Nada de ir a beber agua ni a la cafetería entre clase y clase, evitar formar corrillos y dar empujones por el pasillo, y ni mucho menos hablarse a gritos o apoyarse sobre los radiadores. La Conselleria de Educación respalda expresamente este tipo de medidas que los institutos están introduciendo de forma extraordinaria en los centros para reforzar la disciplina entre los alumnos de Secundaria .
Las normas «las regulan los centros» desde su autonomía, recalcan desde el departamento que dirige el conseller, Vicent Marzà.
Se trata de medidas que, tal y como destacan los directores de los propios institutos, van más allá de la incluidas en los respectivos reglamentos de régimen interno, -que son aquellas se dan a conocer en los consejos escolares cada nuevo curso escolar-, con el objetivo de controlar de una forma más eficaz el revuelo extra que se origina entre el alumnado con motivo de los cambios de clase.
Está dirigidas, por tanto, al alumnado de tercero y cuarto cursos de Secundaria, para quienes la normativa aprobada cada inicio de curso está resultando claramente insuficiente, como atestiguan directores y profesores.
La Conselleria de Educación indica al respecto que son medidas que corresponde adoptar a los propios centros «como se ha hecho siempre», aunque los representantes de los padres de alumnos añaden al respecto que únicamente las normas, aunque se endurezcan puntualmente, también pueden resultar insuficientes si no se implica al propio alumnado en su elaboración y si la conselleria no aporta un respaldo más expreso que realmente ponga en primer lugar la autoridad del profesorado.
«El profesorado debe demostrar una voluntad real de acoger a todos los alumnos pero también de exigir respeto al que no lo tenga y tomar medidas realmente efectivas sin convertir los institutos en reformatorios», apunta el presidente de la Confederación Gonzalo Anaya y a su vez de la Fapa Enric Valor, Txomin Angós. «Que los maestros sean autoridad en el colegio es solo un papel para quedar bien», critica. «La educación no viene en el currículo pero es tan importante como las Matemáticas o la Lengua. Hay que prepararles para vivir en sociedad», concluye.
Por su parte Ramón López, como presidente en funciones de la Fapa Gabriel Miró, sugiere que si no se mueve de aula al alumno entre clase y clase la indisciplina se reduciría en un alto porcentaje y se perdería menos tiempo, «y haciéndoles partícipes de esas normas, funcionarían mejor».
