Al final de la Guerra Civil, entre el 9 de febrero y el 1 de abril de 1939, entre la pérdida de Cataluña y la tragedia del puerto de Alicante, distintos lugares de nuestra provincia alcanzaron un marcado protagonismo histórico, cuando a lo largo de casi todo el desarrollo bélico sólo había sido una zona de retaguardia, algo que no impedía su aportación al esfuerzo de guerra en hombres y suministros ni, desgraciadamente, los múltiples bombardeos ni todo tipo de privaciones.

Entre el 10 de febrero y el 6 de marzo se desarrolló la última fase del gobierno Negrín en España. Sorprendentemente, en la mañana del 10 de febrero, horas después de abandonar Cataluña con los últimos soldados republicanos, el presidente Negrín aterrizó en Alicante para recuperar sus funciones no sólo de presidente sino también de ministro de Defensa. Nada le hubiese impedido permanecer en Francia, porque allí quedaron tanto el presidente de la República, Manuel Azaña; el de las Cortes, Martínez Barrio; el jefe del Ejército, general Vicente Rojo; o los dirigentes anarquistas que tanto criticaron su labor; es más, todavía estaban allí, aunque retornaron pronto, los principales dirigentes comunistas. Sin embargo, Negrín regresó a España, teóricamente para continuar su política de resistencia en espera de una paz negociada, sabiendo claramente que una victoria era imposible mientras las potencias democráticas -Gran Bretaña, EEUU, Francia- no comprendiesen que resultaba imprescindible oponerse a los gobiernos de Hitler y Mussolini, un conflicto en el que Franco no pasaba de ser uno de los peones de su trágico tablero de ajedrez. Lo había comprobado meses atrás, durante la batalla del Ebro, cuando la superioridad estratégica conseguida por Rojo al atravesar el río en varios puntos quedó en nada ante la imposibilidad de que el armamento imprescindible pudiese atravesar la frontera francesa.

Tal vez, aunque nunca como objetivo declarado, la misión de Negrín fuese simplemente planificar una evacuación ordenada que permitiese abandonar España a cuantos temiesen por sus vidas ante las más que previsibles acciones criminales franquistas de posguerra, a tenor de lo sucedido en los territorios en manos rebeldes desde julio de 1936.

Negrín llega a Alicante

El profesor alicantino Gómez Serrano, fusilado en mayo de 1939, relata en su diario que a los pocos minutos de llegar Negrín a Alicante visitó el edificio de la Diputación e inspeccionó todos sus rincones, y dedujo que Negrín quería descentralizar la estructura de funcionamiento estatal en distintos lugares. Gómez Serrano también cuenta que la llegada de Negrín coincidió con uno de los bombardeos sobre la ciudad; es decir, que comprobó la inseguridad reinante en las ciudades costeras.

Ese viernes 10, a la hora de comer, Negrín ya estaba en Calpe, de camino para Valencia, donde se entrevistó con el general Miaja, en su primer intento de recuperar el control militar efectivo de los territorios aún republicanos. Miaja recibió a Negrín en pijama, un ejemplo de desconsideración y de cómo, con el Gobierno en Cataluña, el resto de regiones militares funcionaban con una autonomía casi completa. Al llegar a Madrid y entrevistarse con Casado, Negrín no sólo comprobó que su autoridad efectiva sobre las fuerzas leales era escasa sino incluso se sintió vigilado y controlado en algunos momentos; de hecho, Casado ya había establecido desde semanas atrás contacto secreto con la quinta columna franquista. Después, en una reunión con los jefes militares en el aeródromo albaceteño de Los Llanos pudo constatar que el espíritu de resistencia estaba ya bastante minado, incluso que su regreso a España había impedido contar con un chivo expiatorio al que culpabilizar de la derrota. Mientras tanto, sólo los altos cargos comunistas habían regresado desde Francia.

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Debió ser en aquellos días cuando Negrín buscó establecer una estructura militar lejos de Madrid, que le permitiese recuperar un control militar suficiente para organizar una evacuación ordenada de España. No podía ser en Valencia, amenazada por las tropas franquistas, aunque la posición supo defenderse hasta el final, con estructuras como la línea XYZ; zonas como Jaén, la Mancha o Almería estaban muy lejos de las áreas esenciales.

El Gobierno de la República en el Valle del Vinalopó

Fue entonces cuando se pensó en el Valle del Vinalopó como el territorio idóneo para esa misión. Pudo haber sido tanto la zona en torno a Villena como la de Elda y sus alrededores, porque ambas comarcas compartían muchas ventajas comunes. Estaban atravesadas por la carretera Ocaña-Alicante y junto a la línea ferroviaria Madrid-Alicante, entonces los ejes fundamentales de comunicación del territorio republicano. Contaban ambas con aeródromos próximos: El Fondó de Monóvar, la Marjal de Onil o Caudete. Villena estaba algo más próxima a Madrid, Valencia o Albacete y poseía enlaces ferroviarios tanto en la ciudad como en La Encina; Elda estaba más cerca de Alicante y Cartagena, los dos enclaves esenciales para cualquier posible evacuación. Además, ninguna población del Valle Medio del Vinalopó -ni Elda, ni Petrer, ni Monóvar- había sido bombardeada en toda la guerra. Por otra parte la pujanza de la industria zapatera en la década anterior permitió la construcción de algunas segundas residencias burguesas en la zona, que aseguraban un alojamiento suficientemente cómodo y discreto. En el Valle se habían establecido ya, desde 1936, varios hospitales de sangre y clínicas militares, algunas colonias escolares, muchos centenares de evacuados y algunas factorías de material bélico.

El día 24 de febrero ya está Cordón, mano derecha de Negrín en esos momentos, buscando lugares adecuados para instalaciones militares, la principal de las cuales fue la Subsecretaría del Ejército de Tierra en el colegio nacional Emilio Castelar de Elda, que trató de ponerse en marcha con extrema rapidez, hasta el punto de que el día 27 Cordón afirmaba haber supervisado los trabajos de instalación. Seguramente hubo otras oficinas gubernamentales, alguna incluso anterior. También se vaciaron chalets de las afueras para alojar a personal gubernamental destinado en la zona.

El presidente Negrín se alojó en la llamada Posición Yuste -es decir, la finca petrerense de El Poblet-, junto a la carretera nacional pero alejada de los núcleos urbanos. Era un enclave bellísimo, con algunas construcciones aledañas a la casa central, que poseía ya uso militar y, por tanto, no necesitaba permiso o preaviso alguno, asegurando la discreción imprescindible.

Los dos últimos consejos de Ministros

No fueron muchos los días de Yuste. Aunque el presidente llegó un poco antes, el 28 de febrero se celebró el primero de los consejos de ministros, y el 5 de marzo el segundo, poco antes de que Negrín decidiese la salida de España. En el primer consejo se trató de dos cuestiones interrelacionadas: la dimisión de Azaña como presidente de la República y el reconocimiento del régimen franquista por Francia e Inglaterra. Con ello, se reducían aún más los apoyos exteriores (en la práctica, ya era definitiva la retención en Francia del material bélico) y se debía afrontar la obligación -tan legal como imposible- de convocar nuevas elecciones.

En los días comprendidos entre ambos Consejos, Negrín trató de reorganizar la cúpula militar, buscando recuperar el control efectivo del ejército, ascendiendo a cargos de escaso poder estratégico a los militares más opuestos e instalando en puestos de confianza a otros más implicados en los planes de resistencia y/o evacuación ordenada. Para conocer la opinión del ejército y la situación en los frentes antes de decidir los nombramientos debió resultar esencial la reunión en Yuste del jueves 2 de marzo con los jefes de los ejércitos de Centro y Levante, Casado y Matallana respectivamente.

El comienzo de los cambios, con el nombramiento del comunista Galán como jefe de la base de Cartagena, precipitó un levantamiento en aquella ciudad. Fue sofocado en un tiempo breve, pero fue suficiente para que la Armada, al mando del almirante Bouza, contrario a la política de resistencia, abandonase el puerto el domingo 5 y se internara en aguas internacionales. Con su salida, las posibilidades de evacuación organizada de los responsables civiles y militares y de cuantos deseasen abandonar España quedaban seriamente reducidas.

En estas circunstancias se celebró el domingo 5 el segundo consejo de ministros en Yuste, con la asistencia de todos los ministros, donde se discutió el mensaje que al día siguiente Negrín debía dirigir a la Nación, con toda seguridad defendiendo una solución honrosa, que permitiese la salida de quién desease hacerlo, garantías mínimas para los vencidos o la integridad e independencia de España, que para los republicanos no estaba asegurada ante el peso creciente de alemanes e italianos en las decisiones del autoproclamado bando nacional.

Fue al final del Consejo cuando un funcionario comunicó que Besteiro intervenía en Radio Madrid anunciando la creación de un Consejo Nacional de Defensa, presidido por Miaja, formado por miembros de casi todas las fuerzas republicanas -en la práctica, sólo faltaba el PCE y el ala negrinista del PSOE-, con el coronel Casado y el anarquista Mera como hombres fuertes, que destituía al Gobierno y también afirmaba buscar una paz honrosa.

Pronto se intentó contactar con Madrid e incluso se mantuvo una breve conversación directa entre Negrín y Casado, que cada testigo ha relatado a su manera, más o menos creíble. No estaba clara la situación en Madrid, ni garantizadas las comunicaciones con Madrid y Valencia -ni siquiera con Alicante-, con una Cartagena recuperada pero con la flota en altamar. Las tropas dirigidas por comunistas seguían fieles, pero eso podía suponer una guerra civil dentro de la propia guerra civil. Ante tal estado de cosas, en la madrugada del lunes 6 de marzo, Negrín decide que el Gobierno abandone el país.

A la mañana siguiente, el centro de decisiones se desplaza a la Posición Dakar, un caserío de segundas residencias situado en la salida de Elda hacia Alicante, donde estaban los alojamientos asignados a algunos mandos gubernamentales comunistas y hacia donde a lo largo de esa noche se había desplazado la plana mayor del PCE y algunos de sus cuadros militares, como Dolores Ibárruri, Palmiro Togliatti, Líster o Modesto. Negrín, acompañado por el ministro de Estado, Álvarez del Vayo, y su hombre de confianza, Cordón, debió acudir allí alrededor de las 10 de la mañana, para despedirse de quienes le habían sido fieles hasta el final pero también para intentar una solución negociada de traspaso de poderes que permitiese concluir ordenadamente la contienda. No fue posible; en una reunión franca y triste, los comunistas intentaron conseguir que reaccionase contra los nuevos golpistas y Negrín que el PCE asumiese un acuerdo con el Consejo de Defensa.

Negrín sale al exilio desde el aeródromo de El Fondó

Previamente, nada más llegar, se decidió que Pasionaria abandonase el país rápidamente para evitar la posible captura por las fuerzas franquistas de una mujer que ya se había convertido en un símbolo mundial; con ella salieron Alberti, María Teresa León, Cordón y algunos otros, a los que acompañó Líster para hacerse cargo del control del aeródromo, desde el que aquellos salieron en Dragon Rapide hacia Orán.

Serían casi las dos de la tarde cuando el presidente se dirigió también al aeródromo, atravesando tangencialmente Elda y Monóvar por su eje central, en dirección a El Fondó, donde le esperaban nerviosos los restantes miembros del gobierno. Desde allí, aprovechando la mayor autonomía de vuelo de los Douglas DC-2 pudieron trasladarse hacia Toulouse.

Por la tarde, dada la fuerte implantación anarquista en Elda y su apoyo al Consejo de Defensa, los dirigentes comunistas se dirigieron también hacia El Fondó, desde donde algunos de ellos salieron también hacia Toulouse y otros se dirigieron hacia distintos puntos de las provincias republicanas.

El Consejo de Defensa, sin voluntad alguna de resistencia, sin poder moral, sin capacidad para buscar siquiera una retirada organizada o una mínima salida honrosa, acabó desmoronando los frentes y precipitando el peor final posible para aquellos soldados y civiles que defendieron hasta el final la legalidad republicana. El puerto de Alicante sería pocas semanas después el mejor ejemplo y la peor consecuencia de su actuación irresponsable.

El doctor Negrín continuó ejerciendo sus funciones de jefe de Gobierno en el exilio, gestionando posibilidades de expatriación y reubicación de los exiliados y tratando de asociar la causa republicana a la de los aliados en la II Guerra Mundial -por ejemplo, residió en Londres durante la época de los bombardeos nazis-, hasta 1945, cuando fue cesado por los diputados en Cortes reunidos en México.