La pesadilla se repite en la Vega Baja. El fantasma de la riada de 1987 ha vuelto a Orihuela, que ayer registró los peores efectos de una gota fría desde hace 32 años y la única que se produce en la primera quincena de septiembre». «Esto es un desastre, un desastre», exclamaba reiteradamente el juez de Aguas, Pedro Mompeán. Los recuerdos de la última gran riada, en noviembre de 1987, que asoló la comarca estuvieron muy presentes. Y ese miedo venía motivado porque desde ese año, Orihuela y la comarca no habían registrado las precipitaciones que ayer se dieron, según ha confirmado Pedro José Gómez, de MeteoOrihuela. En la ciudad se registraron 257 l/m2, hasta las 14 horas. El carácter excepcional de esta gota fría reside en la fecha. Es la primera vez que se da tan pronto, en la primera quincena de septiembre, cuando siempre lo ha hecho, en octubre, noviembre o diciembre.

Las lluvias torrenciales anegaron las calles del centro de la ciudad y los barrios de San Antón, Las Espeñetas, San Isidro y el polígono Puente Alto quedaron aislados. La virulencia y la cantidad de las lluvias provocaron el desprendimiento de rocas y cortaron, con varios metros de altura, la Nacional 340 antes de llegar al túnel que comunica las dos partes de la ciudad. Por la tarde, los tubos del trasvase, en el sifón de Orihuela, resultaron dañados.

En la madrugada del miércoles al jueves comenzaron las precipitaciones, sin registrarse ningún incidente, pero a partir de las 10.30 horas de ayer cayó un torrente de agua que en poco más de tres horas anegó las calles de la ciudad y comercios. A media mañana, tras la reunión del Centro de Coordinación Municipal (CECOPAL), la Policía Local anunciaba el corte de todos los accesos a la ciudad y la prohibición de circulación de todos los vehículos. Las lluvias no cesaron en toda la mañana, lo que obligó a desalojar el Centro Ocupacional Oriol y habilitaron el albergue provisional situado en el colegio Virgen de la Puerta, en el que alojaron a 34 personas, 23 de ellas usuarios del Centro Ocupacional, dos monitores, y a dos familias con nueve miembros.

La tormenta dio una pequeña tregua, momento en el que los comerciantes se afanaban en achicar el agua, con cierta urgencia pero con la resignación de que por la noche volviera a inundarse. «Y dónde tiro yo el agua que estoy recogiendo, las alcantarillas están llenas y la calle también», explicaba uno de la Plaza Nueva mientras recogía en cubos el agua del interior. Los comerciantes aprovecharon un parón para colocar plásticos y sacos de arena y cerrarlos, con el miedo y la incertidumbre de lo que pasaría en las siguientes horas y no querían aventurarse en la evaluación de los daños porque «todavía no ha terminado esto».

A primera hora de la tarde el CECOPAL decretó el nivel de alerta 1, el previo para que las riendas las tomara la Generalitat y recomendaron en un comunicado que la población no saliera de sus casas a menos que fuera estrictamente necesario.

Hospital inundado

El Hospital Vega Baja en Orihuela suspendió ayer las consultas y el quirófano programado debido a las fuertes lluvias que han provocado inundaciones dentro del centro y que anegó pasillos, baños, consultas y quirófanos. Según fuentes consultadas, algunas plantas dejaron de tener luz y necesitaron el uso de generadores eléctricos. Fue necesario el bombeo de agua para achicarla. En las calles de Orihuela también se notaba el colapso en las alcantarillas por el esparcimiento de plásticos y papeles por las aceras.

Muchos ciudadanos no dejaron de mirar la crecida del río preocupados por el devenir de las lluvias de Murcia y el agua proveniente de la sierra. A las diez de la mañana de ayer el río contaba con 1,5 metros de altura y a las siete de la tarde ya superaba los cinco. Antes del cierre de esta edición, desde la Confederación Hidrográfica del Segura alertaron del riesgo alto de desbordamiento y aconsejaron a los ciudadanos que no se acerquen a los caudales.

Ximo Puig visita la zona

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el de la Diputación, Carlos Mazón, acudieron por la tarde a Orihuela para afrontar estas duras horas y aseguraron que «ahora es el momento de centrarse en el rescate de las personas». Anoche seguían atrapados trabajadores de Puente Alto y varias familias en el barrio Escorratel. «Estamos viviendo una situación inédita y trágica en Orihuela», señalaba el alcalde, Emilio Bascuñana, que aseguraba no haber visto nada parecido. Puig mantuvo ayer una reunión urgente en el puesto de mando avanzado. Allí se congregaban la máxima autoridad municipal junto al presidente de la Diputación, Carlos Mazón, y el diputado de Emergencias, así como responsables de la Unidad Militar de Emergencias, la Guardia Civil, el director del área en la Generalitat, el jefe de Bomberos de Orihuela y representantes de la Policía Nacional, la Policía Local y Protección Civil.

Tras esta toma de contacto para conocer la situación in situ, el president de la Generalitat visitó las zonas más afectadas, como el Rabaloche y en el albergue habilitado en el colegio Virgen de la Puerta a los rescatados del centro ocupacional Oriol y a varias familias alojadas allí provisionalmente.

El president Puig ordenó ayer la movilización de todos los medios disponibles, desde embarcaciones a vehículos pesados y helicópteros. El principal temor era que se desbordara el río y ya se trabajaba ayer en retirar cañas y material del cauce. «Hoy es día de centrarse en las personas y mañana ya valoraremos los daños», señaló el jefe del Consell en referencia a la posible declaración de zona catastrófica.