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Pediatras y neurofisiólogos alertan de la falta de sueño en jóvenes y piden que las clases empiecen más tarde

Los especialistas aconsejan también modificar los horarios, de manera que las asignaturas más pesadas no se impartan a primera hora de la mañana

Clases en un instituto de Alicante, en una imagen de archivo. PILAR CORTÉS

La mitad de los niños y jóvenes de entre 10 y 16 años duerme menos de las 9 horas recomendadas. Parte de estos problemas se debe a malos hábitos, como el de estar usando el móvil o la tablet hasta bien entrada la noche, pero otra parte tiene que ver con los cambios fisiológicos que se producen a esta edad y que provocan que a los adolescentes les llegue el sueño más tarde.

Acostarse tarde y madrugar para llegar a clase a las 8 de la mañana se traduce en problemas de salud y en un descenso del rendimiento escolar. En este sentido, pediatras piden un cambio en los horarios de entrada de los institutos, actualmente fijado en las 8 de la mañana, para permitir que los alumnos descansen más y paliar así los trastornos que genera la falta de sueño.

«Lo ideal sería que el horario de inicio de las clases siguiese como en la etapa de la educación Primaria, a las 9 de la mañana e incluso en algunos países empiezan a las 10 y se ha visto una mejora en el rendimiento escolar de los alumnos», señala Isabel Rubio, presidenta en Alicante de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria.

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Horas que deberían dormir los adolescentes

Entre los 10 y los 16 años, los escolares deberían dormir una media de nueve horas para poder rendir de una manera adecuada durante el día en clase.

Los adolescentes están afectados por el llamado síndrome de retraso de fase, que provoca que el inicio y la finalización del sueño estén retrasados con respecto a los horarios de sueño convencionales. «El sueño les viene más tarde de lo normal y madrugan mucho para ir al instituto, lo que se traduce en que entre semana, los jóvenes duermen poco y después tratan de recuperar el fin de semana», explica Teresa Canet, neurofisióloga del Hospital General de Alicante y miembro del grupo de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño. El origen de este síndrome no está muy claro, según recuerdan desde la Asociación Española de Pediatría, y se sabe que afecta más a los chicos que a las chicas.

Distribuir mejor las materias

Además del retraso en el inicio de las clases en los institutos, Canet también plantea otro tipo de medidas, como una modificación de los horarios escolares, «de manera que en las primeras horas del día no se acumulen las asignaturas más pesadas». También que antes de entrar a clase, los alumnos estén en el patio quince minutos y que se den las clases con las persianas abiertas para aprovechar la luz solar por la mañana, lo que favorece que se restablezca el ritmo del sueño. Canet recuerda que «ya se han hecho estudios en algunas ciudades, que han implantado estas medidas, y se ha visto una mejora en el rendimiento escolar de los alumnos».

A los trastornos fisiológicos se unen otro tipo de problemas que restan horas de sueño a los adolescentes, sobre todo por el uso abusivo de las tablets y teléfonos móviles a la hora de acostarse. La luz blanca de estos dispositivos incide de manera negativa sobre la segregación de la melatonina, la hormona que favorece la llegada del sueño y para cuya fabricación es imprescindible que haya oscuridad. Hasta la consulta de los especialistas llegan cada vez más jóvenes, y también niños, que pasan horas antes de acostarse hablando con sus amigos a través del whatsapp, jugando o consultando las redes sociales.

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No duermen el tiempo suficiente

La mitad de los adolescentes no duermen el tiempo suficiente. Entre las causas, están los problemas fisiológicos y los malos hábitos, como el uso de tablets y móviles antes de acostarse.

La práctica de deporte hasta última hora de la tarde también influye,La práctica de deporte hasta última hora de la tarde también influye a juicio de la pediatra Isabel Rubio. «Los chicos están entrenando hasta las 8.30 o 9 de la noche, por lo que llegan a casa muy activados y les cuesta más coger el sueño». El cambio de horario de los últimos días tampoco favorece que los jóvenes duerman las horas suficientes.

Dormir menos horas de las debidas tiene consecuencias directas sobre la salud de los jóvenes en varias esferas, recuerda Teresa Canet. «Por un lado les afecta en el rendimiento escolar porque en clase tienen mucho sueño y no son capaces de concentrarse. También se nota en el carácter, están más irascibles y corren el riesgo de padecer más problemas de depresión y agresividad». Por último, la neurofisióloga señala que la falta de sueño aumenta el riesgo de padecer problemas de salud, como la hipertensión o riesgo cardiovascular. Además, el problema se puede cronificar y persistir en la edad adulta, según recuerda la Asociación Española de Pediatría.

Evitar el uso de móviles y tablets y el ejercicio antes de ir a dormir

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria aconseja que, para reducir los problemas de sueño en los adolescentes se cumplan horarios regulares para ir a la cama y levantarse por las mañanas, y mantenerlos también durante los fines de semana. Además se deben evitar las siestas largas, que como máximo deben durar entre 30 y 45 minutos. Los pediatras recuerdan además que hacer ejercicio físico diario es bueno, «pero no cerca de la hora de dormir». Al final del día también se debe evitar la excesiva actividad física y la exposición lumínica que generan los teléfonos móviles o las tablets. La luz blanca de estos dispositivos afecta negativamente en la fabricación de la melatonina, la hormona que regula el sueño. Si no se concilia el sueño, los pediatras aconsejan levantarse a leer tranquilamente. «Hay que entender que la cama es para dormir, no para ver la televisión, comer, estudiar o usar teléfono». «No debería haber TV en el dormitorio», recuerdan desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. También es conveniente aumentar la exposición a la luz solar por la mañana.

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