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José María Chiquillo: «Mientras Europa no tenga claro su rol, no podrá hablar de tú a tú ni a China ni a Estados Unidos»

El Presidente de la Red Internacional del Programa Unesco Ruta de la Seda lo tiene claro: La Franja y la Ruta sólo puede traer beneficios a España y a Alicante

José María Chiquillo.

¿En qué medida puede afectar la guerra comercial entre Estados Unidos y China a España y, en particular, a Alicante?

La situación entre Estados Unidos y China, esa lucha de colosos, deja en una situación de debilidad o de dependencia a Europa. En ese sentido, Europa no tiene que ser partícipe de esa guerra, que es una guerra entre dos colosos. Europa no tiene, por errores propios, un papel para hacerse respetar. Dependemos mucho a todos los niveles, geopolítico, geoestratégico y de grandes decisiones de economía mundial, de esas dos grandes potencias, y estamos en un momento complejo y preocupante. No somos una parte que pueda actuar, pero sí podemos acabar perjudicados colateralmente por las decisiones de Estados Unidos. Europa, España, la Comunidad Valenciana y Alicante pueden tener mucho que perder, porque, de rebote, algunas decisiones pueden afectarnos en cuestiones de inversiones, exportaciones o comercio.

¿Eso sería igualmente extrapolable para España?

En esta batalla entre los dos grandes países, está claro que debe ser una política europea común la que nos haga fuertes, pero también hay que ser conscientes de la situación en la que Europa se encuentra hoy. Lo hemos visto con las últimas elecciones europeas. Europa parece que no sabe muy bien qué quiere ser de mayor, y, mientras no tenga claro el rol que tiene que jugar, difícilmente podrá mediar o participar, hablando de tú a tú a estas dos grandes potencias, tres si incluimos a Rusia. La Unión Europea, en este próximo periodo, tiene que decidir si quiere jugar un rol de potencia o si siempre va a estar a expensas de los vaivenes de Estados Unidos, o de Gran Bretaña, como gran aliado de Estados Unidos. Sólo hay que recordar el veto de la UE a Rusia, por cuestiones en las que España muy poco pudo decir, y cuando los grandes perjudicados fueron sectores estratégicos de la economía mediterránea, y, especialmente, en la Comunidad, el agroalimentario.

¿Qué posibilidades tienen la Comunidad y la provincia para presionar a Europa y que no ocurra igual que con el veto ruso?

La Comunidad Valenciana tiene muchos intereses compartidos con China. Los puertos de Alicante y València, después del puerto del Pireo en Grecia, son los que más relaciones comerciales tienen con los países asiáticos, y cualquier veto o acuerdo que ponga fronteras en un campo en el que no debe haber fronteras va a perjudicar gravemente. España y la Comunidad, desde esa posición europea, tienen que defender que hay mucho en juego y que no podemos estar al servicio de decisiones como las de Trump.

¿Qué papel juega la Nueva Ruta de la Seda en un escenario como el actual?

Con el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, que, como hace 2.000 años, es comercio e intercambios, la Comunidad Valenciana tiene mucho que ganar. La Comunidad tiene que aprovechar la oportunidad, no puede perder el tren a nivel de exportaciones, de comercio, de infraestructuras, del Corredor Mediterráneo, de la potencialidad de nuestros puertos como puente en el Mediterráneo occidental hacia Latinoamérica. De hecho, no es un proyecto para el beneficio de China, y lo dijo claramente el presidente Xi Jinping en su visita de noviembre de 2018 a España. Es un proyecto de beneficio compartido. No va a significar que China invada el mundo, sino que comparta proyectos.

¿Y se han puesto los mimbres necesarios como para estar ahí?

La iniciativa se presentó en 2013, y el Gobierno de España reaccionó en 2015, porque, cuando se creó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, entró como socio no regional, con un porcentaje simbólico. Grecia, Italia y Portugal han visto que Europa no reacciona, y han dado un paso para incorporarse y entiendo que para España es muy importante entrar y participar. La Comunidad Valenciana, repito, tiene mucho más que ganar que perder, porque estamos hablando de comercio con China, con Japón, con Corea, y con un mercado emergente muy potente en el que España no ha puesto la mirada, y en el que están Azerbaiyán, Kazajstán, Uzbekistán, Mongolia...

¿Qué tipo de colaboración hay entre La Franja y la Ruta y el Programa Unesco Ruta de la Seda?

El programa de la Unesco se creó en 1988, siendo director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, que tuvo una visión geopolítica desde los principales instrumentos de progreso, que son la educación, la ciencia y la cultura. Se hicieron muchas actividades hasta 2002, y en 2012, un año antes de que Xi Jinping planteara su proyecto, la Unesco le dio un impulso al programa de la Ruta de la Seda. Además, no se ha dejado de lado la propuesta de Xi Jinping, porque el proyecto de la Ruta de la Seda del siglo XXI tiene como pilares la educación, la ciencia y la cultura. La Ruta de la Seda de hace 2.000 años es lo que ahora se nos presenta, una ruta terrestre y marítima de comercio, tecnología e inventos, pero también una ruta de cultura, paz, diálogo, intercambio entre los pueblos, y eso ha sabido combinarlo muy bien Xi Jinping.

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Ante cualquier proyecto geopolítico multilateral, sus competidores naturales tienen que buscar puntos débiles y convencer a otros países de la comunidad internacional para que no se alineen con quien ha hecho la propuesta. En este caso, estamos hablando de un mercado con una gran competencia, y Estados Unidos tiene sus reservas ante el potencial tecnológico de cualquier otro país, y más si es una potencia, llámese China o llámese Rusia. Es una guerra de competencias, una carrera, como en su día lo fue la espacial o la nuclear, y es lógico que haya recelos, pero siempre que haya un respeto a las reglas del juego, para que la comunidad internacional no entre una escalada por bloques y perdamos 70 años. Las guerras de vetos conducen a poco.

¿Ve factible que China acabe contraatacando y deje de exportar tierras raras o venda la deuda pública americana?

No sé cuál va a ser la reacción de China. Si ve que su economía, por esos vetos, tiene problemas económicos, de crecimiento y de bienestar, tomará decisiones. En la Nueva Ruta de la Seda hay más de 50 países involucrados, tiene entre los países asiáticos grandes aliados, aunque otros no tanto, y también está contribuyendo en proyectos de inversión en África y en Sudamérica. Por tanto, la reacción de China puede ser diplomática y no beligerante, pero si los vetos afectan a su economía y su estabilidad, tendrá que tomar sus decisiones.

¿Cómo está afectando este conflicto a la economía china?

La economía china puede resentirse y su crecimiento, en lugar de estar al 6%, llegar al 3%. Un país de 1.400 millones de personas con su potencial se puede resentir, pero está todo muy bien cimentado y la Nueva Ruta de la Seda es un marco estratégico que le va a dar estabilidad. China puede tener un constipado, pero no una enfermedad que le pueda hacer tambalearse.

¿Cómo se pueden vencer las resistencias que se pueden encontrar aquí a entrar en un proyecto como el de La Franja y la Ruta?

China, por su tipo de producción, ha mermado muchos sectores tradicionales nuestros, pero también ha servido para que nos especialicemos y le demos un plus de calidad a productos que chocaban con otros de China. La Nueva Ruta de la Seda ha dejado muy claro que no es un proyecto de competir, sino de cooperar, y tiene que haber un tratamiento recíproco y un beneficio mutuo, no para que nos invadan los productos chinos. Aquí tenemos el calzado, el juguete, el turrón, el textil, productos agroalimentarios, y Alicante y la Comunidad tienen que ser un foco exportador y que esos productos de calidad lleguen al mercado asiático sin aranceles y sin trabas.

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