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Los robots se vuelcan en la enseñanza y la asistencia sin dejar de lado la industria

Alumnos de la Universidad de Alicante idean un pequeño humanoide capaz de dar clases de programación y robótica

Los robots se vuelcan en la enseñanza y la asistencia sin dejar de lado la industria

Un robot capaz de enseñar programación y robótica a alumnos de todas las edades, otro que ayuda a la rehabilitación de pacientes, sistemas de monitorización para dependientes y discapacitados, dispositivos que ayudan a recuperar la movilidad de una mano y robots capaces de realizar tareas de limpieza o rescates en el campo. Estos son algunos de los proyectos que están llevando a cabo alumnos e investigadores de la Universidad de Alicante (UA).

La robótica ha entrado de lleno en la era asistencial que, según los expertos consultados, abre un campo infinito de aplicaciones para hacernos la vida más fácil. «La robótica se divide en la industrial, ya bastante asentada y donde se sigue avanzando, y la no industrial donde entraría toda la labor asistencial. En este campo vivimos una explosión. Aún no hemos llegado al punto de que los robots sean autónomos, nos estamos centrando en que realicen tareas de apoyo a los humanos», expone el profesor de la UA e investigador del grupo de Automática, Robótica y Visión Artificial, Francisco Candelas. Preguntado por cuándo nos habituaremos a interactuar con humanoides, este experto cree que «en los próximos cinco o diez años ya nos acostumbraremos a los robots que nos ayuden a resolver tareas complicadas o de apoyo a la labor asistencial, pero yo calculo que no funcionarán de manera totalmente autónoma hasta el fin de este siglo».

La UA está volcada en esta vertiente de apoyo con varios grupos de investigación trabajando en mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad, dependientes y mayores. Eso sí, sin dejar de lado a la industria con la que colaboran activamente en el desarrollo de brazos robóticos con manos que sustituyan a las pinzas y sean capaces de mejorar el tacto y la manipulación de objetos delicados.

La educación es otro de los ámbitos que vivirá una revolución con la inteligencia artificial y la robótica. En un futuro no tan lejano podremos ver robots en las aulas que apoyen a los docentes y algoritmos encaminados a personalizar cada vez más la asimilación de conceptos por parte del alumno. En la UA ya trabajan incluso en un proyecto que permitirá a la máquina detectar el estado de ánimo del estudiante y proponerle las tareas más adecuadas en función del mismo.

En el campo de la robótica aplicada a la educación es donde se han centrado dos alumnos que están a punto de acabar sus grados, Saúl Cova y María Cutillas, de Ingeniería Robótica y Publicidad y Relaciones Públicas. Estás desarrollando a Robi, un pequeño robot cuyo prototipo imprimen estos días en una impresora 3D. El proyecto les ha valido el Premio Impulso de la UA, lo que les ha animado a continuar con la idea al entender el jurado que es viable, y les ha otorgado 3.500 euros para poder continuar. Y también se han llevado el premio Fundeun. Este pequeño robot está diseñado para ejercer como profesor de robótica. «Los robots que hay ahora son más bien juguetes y queremos dar el salto a uno más sofisticado técnicamente. La robótica educativa se encuentra en plena expansión y si no lo hacemos nosotros lo harán otros», explica Cova. Así, a los sensores de ultrasonidos e infrarrojos van a añadir sensores lidar que pueden medir la distancia desde un emisor láser a un objeto, navegación autónoma, cámaras de realidad virtual y tecnología de reconocimiento de voz y rostro. Además, con un diseño «estéticamente atractivo y con los detalles muy cuidados», añade Cutillas.

Para todas las edades

Robit usará inteligencia artificial y machine learning para adaptarse al nivel del usuario, que puede ir desde los 5 años en adelante. La idea es que se adecúe a cada edad y vaya lanzando retos de programación que incentiven un aprendizaje divertido. El objetivo en el caso de los niños es lograr que lo puedan hacer solos. «Muchas academias de robótica pueden beneficiarse de este producto y en un futuro nos gustaría que pudiera entrar también en los colegios y en la universidad. Incluso en cursos que dan las empresas a sus empleados», afirma su desarrollador.

«Si todo va bien el año que viene podría salir ya al mercado. Nuestro objetivo es que su precio no supere los 500 euros para que los centros se los puedan permitir», señala Cova.

En la modalidad destinada al profesorado también ganó el Premio Impulso el proyecto AdapAI, del grupo de investigación de Robótica y Visión Tridimensional que dirige Miguel Ángel Cazorla. Este empujón ha convencido a sus miembros para montar una empresa. «Tras siete años de investigaciones y con la tecnología ya madura nos vamos a lanzar a crear una empresa de base tecnológica en el Parque Científico», avanza Cazorla. Se trata del grupo que creó al ya famoso robot Pepper. Este simpático humanoide ya ha probado sus habilidades para ayudar a realizar ejercicio a personas mayores o a recordarles que deben tomar su medicación. En esta línea, el grupo ya tiene desarrollado un sistema de monitorización de personas dependientes que es capaz de detectar si la persona se ha caído, lleva demasiado tiempo sin moverse o ha entrado en el cuarto de baño y no ha salido en un tiempo prudencial. El dispositivo es capaz de dar la voz de alarma a un familiar o cuidador. Pensando en el ocio de las personas mayores también han creado una gafas de realidad virtual que les pueden transportar al campo, a la playa o a la casa y al barrio donde pasaron su infancia. Para las personas que están en distintos tipos de rehabilitación han ideado un sistema de realidad aumentada que permite al terapeuta visualizar a los pacientes en 3D para ver si realizan correctamente sus ejercicios y comunicarse con ellos.

Ayuda, pero para recogida de objetos, limpiezas en el campo o en la playa e incluso para rescates. Ese es el proyecto que acaba de conseguir 100.000 euros de financiación del Ministerio de Economía y Empresa y cuyo investigador principal es Francisco Candelas. «Se trata de un vehículo eléctrico de transporte en almacenes modificado para que pueda moverse en espacios abiertos», indica Candelas. «La idea es programarle rutas y que sea capaz de moverse de manera autónoma sorteando obstáculos para limpiar una determinada zona o recoger lo que se le indique», afirma el investigador. El proyecto es para tres años, pero ya han comenzado con fondos propios y han añadido ya por ejemplo un láser que explora el entorno, un sistema de GPS, varios sensores y un cuentakilómetros. El siguiente paso será incorporar un brazo robótico para realizar las distintas tareas. «La principal dificultad es el desarrollo necesario para que en vez de en espacios cerrados como ya funcionan muchos robots, éste sea capaz de hacerlo en espacios abiertos donde las referencias son más complicadas», señala Candelas.

Alumnos y profesores de robótica, biomedicina, diseño, multimedia, telecomunicaciones, química, sociología, publicidad, psicología de la salud, ingeniería de producto y terapia ocupacional de la UA, la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y la Universidad Politécnica de Valencia forman en grupo Artefactos. Es un equipo multidisciplinar con fines sociales que no sólo desarrolla robótica, sino «cualquier dispositivo que mejore la vida de personas con algún tipo de discapacidad y que o bien no exista o bien sea muy caro en el mercado. El concepto es que el diseño nos ayude a mejorar la calidad de vida y casi todo lo que hacemos lo colgamos en abierto para que otras personas puedan descargarse las instrucciones y montarlo en una impresora 3D», explica su director Javier Esclapés. Así es como están ultimando un exoguante para dar movilidad en la mano a quien no la tiene y que está en proceso de patente. Y también un exobrazo diseñado para personas con movilidad reducida en un brazo y que se mueven en silla de ruedas. Con el artilugio serán capaces de realizar tareas como asearse o beber agua. Estos son los más «robóticos» pero están ideando también una flauta para niños que sólo tienen una mano o una muleta que se tiene sola de pie.

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