Cuando un foguerer se muestra agradecido porque el súper de su barrio le ha contratado un anuncio en el llibret por ¡30 euros! es que algo falla. Y más si no quiere pronunciar una palabra más alta que la otra no sea que al final la comisión no vaya a cobrarlos. Porque esa es la única aportación de los negocios del barrio este año con su hoguera. ¿Qué son 30 euros para una cadena de supermercados de una ciudad como Alicante, con 300.000 habitantes, que acoge más de un millón de personas los días grandes de la Fiesta y que multiplica por las nubes su movimiento económico haciendo ingresar a la hostelería, al sector hotelero y al comercio más de cien millones de euros?

Algo pasa con estos grandes sectores económicos, que se frotan las manos cuando llegan las fiestas pero que muy poco colaboran con las Hogueras. Quieren ganar mucho dinero, lo cual es del todo lícito, pero a cambio de nada; y eso, cuanto menos, es poco ético. Seguramente, cuando hacen caja no caen en la cuenta de que para la mayoría de los distritos de la Fiesta es un milagro cerrar sus presupuestos.

No es de extrañar que con tantas piedras en el camino los festeros se consideren a sí mismos unos «locos» que, por amor a una tradición y a su ciudad, se pasan todo el año inventando iniciativas y actividades para recaudar dinero, tocando puertas y rogando al empresario para poder cuadrar, euro a euro, unas cuentas que les permitan plantar unos monumentos decentes, contratar una banda de música, iluminar el barrio y gastarse lo poco que sobre en tracas para la despertà.

Porque no nos engañemos. No todas en Alicante son hogueras Especiales ni de Primera. La inmensa mayoría de los monumentos caen en quinta y sexta categoría porque el bolsillo no les da para más. Las grandes marcas y patrocinadores, lógico, eligen los grandes escaparates festeros: los distritos que plantan los monumentos más espectaculares, el centro de Alicante y el entorno de las mascletàs. Es la pescadilla que se muerde la cola porque una cosa lleva a la otra. Muy distinto es lo que les pasa a la mayoría de barrios con hoguera, a los que les cuesta horrores conseguir que los sectores hotelero, hostelero y el del gran comercio les echen una mano. Con honrosas excepciones, eso sí, de grandes firmas y tiendas que sí que están dando soporte a la Fiesta desde hace años. ¿No sería de justicia que lo hicieran sin escudarse en que son franquicias o en que la central está en Madrid o en València? Eso en cuanto al gran comercio porque en líneas generales el pequeño comercio proporcionalmente colabora más, en todo lo que puede, haciendo barrio.

Pero ¿y la hostelería? Con las cajas llenas de billetes por el incremento del consumo que traen aparejadas las Hogueras, hay negocios que se quejan cuando tienen que levantar las mesas de los veladores para que pasen los desfiles de la Ofrenda de Flores o la Entrada de Bandas. ¿Y los hoteles que cuelgan el cartel de completo gracias al desembarco de turistas y visitantes del resto de la Comunidad, del país y del extranjero atraídos por la música y la pólvora, el colorido de los monumentos y los trajes, las noches de alegría, en definitiva, por la Fiesta?

Es hora de que ese gran movimiento económico que la semana de Hogueras provoca en la ciudad, con creación de empleo incluido, tenga un retorno merecido con los principales actores de la Fiesta: unos pocos miles de foguerers y barraquers que con poco más de cuatro millones de euros son capaces de sentar los mimbres de un movimiento económico de varios cientos de millones cada mes de junio en Alicante. Es de justicia reconocer la aportación de Les Fogueres, fiesta de Interés Turístico Internacional y Bien de Interés Cultural, con su ciudad. Porque no hay mejor negocio que las Hogueras, pero debe beneficiar a todos, y sobre todo a quienes las hacen posible cada año, y no solo a unos cuantos. Si la sociedad alicantina quiere que la fiesta del fuego siga creciendo fuerte hacia su centenario y se consolide como el motor económico en el que se ha convertido en una ciudad sin industria hay que echarles una mano.

A ello apeló el presente de la Generalitat, Ximo Puig, al pie de la hoguera ganadora, «Efímera», de La Ceràmica.

Porque no solo de dinero de las instituciones, que al fin y al cabo es el que aportamos los ciudadanos con nuestros impuestos, pueden vivir las comisiones y los artistas que hacen posibles las hogueras, por cierto, de gran nivel este año. Se ha notado que los festeros han echado el resto con obras muy buenas plantadas en las calles, las mejores de la última década en cuanto a diseño y calidad, aunque todavía queda mucho para que se recuperen aquellos monumentos con presupuestos de 150.000 euros que se llegaron a plantar en Alicante. Como dijo el presidente de la comisión ganadora del primer premio junto al espléndido monumento de Vicente Llácer: «¡Volem Fogueres!».