como en la calle Lina Baño, en la que una comunidad de vecinos lamentaba el destrozó que se había producido en su garaje, inundado hasta el techo, a su juicio, por la mala gestión municipal.

Por su parte, el acceso a las urbanizaciones de Santa Pola del Este permanecía cortado, con las rocas amontonándose en primera línea de playa. Mientras tanto, el Ayuntamiento pedía a los vecinos que fueran desalojando calles como Ramón y Cajal, recurriendo a coches con altavoces y emitía comunicados en los que iba informado a la ciudadanía casi en tiempo real y en los que también agradecía la ayuda ofrecida por Elche y Alicante o pedía vehículos 4x4 particulares para intervenir en zonas conflictivas.

Evaluación

El Ayuntamiento de Santa Pola ha registrado más de 300 actuaciones de salvamento, así como intervenciones en el corte de calles como consecuencia de la gota fría. Desde el Consistorio siguen evaluando los daños que se han ocasionado en la villa marinera, que son numerosos. En total el Ayuntamiento contabilizó más de cincuenta coches arrastrados por la riada en varios puntos como el entorno de Felipe II o el sector Virgen del Carmen. Se registraron unos quince casos de personas atrapadas, entre ellas alguna familia al completo, en el interior de los vehículos. Así las cosas, el despliegue era de más de 130 efectivos de los cuerpos de Protección Civil y la Policía Local con refuerzos de la plantilla de Elche y de la Guardia Civil.