El sentimiento que transmite la hermandad de la Santa Cruz va más allá de la tradición que pasa de padres a hijos en el recoleto barrio que corona el Casco Antiguo. La procesión trasciende lo religioso y es una exaltación de lo popular, en una pasión de los alicantinos especialmente por el Cristo Gitano pero también por el rey, como es llamado el Descendimiento, por el Cautivo, que salió entre vivas, y por la Virgen, precedida por el estandarte del «sin pecado concebida». Para miles de visitantes es puro espectáculo que entra por los ojos y por el corazón con el crujir de la madera de los tronos con los que los costaleros salvan la pendiente hasta la Rambla sosteniendo cada varal con todas sus fuerzas.

Las lágrimas de quienes cargan con los pasos apoyando sus manos contra las encaladas fachadas conquistan a públicos de todas las procedencias. Ayer no fue una excepción en un barrio que era un hervidero desde horas antes de la procesión, con los balcones a reventar y personas buscando la mejor panorámica desde las murallas pese a que hizo fresco. La espera y el gentío provocaron alguna lipotimia en la calle Cienfuegos. La bajada de las imágenes por las estrechas calles despierta fervor. La gente participa muy de cerca, y le da un sentimiento especial: se aprecia cada detalle.

Así fue la espectacular subida de las imágenes a la ermita

Son costaleros que improvisan y bailan los tronos al son de las marchas en una procesión en la que no faltan las centurias romanas ni la Legión. Desde todos los rincones de las peculiares calles del Casco Antiguo, la visión de los pasos resultaba espectacular a la caída de la tarde. La ermita de Santa Cruz, donde las imágenes se han arreglado estos últimos días, se ha restaurado este año. Data del siglo XVI. Según las crónicas, era mezquita, y Doña Violante, esposa de Alfonso El Sabio, la convirtió en ermita.

Nuestro Padre Jesús Cautivo, el nazareno de la hermandad a hombros de los más jóvenes, fue el primero en salir a las calles después de que los hermanos de fila retiraran sus papeletas de sitio y las velas en medio del gentío. La imagen lució nuevo escapulario, potencias y corona de espinas. El tercio de damas de mantilla de este Jesús de Medinaceli alicantino estrenó los ocho atributos de la pasión. Tenían tanta prisa los costaleros por lucir al Cristo que casi arrancan el paso antes de que el sacerdote bendijera al Cautivo, con su túnica morada entre claveles rojo sangre.

El Santísimo Cristo de la Fe, «El Gitano», lleva en su cruz el brillo del roce de las personas que desde ventanas y balcones logran tocar el madero. Es del imaginero Ortega Bru, se levanta erguido en la cruz sobre un lecho de claveles rojigualda, los colores de la enseña española, y pebeteros con llama encendida en cada esquina. No necesita demasiado para emocionar. El «arriba, vamos», del hermano mayor Ramón Riquelme, quedó amortiguado por los fuertes aplausos cuando fue alzado al cielo por primera vez. «Un qué bonito» se escapó de las gargantas de las costaleras de la Virgen que aguardaban su turno.

Virgen de los Dolores

La hermandad de la Santa Cruz celebraba el 25 aniversario de la primera salida de la Virgen de los Dolores, portada por mujeres. La talla lucía elegante con su nuevo ajuar, saya blanca y manto azul, su corona y adornos fruto de donaciones anónimas y de familias como la del torero, y costalero, Manzanares.

Las varas de mando de la presidencia y de los hermanos de orden también se estrenaron. Cerraba la procesión el majestuoso trono del Descendimiento, de 2.200 kilos de peso, que en Santa Cruz llaman el rey, con seis imágenes. Esperaba dentro de la ermita, y allí sus costaleros animaron la salida entre vivas y fuertes aplausos. Las saetas que se arrancaban de cada balcón enlentecían el descenso de los pasos mientras alicantinos y turistas miraban embelesados.

Tras alcanzar el centro de Alicante y pedir la venia para entrar en la Carrera Oficial, con la Rambla a tope, sus imágenes se «encontraron» en la plaza de Abad Penalva. Coronó un último esfuerzo de los costaleros, que subieron a la carrera los escalones del Casco Antiguo con miles de kilos a sus espaldas para descansar finalmente en la ermita.

Cortejo de políticos desde la ermita

Además del cortejo de nazarenos, hermanos de fila, bandas de música, romanos, damas de mantilla y costaleros, en la procesión de Santa Cruz hubo ayer otro más: el de los políticos, con una importante presencia en plena campaña electoral. Curiosamente la presidencia del Descendimiento iba por delante del trono, algo que no es habitual puesto que las autoridades y otros representantes acostumbran a ir detrás del paso.

Formaban parte de este cortejo el alcalde, el popular Luis Barcala, aspirante a revalidar el cargo, junto a sus compañeros en el grupo municipal José Ramón González y María Dolores Padilla. Con ellos, el alcalde de Busot, y uno de los vicepresidentes de la Diputación, Alejandro Morant, y Elisa Díaz, diputada autonómica y candidata a las Cortes.

El edil tránsfuga de Alicante Fernando Sepulcre, candidato de Contigo, iba también en la comitiva. Departió con los populares pero también con el candidato socialista a la Alcaldía, Francesc Sanguino. De él estuvo pendiente el único concejal del grupo socialista que acudió a la salida en la ermita, Miguel Castelló.

El edil del PSOE, foguerer de toda la vida, también conversó con el presidente de la Federación de Hogueras, Manuel Jiménez, que dejará el cargo en la Fiesta la próxima semana al ir como número 5 en la lista del PP al Ayuntamiento de Alicante. El edil de Ciudadanos Antonio Manresa representó a su grupo en el cortejo del Cristo Gitano. Representantes de Compromís como el portavoz municipal Natxo Bellido prefirieron asistir con la familia al recorrido de la procesión. El presidente de la Diputación, César Sánchez, acudió con Teodoro García Egea, secretario general del PP a la ermita antes de la salida de la procesión a conocer los preparativos. El dirigente nacional se marchó a su tierra, Murcia, a ver las procesiones.

Acompañaron a Jiménez la Bellea del Foc, Aleida González, y las damas Eugenia Vicedo y Trinidad Alonso. El director de El Corte Inglés, Juan Cabello, pregonero de la hermandad, no faltó a la cita, junto al jefe de Personal, Jesús Arias, tras contribuir económicamente a restaurar la ermita.