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La falta de embalses acaba con 60.000 millones de litros de agua en el mar

Las trabas de la Administración para permitir infraestructuras de regulación y conexión entre las comarcas impide aprovechar gran parte de la lluvia de la gota fría

El pantano de Elche -en la imagen uno excursionistas obsevan la fuerza del caudal- es una de las infraestructuras que pudiera mejorarse. ANTONIO AMORÓS

Sesenta mil millones de litros de agua acabaron en el mar durante la gota fría. La falta de infraestructuras eficientes de regulación y posterior distribución del agua de la lluvia en la provincia de Alicante ha provocado que hayan acabado en el mar, de forma extraordinaria y en cuatro días, más de 50.000 millones de litros de agua (50 hm³) en la Vega Baja y 10.000 millones (10 hm3) en la Marina Alta. Grave la situación del Segura, un río que en la Vega Baja no tiene conexión con el embalse . Diez hectómetros cúbicos se fueron al Mediterráneo en la Marina Alta, que junto a Grazalema en Cádiz y Galicia, es la zona donde más llueve en España. Un caudal, que sin embargo, no se puede aprovechar desde la fallida construcción del embalse de Isbert, sobre un terreno arcilloso que absorbía el agua al ser permeable.

La regulación del agua que cae de manera copiosa y extraordinaria sobre la provincia es una urgencia que nadie ha afrontado, y cuando se ha hecho los estudios han acabado en el cajón. La Administración Central, competente en la materia hídrica, también ha bloqueado actuaciones, poniendo pegas la construcción de embalses por la iniciativa privada e, incluso, al dragado de los ya construidos en comarcas como la Marina Baixa y el Baix Vinalopó. Desde la «pantanada» de Tous, hablar de embalses es tabú.

La apuesta del Gobierno sigue siendo la desalación, como lo demuestra el reciente anuncio de una inversión de 150 millones de euros para la interconexión de todas las plantas con el objetivo de potabilizar agua del mar, en parte los millones de litros que se dejan escapar cuando se producen episodios de lluvias torrenciales. Un fenómeno que se da casi todos los años en algún momento del año en la provincia desde que se tienen registros.

El presidente de la Federación de Comunidades de Regantes de la Comunidad Valenciana, José Andújar, reclamó ayer, en este sentido, que «el Gobierno se ponga de una vez las pilas y olvide esa obsesión que tiene por convertir la desalación en la única solución posible a la falta de agua. Hoy no estamos hablando del Tajo-Segura, que también necesitamos, por supuesto, si no de buscar una fórmula para que el agua que se nos ha ido al mar con la gota fría de la Semana Santa, caudal limpio y gratis, se pudiera aprovechar».

Andújar recordó que «la lluvia me produjo un doble sentimiento de alegría y enfado, porque al mismo tiempo que sobre el Segura caían miles y miles de metros cúbicos de lluvia que se iba al mar, la desaladora de Torrevieja seguía depurando agua y nos la enviaba al embalse de la Pedrera, que, sin embargo, no tiene conexión con el río ni en Orihuela, ni en Rojales, ni en Guardamar. ¿Tanto cuesta contar con una elevación para poder aprovechar ese agua». El presidente de los regantes subrayó que «sin en Ojós, en la parte alta de la cuenca del Segura hay instalaciones para aprovechar la lluvia por qué no en la provincia, donde hemos visto como 50 hm³ se han sido al mar».

Similar valoración la de Ángel Urbina, presidente de la comunidad de regantes de San Enrique, en el Baix Vinalopó. «Resulta increíble que los que tienen que gestionar miren hacia otro lado. El problema de la Marina Alta es de una dejación de funciones de la Administración alarmante porque nunca se ha querido abordar. Debiera haber conexiones con los embalses de la Marina Baixa y desde allí hacia el sur. En la Vega Baja, por ejemplo, solo Riegos de Levante puede aprovechar una parte pequeña del agua que se va al mar por Guardamar. Resulta urgente hacer conexiones con la Pedrera y el pantano de Crevillente».

Solución compleja

Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante no tiene tan claro que se puedan construir nuevos embalses, ya que «los emplazamientos favorables para su construcción ya están ocupados por los embalses existentes, por lo tanto esta opción no es viable ni ambiental ni económicamente hablando. Lo que sí pueden construirse en las ciudades de la costa son depósitos pluviales de gran capacidad para almacenar el agua de lluvia y luego poder reutilizarla para usos urbanos. No obstante, con cantidades como las caídas en la Marina Alta esta solución sería tan sólo un pequeño alivio, porque no hay capacidad para almacenar el agua caída con intensidad».

Olcina advierte, por otro lado, de que los sistemas de evacuación de agua pluvial deben adaptarse a la nueva forma de llover en el litoral mediterráneo. Lluvias intensas que en una o dos horas dejan más de 100 litros por metro cuadrado. Salvo Alicante, ninguna localidad de la provincia tiene adaptados sus sistemas de alcantarillado para hacer frente a este tipo de situaciones».

Para el presidente de los geógrafos españoles «el problema es el de siempre. Se ha permitido construir en zonas inundables y cuando ocurren este tipo de situaciones, el agua vuelve a su territorio e inunda lo que encuentra en él. Por tanto, el problema básicamente es de ordenación del territorio y cumplimiento de la legislación», subrayó Olcina.

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