La cofradía de Nuestra Señora de la Soledad celebró el acto conmemorativo de su bicentenario en la Basílica de Santa María, en el centro de Alicante, ayer por la tarde. El Padre Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz, ejerció de pregonero y alentó a los fieles en las semanas previas a la Semana Santa. «Es un gran honor y una gran ilusión ser pregonero de la Semana Santa de Alicante, localidad señorial de lustre y pasado histórico, especialmente en la conmemoración del Bicentenario Refundacional de la Soledad de Santa María», declaró el pregonero ante la presencia de las autoridades congregadas.

El evento arrancó con la misa pontifical presidida por el obispo de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, quien reconoció y valoró la trayectoria de la centenaria cofradía. Murgui también bendijo la bandera del bicentenario con el escudo de la ciudad de Alicante que abrió la comitiva presidencial de la cofradía, momentos previos a la intervención de Ana Poquet quien realizó el papel de mantenedora.

Tras las palabras de bienvenida, Poquet presentó al pregonero de la Semana Santa, que este año recayó en el Padre Ángel García Rodríguez, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, quien fue reconocido con el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. En un discurso emotivo y con continuas referencias a la «caridad cristiana», el Padre Ángel se acordó de los hermanos cofrades de La Soledad y San Pedro por su gran labor social y cultural que realizan desde hace años en la Semana Santa alicantina.

El acto finalizó con el discurso de clausura a cargo de José Iborra, Comisario General del bicentenario, quien tuvo palabras de reconocimiento hacia los hermanos cofrades por «recuperar y potenciar el valor y la singularidad del gran patrimonio humano y material que atesora esta Cofradía, dentro de la Semana Santa». Iborra concluyó recordando a los fieles que cada Viernes Santo «salen a las calles en representación de la fe del pueblo de Alicante, que es su bien más preciado».

Con el himno nacional de fondo se procedió al descubrimiento del retablo cerámico antes de lanzar salvas de Ordenanza desde la Ereta del Monte Benacantil.