Le disgusta la estética de Alicante y lamenta su crecimiento anárquico. Es la visión que tiene de la ciudad Juan Antonio García Solera, de 94 años, tras más de seis décadas de carrera, de la que el periodista Martín Sanz da fe en «Testimonio de una época», libro patrocinado por la Diputación. El lunes se presenta en el ADDA (20 h).

¿Qué le parece el homenaje a su legado a través del libro «Testimonio de una época»?

Supone que mi vida y trayectoria tienen un interés. Me ha ayudado a recordar momentos y situaciones que tenía olvidadas y que me han vuelto a emocionar.

¿Cuántos años de carrera van?

Acabé la carrera en 1953, y empecé a batallar porque antes había que luchar muchísimo. Y hasta hoy. Sigo viniendo todos los días al despacho unas horas porque me visitan estudiantes interesados en alguna obra mía y yo les explico cómo se proyectó y se hizo. Me divierto y ellos quizá aprendan algo.

¿Qué obra suya considera más importante?

La Escuela de Policía de Ávila. Es una obra que me respetaron totalmente, con un auditorio de 1.400 plazas y otro de mil para la Interpol, y con laboratorios para huellas dactilares. Todo muy completo. Fui a ver escuelas en Alemania, en Francia y la de Washington. Hacía edificios oficiales porque proyectar viviendas es aburrido. Prefería mover bloques grandes, a mi manera, y con mi formación de urbanista.

¿Y en Alicante?

He hecho muchas casas y buenas, porque a mí me gustaba la calidad, no la cantidad. Construí el complejo Vistahermosa, la obra más romántica para mí (con 426 viviendas y once comercios), dos edificios en la Rambla, uno en Alfonso El Sabio y otro en la plaza de Luceros muy bonito. La Escuela de Maestría, la de Óptica...

También el ADDA...

R Es mi último proyecto, junto a la restauración del edificio del hotel Palas para la Cámara de Comercio. Realmente el Auditorio Provincial forma parte de un complejo, del que no se ha hecho nada todavía. El edificio se ve mordido por un grupo escolar que tenía un patio que se recortaba y se dejaba todo el frente abierto. El programa inicial incluía un auditorio con música de cámara y sinfónica, y un instituto de formación musical.

¿Qué espinita le queda?

Redacté un Plan General. Fui al Ministerio a explicarlo y lo aprobaron en 1974 pero al cambiar el régimen lo tiraron para atrás. Me dijeron que era muy caro pese a que estaba justificado de dónde salía todo el dinero. Me di cuenta de que no había nada que hacer. Fue una faena porque desarrollaba la ciudad alrededor de la bahía. Alicante se quedó como estaba, con un centro muy congestionado, que es lo que tenemos ahora. Yo era luchador y ambicioso pero no de pegar gritos y no me gustaba ir al Ayuntamiento porque discutía. El urbanismo era muy bonito pero lo dejé porque me di cuenta de que era perder el tiempo: no entendían lo que era un plan. Un PGOU no es para hacer calles sino para dirigir a la ciudad y a su gente.

¿Cómo ve Alicante desde el punto de vista arquitectónico?

No me gusta, creo que no funciona. En el plan que me rechazaron incluía una serie de aparcamientos perimetrales y los coches que venían de fuera se quedaban ahí. Hubiese sido una buena solución. Además, prolongábamos la ciudad hacia el sur. Como Alicante no es la ciudad que yo pensé no me gusta. Se han perdido unos años muy buenos en que ha habido dinero y no se ha empleado bien.

¿Cómo ve la personalidad arquitectónica de Alicante?

La personalidad arquitectónica de Alicante se ha perdido. Lo veo todo muy desorganizado. Esas cosas aisladas, de mal gusto, sin respetar la poca arquitectura que tenía. Alicante era una ciudad pequeña, burguesa, con unos cuantos edificios de valor, y todo eso ha desaparecido. La ciudad se ha parcheado, no se ha estudiado globalmente, ahora pongo esto, ahora hago lo otro, crece sin orden.

¿Cómo ve otras ciudades?

Cuando estudiaba, los jóvenes alicantinos siempre teníamos en mente que Alicante y Málaga eran dos ciudades que competían, similares, que tienen el mismo mar. Sin embargo, a Málaga la han cuidado y se han rodeado de equipamientos culturales y museos. Han sabido hacerlo con un punto de mira de la ciudad que querían y aquí no. Quizá también sea porque realmente alicantinos somos pocos. Viene a vivir mucha gente de fuera que no siente la ciudad.

¿Hay modelo de ciudad?

Lo echo en falta. Pero el sentido de las ciudades tampoco se puede cambiar constantemente. La ciudad se hace sola con los años con una dirección política, que aquí ha faltado y es una pena. Benidorm hizo una ciudad para el turismo y la hizo bien. Elche y Murcia están bien pero Alicante no tiene norte. Lo que no puede ser es que cada uno la cambie según su gusto. Deben dejarla que vaya sola, y esperar. Mi plan tenía un techo para 40 años, con una ciudad arropada en el Puerto como era históricamente.

¿Y qué opina de los macrodepósitos del Puerto?

Efectivamente esos macrodepósitos pueden tener sus inconvenientes para la ciudad, como que el viento arrastre el material que traen. Antiguamente los barcos hacían eso. Habrá qué ver cuánto incide porque eso ya es una macroestructura para toda la Comunidad, y ver cuántos barcos vienen.

Su hijo Javier eligió también la carrera de arquitecto...

Es muy bueno, mejor que yo. Estudió Arquitectura pero nunca me lo traía al despacho. Me lo llevaba a las obras porque quería que supiese lo que es el hormigón, el cemento y el ladrillo.

¿Le hubiera gustado hacer carrera en el extranjero?

No tenía tiempo para salir de aquí, además en mi época estaba muy valorada la Arquitectura y venía gente de fuera a estudiar.

¿Le tentaron para entrar en política?

Un gobernador quiso que fuera alcalde pero le dije que ni hablar. Tener amigos políticos sí pero meterme en política no quería.