Más de 32 millones de españoles, es decir, un 70% de la población, ya se están viendo afectados por las consecuencias del cambio climático, un fenómeno que está provocando un alargamiento de los veranos, acumulando años muy cálidos en la última década y provocando un aumento de la frecuencia de noches tropicales. El calentamiento del agua del mar Mediterráneo que se registra en las dos últimas décadas frente a las costas de la provincia de Alicante es, para Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, la manifestación más evidente del cambio climático y el problema más importante. En cuanto a la prolongación de los veranos, en Alicante la estación se estira hasta finales de octubre.

El mar es un medio que conserva mucho el calor, que lo acumula, por tanto que ya se haya manifestado este calentamiento en el mar Mediterráneo es un serio problema, porque supone que ese calor se transfiere a la atmósfera e impulsa la subida de temperaturas en las zonas próximas a la costa para las próximas décadas.

El calentamiento del agua del Mediterráneo tiene dos consecuencias climáticas directas. Es la responsable del aumento de las noches tropicales (el termómetro no baja de los 20 grados en verano) en las ciudades de la costa de Alicante. Estas "noches tropicales" se han triplicado desde 1980 a la actualidad. Es responsable del aumento que se ha registrado en el número de tormentas intensas, de corta duración, que ocasionan inundaciones en las ciudades de la costa (Alicante, Torrevieja, Benidorm, Denia, Xàbia...ya han notado los efectos de estas tormentas intensas con inundaciones)

El calentamiento del mar Mediterráneo está ocasionando cambios en especies vegetales y animales de nuestro mar. Han aparecido especies "invasoras" de algas y de peces, porque ahora encuentran condiciones de temperatura del agua favorables para su desarrollo.

En definitiva, "para mi el calentamiento del mar Mediterráneo es el problema principal del proceso de calentamiento térmico que se registra desde 1980. Porque es un proceso de largo plazo, al acumular el calor que se manifestará lenta pero progresivamente en las temperaturas de la fachada litoral, apunta Olcina.

Aumento de las temperaturas

Por otro lado, según las conclusiones del del Open Data Climático, una herramienta de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) de acceso libre a partir del mes de abril, las temperaturas medias de todas las estaciones son cada vez más elevadas, aunque el ascenso se aprecia con más claridad en primavera y, sobre todo en verano, estación que se convierte en la más afectada por el cambio climático, pues se está volviendo más largo y más cálido.

En concreto, los datos revelan que el verano se está alargando nueve días de media por década, con lo que el verano actual abarca cinco semanas más que a comienzos de los años 80, aunque el calentamiento afecta a todas las estaciones del año. En general, las temperaturas son más cálidas ahora entre abril y octubre, lo que confirma que esta estación comienza antes y termina después. "Es algo que todos notamos y los datos nos vienen a confirmar", subraya uno de los portavoces de la AEMET, Rubén del Campo.

Los datos también revelan que las superficies con climas semiáridos están avanzando en España, y ocupan ya un 6% más que en el periodo 1961-1990, es decir, de unos 30.000 kilómetros cuadrados, un aumento "considerable", según otra de las portavoces de la AEMET, Beatriz Hervella. Las zonas más afectadas son Castilla-La Mancha, el valle del Ebro y el sureste peninsular, al ser estas las más propensas a no registrar precipitaciones.

Con respecto a las temperaturas, el estudio confirma una tendencia a temperaturas más altas en España desde 1971, tanto en valores promedios como en máximas y mínimas, lo que afecta directamente a la población en lo referente al índice de mortalidad. Este resultado concuerda con el hecho de que los años más cálidos se hayan registrado en su mayoría en el siglo XXI.

De los 58 observatorios analizados, 37 registraron al menos cinco años desde 2011 con temperaturas medias anuales situadas dentro del 20% de las más cálidas del periodo de referencia (2011-2018). Estas anomalías ponen de manifiesto que al menos cinco de los últimos ocho años en estos observatorios han sido muy cálidos, siendo el "caso más extremo" en Barcelona, donde desde 2011, la temperatura media anual se ha situado entre el 20% de las más cálidas desde este mismo año, periodo de referencia.

También, en cinco observatorios, entre ellos el de Murcia o el de Teruel, todos los años excepto uno, han exhibido un comportamiento similar, mientras que en Madrid ha sido así en cinco de los últimos ocho años.

Por otro lado, el estudio señala que la temperatura superficial del Mediterráneo está aumentando 0,34ºC por década desde principios de los años 80. Este aporte de calor provoca una expansión termal que contribuye al incremento del nivel del mar. De hecho, desde 1993 el nivel del Mediterráneo ha aumentado en 3,4 milímetros por año.

Según los resultados del Open Data Climático, un Mediterráneo cada vez más cálido repercute en sus regiones costeras aumentando el número de noches tropicales, es decir, aquellas en las que la temperatura mínima iguala o supera los 20ºC.

En este sentido, ambos portavoces han destacado la amplificación de los efectos del fenómeno 'isla de calor', anomalía térmica positiva que tiene lugar en el centro de las ciudades en relación con la periferia. Según el Open Data Climático, este plus térmico nocturno que eleva las temperaturas mínimas afecta al confort de los ciudadanos por sus efectos nocivos para la salud, en particular para aquellos grupos de riesgo que viven en grandes urbes.

Ambos efectos, por tanto, señalan a las grandes ciudades y a la costa mediterránea como los dos entornos más vulnerables al cambio climático.

Finalmente, se ha estudiado la ocurrencia de las olas de calor y de frío. Si bien los episodios fríos disminuyen en número de días, las olas de calor tienden a concentrarse en los últimos años, con especial incidencia en su duración. Este hecho es particularmente relevante, según ha destacado Hervella, al existir una elevada correlación entre temperaturas máximas y mortalidad, pues a partir de un determinado umbral de temperatura máxima las muertes aumentan de forma notable.