Un futuro sin oficinas bancarias, en el que las transacciones se muevan también por las redes sociales. Un futuro en el que las videollamadas serán sustituidas por la «telepresencia», en el que las start ups surjan con la misma facilidad en Varsovia o Minsk que en Silicon Valley y en el que los sueldos medios tenderán a la mínima expresión.

Un futuro hiperconectado en el que el móvil o «wereable» sugiera al usuario experiencias personalizadas al milímetro y en el que Mercadona, por ejemplo, sea capaz de hacerle la cesta de la compra y usted se limite a aceptarla.

Así viviremos dentro de unos años, no muchos, según vaticinan cuatro alicantinos que trabajan en distintos ámbitos tecnológicos fuera de España, precisamente en los lugares en los que se decide en estos momentos cómo será la vida en el planeta tierra los próximos lustros.

Apps en la banca

Susana Soler es ingeniera informática y trabaja en Sabis, la filial tecnológica del Banco Sabadell, que da servicio al banco TSB de la City en Londres. Su misión es desarrollar las apps, implementar nuevas funciones, aplicaciones y mejoras y actualizar la app bancaria, que opera las 24 horas los 365 días del año, sin que el servicio que se presta al cliente se resienta. Su sector, el bancario, es uno de los que más está cambiando de la mano de las nuevas tecnologías y este cambio, ya imparable, nos llevará a ver prácticamente la desaparición de las oficinas y a que se habiliten todas las operaciones posibles desde canales digitales.

En su opinión, la clave para que los bancos tradicionales mantengan su negocio pasará por alianzas con las grandes empresas tecnológicas. Google, Facebook e Instagram ya se están moviendo para prestar servicios financieros. De manera que las entidades podrán verse en la tesitura de aplicar el viejo dicho de «si no puedes con ellos, únete». Aún está por ver cómo se regulará la entrada de los gigantes tecnológicos en el sector bancario, pero lo que Soler tiene claro es que los bancos deben ir orientándose a captar a la «generación Z».

«Son los que vienen después de los millenials. Nativos tecnológicos que se caracterizan por ser la generación de las redes sociales. Así que habrá que buscar links con las redes sociales y ofrecer la realización de operaciones financieras por ese canal porque ahí es donde está el futuro cliente», expone. Los avances van a velocidad de crucero y aunque pueda parecer que hace poco que usamos la banca online, las webs ya se han visto superadas por las apps en cuanto a su volumen de uso.

«No sé si sólo operaremos a través del móvil o los 'wereables'-dispositivos que se llevan puestos como un reloj inteligente- pero ya se usan mucho más la apps de los móviles que las webs bancarias. La vida estará hiperconectada y el cliente quiere operar desde cualquier lugar y de forma rápida», explica. Todo este movimiento obliga al sector a introducir un plus de creatividad, opina Soler.

Cascos de realidad virtual

Sergio Orts es profesor de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Alicante (UA) y el pasado mes de enero Google lo fichó para integrarse en la sede central de la compañía, en San Francisco. Está especializado en Inteligencia Artificial y Gráficos por computador, en concreto, en realidad aumentada y virtual.

La inteligencia artificial se ha impulsado gracias al descubrimiento de nuevas técnicas que llevan a cabo predicciones o tareas con mayor precisión que hace cinco o diez años, explica. Además, se ha democratizado por el incremento en la capacidad de cómputo en la mayoría de los dispositivos móviles, añade. Así, tanto la mejora en la calidad de las imágenes de los smartphones como el perfeccionamiento de los sistemas de traducción y de reconocimiento de voz nos traerán «asistentes personales que nos facilitarán la vida y que requerirán en menor medida nuestra supervisión, lo que quiere decir que aprenderán de nuestros hábitos o nuestros gustos, para ofrecernos una experiencia de usuario personalizada», adelanta Orts.

En el área de gráficos por computador, este experto señala que la mayor parte de las empresas del sector están invirtiendo grandes cantidades en cascos de realidad virtual o aumentada. «Todavía no existe una aplicación que se haya extendido al gran público, haciendo que esta tecnología forme ya parte de nuestras vidas». Pero «se prevé que el uso de la realidad virtual para la 'telepresencia' podría ser una de estas aplicaciones, reemplazando o sustituyendo las videollamadas actuales», avanza Orts.

«Pensando en un futuro algo más lejano, creo que ambas áreas convergerán y acabarán reemplazando nuestro teléfono móvil como lo conocemos hoy en día por unas gafas convencionales en cuanto a diseño, pero que nos permitirán utilizar cada una de las aplicaciones que usamos en el día a día sin necesidad de sacar el smartphone de nuestro bolsillo», pronostica este experto en tecnología.

Llegados a este punto, seguro que más de uno se está preguntando por el futuro a nivel laboral. La cuarta revolución industrial se llevará por delante gran parte de los oficios que hoy conocemos, pero creará otros trabajos, eso sí, más cualificados. Orts señala como nichos de empleo en sus áreas las matemáticas, la física, la programación y las ingenierías en general para formar equipos multidisciplinares.

Sueldos por los suelos

Por su parte, el emprendedor de Muro Iñaki Berenguer, que actualmente dirige CoverWallet, su start up en el mundo de los seguros que cuenta ya con 240 empleados, cree que «los sueldos se van a polarizar cada vez más». Berenguer tiene su sede central en Nueva York, donde suelen ocurrir las cosas antes de que se implanten en el resto del mundo. A su juicio, en el futuro habrá trabajos por los que se pagará muy poco y otros, de alto valor añadido, que estarán muy bien remunerados. De manera que los sueldos medios cada vez serán menos habituales.

«Entre los trabajos con sueldos bajos se encontrarán todos los que se puedan subcontratar en países con menores costes, así como empleos que se puedan ir reemplazando por robots y tecnología», expone. Y por lo que respecta a las profesiones con mayor empleabilidad y mayores sueldos en los próximos años, «estarán todas las relacionadas con disciplinas digitales». Y no sólo las ligadas a la ingeniería, ciencias e informática, sino también «aquellas que lleven implícito saber utilizar herramientas digitales y ser partícipe de la economía digital», esto es, personas formadas en análisis de datos y diseño y marketing digital por citar algunas.

Servicio a medida

En esta apreciación coincide la también emprendedora Gala Gil. «Es cierto que las ingenierías y las carreras científico-tecnológicas van a ser muy demandadas, pero no todos tenemos que ser ingenieros. También serán necesarias profesiones de perfil creativo y los expertos en ética para ordenar y poner límites a todos los cambios que vamos a experimentar. Humanos y máquinas deberán cooperar». Gala trabaja actualmente en Londres en una incubadora de start ups, Demium, y coincide con sus paisanos tecnológicos en señalar a la inteligencia artificial, internet de las cosas y la tecnología blockchain como las tecnologías que cambiarán el mundo que hoy conocemos. Bueno, ya lo están cambiando. Pero acabarán por impregnar todos los sectores económicos y modificarán el sistema productivo actual.

Para Gil, estas tecnologías servirán para una atención hiperpersonalizada al cliente. Desde los supermercados a las compañías navieras pasando por la medicina y el retail. «Nos conocerán por nuestras visitas y compras digitales y nos ofrecerán un servicio a medida», resume.

Esta emprendedora considera que el modelo de start up, lejos de saturarse como algunos prevén, se expandirá. Sólo en su incubadora van a ayudar a crear más de un centenar de empresas este año en Europa. Además, señala que la tendencia es que las start ups surjan cada vez con mayor facilidad «allí donde se encuentre el talento», lo que significa que tendrán un crecimiento y un impacto muy elevado en España pero también en lugares como Polonia, Portugal, Grecia, Rusia y Ucrania. Es decir, dejarán de concentrarse sólo en Silicon Valley, Londres o Berlín. Y ya no necesariamente tendrán en plantilla cuatro o cinco empleados, sino que irán creciendo en volumen laboral, al tiempo que crearán nuevos ecosistemas empresariales.