La réplica del Santísima Trinidad vuelve a ser un problema. Cuando en enero parecía que el artefacto náutico tenía las horas contadas en Alicante por la oferta que había llegado de una empresa de Benidorm para fondearlo en la capital turística, todo vuelve a empezar porque tras pagar, incluso, la fianza, la sociedad no siguió con los trámites por lo que el concurso ha quedado desierto. La segunda opción, una mercantil que quería comprarlo para su desguace no logró los permisos necesarios, y el tema se ha quedado en punto muerto. Ya se ha acabado la vía del concurso público. El que quiera la réplica puede presentar su oferta y su los técnicos la ven pertinente se la quedará. ¿El Puerto? Deseando que llegue alguien que le resuelva el problema.

El problema no es el precio de la subasta, porque si la réplicapudiera abrirse al público se amortizaría en menos de tres temporadas, pero para que Capitanía Marítima autorice su actividad debe pasar previamente una inspección en un dique seco, y ello conlleva un remolque hasta Cartagena o Dénia, más las actuaciones a que obligue Capitanía tras la inspección, un proceso inviable económicamente a no ser que luego opere en alguno de esos puertos.

Triste final, salvo que haya compradores, para la réplica del que fuera un un navío español de 120 cañones en un principio, ampliados hasta 140 con posterioridad. Fue el barco más grande de su época, por lo que recibía el apodo de "El Escorial de los mares", y fue uno de los pocos navíos de línea de cuatro puentes que existieron. A pesar de ello, no resultaba muy eficaz por lo torpe y lento de su navegación. Se hundió tras los daños sufridos en la Batalla de Trafalgar.

El Santísima Trinidad fue el buque insignia de la Armada Española en el siglo XVIII. Dotado de 112 cañones, el navío era el más grande de la época. Combatió en todas las batallas españolas desde 1769 hasta su final en la de Trafalgar, en 1805, tras la que acabó hundiéndose por los daños sufridos.

La empresa Santísima Trinidad Excursiones SL, radicada en la ciudad turística y creada ex profeso para adjudicarse el citado artefacto náutico, quería fondear el barco en el entorno de Punta Llisera con el objetivo de dotar de un nuevo atractivo turístico a la capital de la Costa Blanca.

El artefacto náutico está amarrado en el muelle 7 del Puerto tras la enajenación que practicó el Puerto para hacerse con la propiedad tras los impagos de los antiguos propietarios. Tras una subasta para deshacerse de la «réplica» del navío en la que no hubieron interesados y que partió desde los 152.000 euros, ahora la citada firma creada de Benidorm podría adjudicarse el Santísima Trinidad por un total de 25.000 euros.

Este artefacto náutico debe pasar una inspección en un dique seco antes de volver a albergar actividad alguna en su interior y ello conlleva un remolque hasta Dénia, donde se realizarán estos trabajos para la puesta a punto del Santísima Trinidad. No hay que olvidar que la réplica del navío sufrió una serie de desperfectos durante su traslado lo que unidos a los descuidos sobre el mismo de su anterior propietario obligan a un examen y, una vez realizado, el barco podrá poner rumbo a su nuevo destino.