A esta historia sólo le falta un marco navideño para tener todos los ingredientes de uno de esos finales felices que arrancan sonrisas y lágrimas a la par. El protagonista es Lucas. Tiene 12 años, apenas pesa tres kilos y es un cruce entre chihuahua y yorkshire. Lucas vivía feliz con su familia en Teulada. Salía y entraba de casa con la tranquilidad con la que, también los animales, viven en los pueblos pequeños. Pero un día no regresó de aquellas andanzas. La familia le buscó, colgó carteles, llamó a las puertas de los vecinos, pero Lucas se había esfumado, o más bien, alguien se lo había llevado.

De aquel fatídico día han pasado siete años en los que la familia no ha vuelto a saber nada de su querida mascota. Todo cambió la semana pasada, cuando Antonio C. U. recibió una llamada de la Protectora de Animales de Alicante diciendo que habían encontrado a un perro cuyo chip indicaba que estaba a su nombre. «En un primer momento les dije que se habían equivocado. Pero cuando lo describieron me di cuenta de que era Lucas y casi me desmayo». El animal apareció en la Zona Norte de Alicante después de que una persona llamara a la Protectora advirtiendo de que un perro estaba merodeando suelto, por la calle, sin dueño. Ese mismo día, Antonio cogió el coche y se fue hasta Alicante para reencontrarse con su perro. «Fue muy emocionante verlo de nuevo. Han pasado siete años y ahora es un anciano. Está más gordo, sin dientes, y le cuesta moverse».

La familia no sabe dónde ha podido estar estos años. Sí están seguros de que fue robado. «La noche que desapareció, yo estaba viendo un partido de fútbol en un bar y él se quedó fuera esperando», recuerda su propietario. «Cuando salí a buscarlo no lo encontré y pensé que estaría por el pueblo, así que al principio no me asusté, hasta que al día siguiente comenzamos a buscarlo y a pegar carteles, pero jamás supimos de él». Pese a los años que han pasado, la familia jamás perdió la esperanza de volver a ver a Lucas. Su dueño conserva todavía los enseres del perro. «Mi hija tenía entonces cinco años y le prometí que algún día volvería a ver a su perro».

Lucas ya lleva unos días en casa. La entrega se hizo de una manera tranquila para que el animal no se agitara. «Al principio estaba un poco raro, pero a los dos días ya reconocía toda la casa». Antonio C. U., que prefiere no dar sus apellidos completos por miedo a que le vuelvan a robar a su perro, solo quiere que Lucas pase sus últimos años tranquilo, con la familia que le dio su primer hogar. Michel Follet, el presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, afirma que en este tiempo el perro no ha pisado un veterinario. «Ahora el objetivo es que viva el mayor número de años con calidad». Un perro de estas características puede vivir hasta 16 años. Para Follet, esta historia demuestra lo importante que es para los perros contar con un microchip en el que aparezcan grabados los datos de sus propietarios. Este pequeño dispositivo es el que ha permitido que Lucas vuelva a reunirse con sus dueños.