El tradicional encuentro del Cristo del Mar con su madre, la Virgen de los Dolores, en la cuesta de la calle Villavieja al son de la habanera de Los Dolores, desató entre el fervoroso público asistente una cerrada ovación que puso los pelos de punta a más de uno como cierre de la procesión.

La red de pescador que envolvía la Cruz y el lecho de estrellas marinas que jalonan la base de la talla se fundieron en el baile con el paso de la Virgen y San Juan de la Palma entre los brillos del nuevo baño de plata con el que la hermandad ha restaurado este año las jarras para conmemorar los veinte primeros años desde que sale este paso.

El impresionante manto de la Dolorosa, con arabescos de oroque pesan hasta 20 kilos junto a los adornos del palio, y delicadas palomas con las alas abiertas bordadas en hilos de plata, brillaban a la caída del sol y conseguían el efecto deseado: parecía que emprendían el vuelo conforme los costaleros movían el paso.

Tanto el himno de la coronación, «Reina de Santa María», interpretado por el coro al compás de la aparición del palio desde el interior de la basílica, como el regreso final, tras el emocionante encuentro entre Madre e Hijo, con los costaleros de espaldas, colmaron una vez más las expectativas de los asistentes y seguidores del Cristo del Mar y la Virgen de los Dolores en su cita anual del Martes Santo.

Reliquia

El Nazareno también lució anoche tras su salida de la Concatedral con una nueva canastilla revestida de pan de oro y la parihuela de su trono original recién restaurada. En esta ocasión, como fruto del hermanamiento de la cofradía con el colegio concertado Calasancio, el paso de Nuestro Padre Jesús portaba ayer una reliquia del Padre Faustino, fundador del Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora.

La uniformidad que mantienen al procesionar desde sus orígenes y la presencia de guardias civiles entre sus hermanos imprimió seriedad y recogimiento a un recorrido por las calles más próximas a la Concatedra, revestidas de por sí con la severidad de la piedra.

Stabat Mater o Cristo de la caña con la Virgen al pie

La «humildad, sencillez y modestia» que caracterizan a la hermandad del paso del Misterio del Cristo de la Caña, por su origen marista, contrastaban anoche con el colorido del conjunto escultórico a su salida de la parroquia de Nuestra Señora de Gracia. Sus grandes dimensiones volvieron a concitar el interés del público en el entorno del Teatro, cuando el paso hizo el giro a Bazán.

El Ecce-Hommo y La Amargura entre ciriales barrocos

El Martes Santo también procesionó la cofradía del Ecce-Homo y de Nuestra Señora de la Amargura, desde la parroquia de los Franciscanos y su llamativa orfebrería junto al cortejo de acólitos con ciriales labrados que lograron imprimir al conjunto un aire muy barroco. En una oquedad del frontal del trono de plata de la Virgen han estrenado esta vez una pequeña talla de San Francisco.