El 26 de junio de 1999 un grupo de bomberos realizó la primera guardia de 24 horas llevada a cabo en el Parque del Consorcio Provincial de Bomberos en la Zona -entonces Área- Operativa de l’Alacantí, ubicado por esos caprichos del destino en más de un 99% en terrenos del municipio de San Vicente del Raspeig, pero con una mínima, casi imperceptible cuña, en la ciudad de Alicante.

El Parque del Consorcio en San Vicente del Raspeig fue concebido como una instalación puntera tanto por sus dimensiones como por los servicios e instalaciones. Pocos saben, por ejemplo, que el proyecto primigenio incluía una pequeña pista de atletismo. O que se llegó a plantear que la torre ocupara el lugar que hoy preside la emblemática Rotonda de Bomberos, que da sentido a la dirección que ubica a la infraestructura.

Y pocos saben también que la cuña exterior donde habitualmente aparcan vehículos ajenos al servicio es propiedad también del parque, que estudia prolongarse en esa dirección con los metros que le pertenecen.

En el verano de 1999, aquel fue un parque que anticipaba el futuro. Ocupado, primero -y aún en obras- por el histórico jefe Cirilo Jareño y el sub jefe José Rabasco. San Vicente puso también los cimientos de la séptima zona operativa y comenzó a marcar la línea de los servicios que iba a desarrollar.

Andrés Torregrosa, bombero entonces y hoy suboficial de la Zona recuerda que “comenzamos con dos vehículos cedidos por La Montaña y Vega Baja. Ambos, se aparcaban en la cochera, que nos parecía gigante. Yo pensaba que nunca la llenaríamos”. Hoy, con 17 vehículos no sólo está repleta. Sino que los bomberos comienzan a tener la sensación de que necesitarán en breve otra más grande.

Los primeros en llenar el Parque fueron un total de 52 bomberos pioneros, estructurados en cinco turnos. Un antiguo parte, del 9 de noviembre de aquel 1999, ofrece una visión global de toda la plantilla, que si bien no es posible enumerar con nombres y apellidos debido a la necesaria protección de datos, si nos permite hacernos una idea de su composición.

En ese documento, un suboficial al frente de la zona y dos sargentos, de los que uno, José Rabasco, era sub jefe de parque. Había, además, cinco cabos. Uno por turno. La plantilla operativa la componían 44 bomberos, de los que 8 estaban en prácticas.

Del total de aquella plantilla, 39 componentes contaban con plaza fija. Los otros 13, incluyendo al personal en prácticas, eran interinos.

Merced también a algunos documentos antiguos, como los apuntes tomados de algunas reuniones que aún se conservan, tenemos acceso al horario que desarrollaban aquellos bomberos. Así, a las 8 se producía el relevo. A las 8:15, sesión de preparación física. A las 9,45 un breve descanso para reponer fuerzas que daba paso a la revisión de vehículos (10,15 horas). De 11 a 13,30, prácticas y, por la tarde selección de itinerarios y teoría.

La plantilla primigenia procedía en base de los parques de las, hasta entonces, seis áreas operativas. Todos llegaban cargados de ilusión y cada uno lo hacía con un modelo adquirido en su etapa anterior, pero la buena voluntad y gran profesionalidad de todos los componentes convirtió en sencillo el periodo de adaptación.

Con esa gran profesionalidad, hicieron frente a incendios pavorosos, como el de un desguace en El Campello, que necesitó una instalación de 200 metros para hacer llegar el agua hasta el fuego.

Otra peculiaridad de aquellos tiempos tiene que ver con el denominado ‘teléfono de fuego’, que atendía un bombero en el propio parque. Eran, aún, tiempos del 085 y no del 1-1-2, que terminaría por imponerse. A día de hoy, los bomberos todavía corrigen en algunos directorios telefónicos de lugares que visitan aquellos viejos guarismos por los nuevos.

Pocos saben también que la instalación del Centro de Control de Emergencias (Control 3) estuvo aparejada, durante un breve espacio de tiempo, a la del CICU, que también llegó a instalarse en el emblemático parque de San Vicente del Raspeig, cuando este se convirtió en el parque de Brigada y asumió los servicios técnicos y administrativos que albergaba, hasta entonces, la Avenida de Orihuela.

El futuro del que en su día fue un parque del futuro, se escribirá con más ampliaciones y nuevas infraestructuras. Si el Parque de Benissa supuso un punto de inflexión en la manera de construir bajo las premisas de eficacia y eficiencia energética y sostenibilidad meodioambiental, todas esas características pretenden trasladarse a la ampliación de San Vicente, con una zona autónoma e independiente para los bomberos.

Además, otra parte de la construcción pretende destinarse a reforzar el ámbito formativo tanto a nivel interno como externo. Y, una tercera, a uso del personal administrativo.

Pero, ésa, es una historia por escribir. La que ya está escrita es la de 20 años de un parque al que los bomberos y el personal que allí trabaja han convertido en santo y seña del Consorcio Provincial. Una historia que comenzó el 26 de junio de 1999, con aquella primera guardia…