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Solo un tercio de las comisiones logra crecer en festeros e ingresos

Los grandes racós con que se financian las hogueras de mayor presupuesto se distribuyen sobre todo por el centro mientras a la mayoría de distritos del extrarradio cada vez les cuesta más plantar

Festeros de la hoguera La Ceràmica, ganadora de Especial, que está fuera del centro pero sigue creciendo. Pilar Cortés

Hay hogueras a dos velocidades en Alicante. Un tercio de las que plantan, unas treinta, crecen en festeros e ingresos y son en su mayoría comisiones céntricas que montan grandes racós con más de cien mesas. Al resto, unas sesenta, les cuesta cada vez más conseguir colaboradores que les permitan cerrar sus presupuestos de forma holgada: son sobre todo comisiones del extrarradio. La brecha entre ellas es cada vez mayor.

«La Fiesta es como una maravillosa pompa pero la pinchas y las carencias son enormes. Si no cambiamos el chip, moriremos de éxito», afirma Juan Carlos Vizcaíno, foguerer de la hoguera Gran Vía Garbinet y profundo conocer de la celebración, de la que forma parte desde 1986. Se refiere al divorcio entre la ciudad y las Hogueras, y al desapego de muchos alicantinos con la fiesta del foguerer. «Las barras deben ser controladas por el Ayuntamiento y las comisiones tienen que entenderlo porque el vecindario se puede poner en contra de la Fiesta por los excesos que se cometen, sobre todo en el centro».

De la deriva de la celebración dan cuenta los datos: el censo de foguerers es cada vez más reducido. Si hace 10 años había más de diez mil inscritos, ahora son menos de 7.500. En la zona de playas, con más de 30.000 habitantes, solo plantan tres hogueras y ninguna barraca. En la ciudad hay 3o comisiones bien asentadas pero el resto lo pasa mal.

Para ello considera que la clave está en abaratar cuotas y puso como ejemplo la enorme diferencia entre lo que pagan los socios de las hermandades de Semana Santa, unos 40 euros al año, por 400 euros y hasta 500 euros los de las comisiones fogueriles. Un sistema a adoptar sería el de València, basado en el festero, frente al sistema de Alicante, en el que las comisiones eran las depositarias de la financiación del barrio, que funcionó hasta que la ciudad se transformó demográficamente y llegó la crisis: los vecinos se volvieron reacios.

«Ese desapego del vecindario hay que revertirlo. Hace falta una reformulación por la Federación de Hogueras. Hay que intentar que se den de alta las personas que se gastan 200 ? para coger una mesa en un racó durante las fiestas». Otra clave es la conciliación con el interés de los vecinos y una búsqueda de un mayor equilibrio entre el centro, saturado, y los barrios.

Hogueras como Sagrada Familia, en el extrarradio, siguen creciendo gracias a un sistema de cuotas que consideran asequible, de 35 euros al mes los adultos, y 5 euros los niños, que suelen arrastrar a sus familias. Manejan un presupuesto anual de 130.000 euros, básicamente de las citadas cuotas, y el resto de patrocinadores, de subvenciones del Ayuntamiento y la Diputación gracias a que plantan en categoría Especial, y del racó, del que recaudan unos 10.000 euros gracias a las familias del barrio.

«Tenemos muchas actividades que permiten disfrutar. Mucha gente dada de alta ni desfila ni tiene el traje porque no le gusta pero está por el ambiente», señala Carlos Gosálbez, presidente de esta comisión con 187 festeros.

En el lado opuesto, hay hogueras como Barrio José Antonio que con 25 festeros tiene que conseguir un presupuesto de más de 20.000 euros. El 80% es de cuotas y venta de lotería, y algo por la publicidad y las mesas. «El problema es que la Fiesta se ha ido toda al centro gracias a la publicidad, a los racós de más de cien mesas y al alquiler de suelo para montar discotecas, que al final pagaremos las consecuencias. El grueso se lo lleva la zona comprendida entre la Plaza de Toros, Sèneca y el paseo de Gómiz. Los desgraciados estamos en el extarradio, nos vamos quedando al margen de la Fiesta», señala Rafael Soler, presidente de la asociación festera.

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