Vecinos de Rabasa han contabilizado hasta 58 farolas del alumbrado público del barrio que tienen sus tapas abiertas aunque cubiertas con cinta. Consideran que es un peligro porque están en calles y parques muy transitadas por niños y temen que los quiten o se rompan, y que puedan meter los dedos. "En algunas se ven hasta los fusibles, si un niño mete un dedo puede ser muy peligroso", señala Ventura Fernández Belmonte.

Otra de las quejas es que en los alrededores del barrio hay numerosos vertidos de escombros, maderas y otros restos. "La gente viene a tirar, hasta bolsas de basura, y con el calor atraen insectos". Lo mismo ocurre con los solares, "hay quince que son públicos junto a la avenida Jaime I, con medio metro de hierba. Algunos años la cortan, otros no. Ahora está verde pero cuando se seque tendrá muy mal aspecto", al margen del riesgo de incendios.

El mal estado de las calles, con el asfaltado muy deteriorado por donde pasa el autobús, es otro de los problemas.