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Los excesos de la fiesta

Por unas Hogueras más amables

El colapso del centro de Alicante durante diez días con picos de un millón y medio de personas en las calles provoca un aluvión de quejas ciudadanas

Miles de personas en la avenida de la Estación en la mascletà del sábado 22 de junio. Rafa Arjones

Que las Hogueras de Alicante han tenido un antes y un después no tiene discusión. La Fiesta, que siempre se ha celebrado en la calle gracias al espléndido clima de junio, se ha desbordado, sobre todo en el centro de la ciudad, donde está el escaparate festero con los monumentos más visitados, las mascletàs, los macrorracós y los espacios alquilados por las comisiones a discotecas para poder financiarse ejerciendo un gran atractivo entre los jóvenes. Está adquiriendo tal volumen que la propia Federación de Hogueras invita al Ayuntamiento a asumir la dirección de los actos. Hay sobre todo un eje, el de la avenida de la Estación, Doctor Gadea, Luceros, Alfonso el Sabio, Castaños y Teatro en el que se producen grandes aglomeraciones, con picos de hasta un millón y medio de personas celebrando la fiesta en el corazón de Alicante durante diez días. Frente al potencial festero del centro, las hogueras de barrio, las pequeñas, se resienten del ambiente desangelado y sienten que se están quedando al margen.

El problema se agudiza cuando, como ha sucedido este año, las fechas principales de las Hogueras caen en fin de semana, lo que revierte en ingresos millonarios para Alicante pero a su vez se incrementan exponencialmente las molestias a los ciudadanos que viven en la zona «ocupada». Esto se traduce en un aluvión de quejas.

Muchos alicantinos reclaman medidas para minimizar las molestias de los festejos sin menoscabar su rentabilidad. Reconocen que el potencial económico de las Hogueras es indiscutible pero consideran que esto no justifica los daños colaterales que provocan en los vecinos obligados a dejar sus casas durante los días de fiesta. ¿Son posibles unas fiestas sostenibles sin un crecimiento desmedido? Urbanistas y asociaciones de vecinos apuestan por la búsqueda de un equilibrio en la ciudad durante las Hogueras, que debe empezar por la descongestión del centro de Alicante con una redistribución de espacios en lugares que no tienen por qué estar retirados del corazón festero como es, por ejemplo, la fachada marítima. Paralelamente, aumentan las voces que reclaman el traslado de las mascletàs de Luceros a otro punto de la ciudad por el deterioro de la fuente de Bañuls. Un debate que cierra el concejal de Fiestas, Manuel Jiménez: «los alicantinos quieren que sea en Luceros pero con una mayor protección del monumento. Debemos cuidar lo nuestro».

La asociación de vecinos del Centro Tradicional va a plantear al nuevo responsable de Fiestas, que también lo es de Ocupación de Vía Pública, una reorganización para evitar que el centro se colapse y un mayor control del ruido «porque la Fiesta es también para los alicantinos, no solo para los que vienen de fuera. Muchos residentes no pueden mover el coche en todas las Hogueras», señala la presidenta vecinal, Alcázar Moreno. El origen de buena parte de las quejas está en la música a todo volumen de los «añadidos» a la Fiesta, es decir, de los racós que se montan en suelo de los distritos fogueriles. Algunas comisiones alquilan esos espacios a empresas de ocio para recaudar y es la base que permite la plantà de algunas hogueras Especiales.

«Respetamos los racós donde están las hogueras con sus bellezas y las barracas. Lo otro son discotecas disfrazadas de racós, con djs, bafles y 120 decibelios, que no deberían formar parte de la Fiesta. Tampoco el alcohol que corre en Hogueras, que las degrada». Otra crítica es la larga duración de las verbenas ya que antes la música sonaba del 21 al 23 de junio, y ahora también la noche de la plantà y de la Cremà.

El aluvión de quejas ha llegado de vecinos sobre todo de la Montañeta, Óscar Esplá, paseo de Soto, la zona del Teatro y de la plaza de Gabriel Miró. En un edificio de esta última vive Araceli Martínez, una vecina que llamó a los policías locales adscritos a Urbanismo para que midieran el impacto de la música del racó en su dormitorio. A las tres de la madrugada del día 24, el sonómetro de los agentes marcó 75 decibelios con la ventana abierta y 65 decibelios con la ventana cerrada. El límite legal que establece la Organización Mundial de la Salud de ruido en un dormitorio es menos de la mitad: 30 decibelios.

«Me deprime porque no es la Fiesta que se merece Alicante. Se necesitan unas Hogueras para todos porque ahora los de aquí se tienen que ir para que los de fuera puedan disfrutar con escándalo», señaló. «Es una aberración contra la salud de las personas».

Francisco Buiguer tenía pegado a su casa el racó de Gabriel Miró y a la fiesta con música hasta pasadas las 4 y media de la madrugada se sumaba la gente que salía de un discoteca de la zona y que permanecía en la calle hasta las siete de la mañana formando ruido. De profesión restaurador, entiende la Fiesta pero no que las comisiones subarrienden suelo a otros negocios privados que pinchan la música hasta volúmenes insoportables.

Fuente de ingresos

Fuente de ingresos

Las comisiones se defienden. La hoguera Gabriel Miró considera injustos los ataques de los vecinos. Su presidenta, Josefa Rosa Merino, afirma que este año, para contentarles, no alquilaron el espacio a ninguna empresa y que el racó, la música y la barra la gestionaron ellos. «Vivo en Luceros y mira que allí hay fiesta pero aguanto los días que son. Siempre ha sido así. Son cuatro horas por la noche porque en el día no hay música. En cualquier ciudad todo el mundo se adapta a las fiestas, y ¿dónde se celebran? En el centro».

La hoguera Plaza de Ruperto Chapí asegura que ellos gestionaron el racó tipo discoteca instalado junto al Teatro Principal y que lo hacen como fuente de ingresos dada la escasa colaboración con la comisión. «Si los vecinos pagaran las cartillas de antes no haría falta hacer tanta fiesta. Somos trece familias y si tenemos que hacer un poco de ruido lo hacemos. Luego lo dejamos todo limpio y sin desperfectos. Lo tenemos abierto porque tenemos permiso para poder hacerlo y es nuestra forma de financiar la hoguera», señaló el presidente del distrito, Eduard Martí.

La invasión del espacio propio del Teatro Principal ha generado muchas quejas. El primer día de fiesta había mesas entre las columnas y la fachada, retiradas tras denunciarlo los vecinos, y se atornillaron elementos al suelo.

Muy crítico con esas agresiones es el urbanista José Ramón Navarro. «Hay que proteger los elementos del patrimonio, no se puede engalanar el Teatro con carteles. Perturban la dignidad de un monumento como el Principal. Si se hace eso, se puede hacer cualquier otra cosa». Aboga por un mayor control de los ruidos y una redistribución de los espacios festeros. «La forma en que se viven las fiestas tiene que ver con la gestión de la ciudad, con cómo se experimenta, y tal y como se viven las Hogueras, al menos en el centro, no es una forma muy agradable de disfrutar la ciudad». Otro urbanista, Armando Ortuño, recalca que en Hogueras el centro se vuelve atractivo pra el ocio pese a las restricciones al vehículo privado, y lo pone como ejemplo de peatonalización.

El Ayuntamiento tiene claro que el centro de la ciudad no se puede saturar más y no autorizará ningún espacio nuevo. Sin embargo, lo que hay en principio no se toca. El concejal de Fiestas, Manuel Jiménez, aclara que no se da autorización a ninguna discoteca y que son las asociaciones (las hogueras y las barracas) las que piden esos espacios, que el edil ve necesarios «para atender a la gente que viene. Es una oferta alternativa para los miles de turistas que nos visitan».

Conrado Albaladejo, vicepresidente de la Federación de Hogueras, considera inviable la desatomización de la Fiesta porque cada comisión tiene su distrito y solo en supuestos especiales, como serían unas obras, sí se autorizaría su traslado pero a calles colindantes. El festero cree que se puede conciliar retrasando la ocupación de la vía pública hasta que se plante, y controlando los decibelios para reducir molestias a los vecinos «porque no hace falta un ruido excesivo para pasarlo bien en Hogueras».

Los hosteleros entienden que la Fiesta se concentra en el centro de Alicante por ser el lugar de mayor afluencia turística. «Puede haber sufrimiento de cinco días pero compensa económicamente a la ciudad. Existe un interés general. Es difícil mover la hostelería fogueril fuera del centro de Alicante, es un tema de tradición y eso es muy difícil romperlo aquí y en cualquier sitio», señala Javier Galdeano, presidente de la Asociación de Locales de Ocio, quien no obstante cree que a los usuarios de los racós alquilados no les importaría salir a otra zona y que son las hogueras las más reticentes.

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