La Autoridad Portuaria de Alicante ha adjudicado la "réplica" del Santísima Trinidad a una empresa turística, especializada en viajes de lujo, que trasladará la plataforma flotante a la República de Cabo Verde.La empresa adjudicataria dispone de un plazo de dos meses, ampliable a ocho, para realizar las reparaciones básicas imprescindibles y conseguir los permisos necesarios, para poder realizar su traslado al país africano.

El trayecto hasta su próximo destino, de aproximadamente 2.000 millas náuticas, lo haría propulsado por un remolcador, y una vez allí sería acondicionado en profundidad por unos astilleros, para continuar su uso como restaurante y sala de fiestas.

Última singladura. Cuando el pasado enero parecía que el artefacto náutico tenía las horas contadas en Alicante por la oferta que había llegado de una empresa de Benidorm para fondearlo en la capital turística, todo volvió a empezar la pasada primavera porque tras pagar, incluso, la fianza, la sociedad no siguió con los trámites por lo que el concurso quedó desierto. La segunda opción, una mercantil que quería comprarlo para su desguace no logró los permisos necesarios, y el tema volvió a quedarse en punto muerto.

El problema no era el precio de la subasta, porque si la réplica pudiera abrirse al público se amortizaría en menos de tres temporadas, pero para que Capitanía Marítima autorice su actividad debe pasar previamente una inspección en un dique seco, y ello conlleva un remolque hasta Cartagena o Dénia, más las actuaciones a que obligue Capitanía tras la inspección, un proceso inviable económicamente a no ser que luego opere en alguno de esos puertos.

No obstante, con la adjudicación de hoy la réplica del que fuera un un navío español de 120 cañones en un principio, ampliados hasta 140 con posterioridad tendrá futuro. Fue el barco más grande de su época, por lo que recibía el apodo de "El Escorial de los mares", y fue uno de los pocos navíos de línea de cuatro puentes que existieron. A pesar de ello, no resultaba muy eficaz por lo torpe y lento de su navegación. Se hundió tras los daños sufridos en la Batalla de Trafalgar.

El Santísima Trinidad fue el buque insignia de la Armada Española en el siglo XVIII. Dotado de 112 cañones, el navío era el más grande de la época. Combatió en todas las batallas españolas desde 1769 hasta su final en la de Trafalgar, en 1805, tras la que acabó hundiéndose por los daños sufridos.

Este artefacto náutico debe pasar una inspección en un dique seco antes de volver a albergar actividad alguna en su interior y ello conlleva un remolque hasta Dénia, donde se realizarán estos trabajos para la puesta a punto del Santísima Trinidad. No hay que olvidar que la réplica del navío sufrió una serie de desperfectos durante su traslado lo que unidos a los descuidos sobre el mismo de su anterior propietario obligan a un examen y, una vez realizado, el barco podrá poner rumbo a su nuevo destino: Cabo Verde.