Menos hijos y a una edad más avanzada. El 89% de las alicantinas menores de 30 años no tiene hijos, mientras que a partir de los 40 son el 83,6% las que sí tienen descendencia, según la encuesta de fecundidad publicada ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta misma encuesta sitúa el número medio de hijos en 1,6. Estos son los datos de la Comunidad Valenciana, que se pueden extrapolar a la provincia y que son más elevados que la media estatal, ya que a nivel nacional son el 79,2% las menores de 30 años que aún no han tenido descendencia.

Más de la mitad de las mujeres de 30 a 34 años (el 52%) no ha tenido aún hijos, tasa que se reduce al 27,8% en las que tienen de 35 a 39 años y al 19,0% en las de 40 años y más. En la encuesta de fecundidad, relativa a 2018, el INE señala que el 76,9% de las valencianas de más de 40 años desea tener dos o más hijos y un 8,1%, ninguno, mientras que por debajo de los 40 años, el porcentaje de mujeres que quiere tener dos o más hijos es de 75,1% y los que no quieren ninguno, de 12,8%.

A nivel nacional, las mujeres de 40 y más años de Madrid, Murcia y Navarra son las que quieren tener más hijos en España, pero por distintos motivos no lo consiguen.

Entre los motivos para que se tengan los hijos más tarde y se decida tener menos destaca la inestabilidad laboral y la falta de conciliación que unidos a las dificultades para acceder a una vivienda y a la falta de corresponsabilidad en el hogar generan un cóctel explosivo de consecuencias «demoledoras», según explica la profesora de Sociología de la Universidad de Alicante (UA) Alba Navalón.

«Las prioridades de las jóvenes entre 25 y 30 años son otras, porque a esa edad están acabando la carrera y buscando su primer trabajo. Ahora hasta que no existe una estabilidad económica casi nadie se plantea tener hijos, por eso se retrasa la edad», indica la socióloga. Con la alta precariedad laboral esta decisión se retrasa y la consecuencia es que las mujeres tengan menos hijos y los tengan más tarde con lo que también aumenta el número de las que se ven obligadas a recurrir a técnicas de reproducción asistida para quedarse embarazadas, añade Navalón.

«Nuestro país ya está envejecido y lo que es más grave, las bajas tasas de natalidad provocan que no lleguemos al relevo generacional. Veremos qué pasa con las nuevas generaciones, pero si la situación no cambia el panorama no es nada alentador», argumenta esta experta.

Además, otra variable es que «la sociedad va cambiando y cada vez hay más mujeres que deciden no tener hijos. Hacerlo es una decisión personal que además requiere una gran inversión a largo plazo», expone la profesora de la UA.

Deseo y realidad

En general, las mujeres desean tener más hijos de los que tienen realmente en todas las comunidades autónomas, pero son el grupo de 40 y más años el que está más lejos de conseguirlo. Y también les gustaría tenerlos antes. De hecho la encuesta dice que el 42% de las mujeres con edades comprendidas entre 18 y 55 años ha tenido su primer hijo más tarde de lo que consideraban ideal. De media, el retraso asciende a 5,2 años.

En el grupo de mujeres que trabajan las medidas de conciliación familiar y el horario pasan de ser aspectos poco valorados por las mujeres sin hijos, a ser los más importantes para las mujeres que sí los tienen.

A medida que aumenta el nivel educativo se retrasa la edad a la maternidad. No obstante, las diferencias en cuanto al número de hijos alcanzado por las generaciones de mujeres que ya han completado su periodo fértil son pequeñas. Así, las mujeres con nivel de estudios superiores que actualmente tienen entre 45 y 49 años han tenido en promedio 1,50 hijos. Las que completaron estudios de segunda etapa desecundaria tuvieron 1,58 hijos y las que alcanzaron primera etapa de secundaria o inferior tuvieron, de media, 1,63 hijos.

Con estos datos sobre la mesa es fundamental que «mejoren las condiciones de trabajo, especialmente los sueldos para que así mejore la economía y los jóvenes puedan independizarse antes y pensar en tener hijos. También que las empresas se tomen en serio la conciliación», lanza Navalón. «Porque estamos ante un problema social y económico grave», concluye la investigadora. Y es que, entre otros inconvenientes, el hecho de que no nazcan más niños pone en peligro el sistema del bienestar que hoy disfrutamos.