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El poblado de la metadona: tres «traslados» de cien metros en quince meses

Los indigentes y toxicómanos se han ido moviendo desde que el Ayuntamiento desmanteló el campamento junto al centro de metadona

Agosto, 2019. Su último asentamiento, en pleno Monte Tossal. Rafa Arjones

Monte Tossal: inmejorables vistas a los dos castillos, a diez minutos de la playa del Postiguet, muy cerca del Rico Pérez y con tiendas de campaña en las que malviven personas sin hogar. No es el anuncio de una promotora de viviendas, es la triste realidad de una ciudad turística que no es capaz de poner solución a un problema enquistado.

El poblado de la metadona estaba situado junto al centro provincial de drogodependencias de Cruz Roja, enfrente del estadio donde juega el Hércules, en el Monte Tossal. Allí, una docena de indigentes y toxicómanos malvivían con sus escasas pertenencias en chabolas hechas de cartones, telas o plásticos y, en algunos casos, con una plancha de uralita como techo.

Tras una década en su «hogar», el Ayuntamiento procedió en abril del año pasado a desmantelar el campamento para recuperar una zona singular de la ciudad que llevaba más de dos décadas en el olvido. Así, las máquinas barrieron la zona y, con ello, las casas de los sin techo, para dar paso a unas obras que han permitido conectar el monte con los barrios de Campoamor y Carolinas Bajas.

Comenzó en ese momento el pergrinaje del poblado, unos nómadas del siglo XXI en la que es la quinta ciudad de España. Apenas se movieron unos metros hacia abajo, en el entorno del Rico Pérez y el pabellón Pitiu Rochel.

Allí estuvieron unos meses, hasta que en enero de este año un partido de fútbol, no de los que juega el Hércules cada dos semanas sino un encuentro femenino amistoso entre España y Estados Unidos, provocó que el Ayuntamiento decidiera, otra vez, proceder al desalojo.

Aunque volvieron a los pocos días, una vez se apagaron los ecos de las estrellas de fútbol norteamericanas, al poco tiempo cogieron sus bártulos y encontraron acomodo apenas un centenar de metros más arriba. Justo detrás del centro de drogodependencias de Cruz Roja, en la calle Marco Oliver número 8, a pocos metros de la Casa Sacerdotal.

Allí permanecieron unos meses hasta que también les tiraron, coincidiendo con la denuncia de este periódico de su situación y de que una vecina alertase del mal olor, gritos continuos y la falta de soluciones del Ayuntamiento.

¿Y dónde decidieron ir? Pues a la casilla de salida, que tras las obras de adecuación, resultan un poco más cómodas para instalarse. Es decir, de vuelta al Monte Tossal, a una veintena de metros del centro de metadona.

Se trata de personas muy vulnerables, que tienen problemas de drogodependencias y llevan muchos años en la calle; de hecho, Cruz Roja ya alertó de que es muy complicado que puedan salir de esta exclusión social cronificada.

Pero tampoco los partidos políticos han sido capaces de encontrar una solución, más allá de declaraciones y de proceder a un desalojo tras otro. El tripartito de izquierdas, el PSOE en solitario, el PP de Barcala y ahora el bipartito gobiernan sin haber impulsado una medida.

Mientras, en un espacio con vegetación, pasarelas peatonales, sendas y escaleras, en medio del Tossal, visibles desde la carretera y formando parte del paisaje, por donde pasean vecinos con sus perros y ciudadanos que utilizan los caminos, el poblado se ha asentado. Hasta el próximo desalojo.

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