Cada 30 minutos un objeto se extravía en el aeropuerto de Alicante/Elche para acabar en la oficina de artículos perdidos, donde se agolpan desde las típicas gafas, carteras y cinturones hasta cosas tan variopintas como modernas tablets, piezas ortopédicas y anillos de boda.

La oficina de objetos perdidos es más conocida por el personal aeroportuario como el departamento de las cosas "halladas", según han relatado los dos responsables de este departamento, Usue Mendaza y Juan Carlos Cases, por quienes pasan cada año entre 7.000 y 9.000 objetos "olvidados" por sus propietarios.

En este servicio de cortesía que presta Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) en el aeródromo de El Altet acaba todo aquello que se queda sin dueño dentro de las paredes del edificio, principalmente en los filtros de seguridad que separan las zonas de espera del exterior del área de embarque.

Para pasar esos arcos de seguridad, los pasajeros se suelen quitar gafas, cinturones, carteras, monedas, móviles, artículos de ortopedia y anillos, algunos de los cuales se olvidan en las bandejas de plástico blanco usadas para pasar la cinta de rayos infrarrojos.

También se hallan numerosos elementos de ortopedia en los aseos, sobre todo dentaduras postizas, audífonos, fajas, algún respirador para la apnea del sueño, y hasta se han recuperado andadores de personas mayores sin que, contra toda lógica, los dueños se hayan acordado de ellos.

En asientos, cafeterías, las zonas de llegadas, parques infantiles y otros rincones hay pasajeros que se olvidan ordenadores, muchos de ellos de empresa, y tablets, teléfonos móviles 'smartphone' o tipo concha para personas mayores. Del mismo modo, bolsos con la documentación y carteras con billetes en euros y libras esterlinas, especialmente, aunque también con rublos rusos, rupias indias o coronas de los países nórdicos.

Muchos de estos objetos perdidos carecen de un valor objetivo pero sí "pueden tener un gran valor para las personas o encerrar una historia, como una alianza de compromiso o un peluche de apego", ha explicado Cases refiriéndose a los muñecos favoritos de los más pequeños que, a menudo, son imprescindibles a la hora de dormir o viajar.

Títulos universitarios, escrituras de viviendas, trabajos de fin de universidad y todo tipo de juguetes también copan la lista de extravíos que se acumulan durante dos años en los almacenes del aeropuerto a la espera de su dueño. Entre las anécdotas que han vivido Mendaza y Cases, una pasajera extranjera que les preguntó por un collar perdido que contenía las cenizas funerarias de su padre.

También el caso de un acaudalado viajero holandés con chalet en Xàbia que olvidó en el filtro de seguridad un neceser con 1.500 euros, las llaves de tres coches de lujo (un Rolls Royce, un Bentley y un Range Rover) y un audífono, y quien telefoneó a la oficina muy preocupado porque le faltaba esto último.

"Los viajeros que encuentran aquello que han perdido se quedan muy agradecidos por la buena noticia", ha destacado Mendaza, quien cree que este servicio aporta al pasajero una imagen muy positiva tanto de España como de la seguridad del aeropuerto de Alicante.

Otros de los artículos que, a menudo, se pierden son los lienzos o caricaturas que los turistas encargan sobre la marcha a los dibujantes de los paseos marítimos. Todas estas cosas son trasladadas por el personal de seguridad o resto de empleados del aeropuerto hasta la oficina, donde cada objeto se describe, fotografía y clasifica, al tiempo que se intenta localizar al propietario.

A continuación, se precinta y guarda con una ficha de registro para ser almacenado durante dos años, periodo a partir del cual es llevado a la ciudad de Elche por el ayuntamiento. Acudiendo personalmente, por teléfono o vía email, el viajero puede consultar a la oficina por su objeto perdido, y en caso positivo y si el pasajero se halla lejos de Alicante, existen empresas de transportes para el envío a cualquier punto del planeta.

Hasta abril de 2016 el ayuntamiento ilicitano se encargaba de la oficina, y desde entonces lo hace AENA, que ha contabilizado 6.234 objetos en los últimos ocho meses de ese año, 8.962 durante 2017 y 6.920 a lo largo de 2018. La ampliación del moderno aeropuerto alicantino fue inaugurado en marzo de 2011 y, con una superficie total de 333.500 metros cuadrados, por sus instalaciones pasan 14 millones de pasajeros al año aunque tiene capacidad de crecimiento de hasta 20.