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El Ayuntamiento de Alicante quiere abrir a las visitas el refugio de Santa Faz

Memoria Histórica retomará las conversaciones para que el público pueda entrar al búnker de la Guerra Civil

Uno de los «prismas» por donde está el acceso al refugio de la Guerra Civil que conectaba con el jardín del monasterio de Santa Faz, cuya torre se aprecia al fondo. PILAR CORTés

Entre los 92 refugios donde los alicantinos se cobijaron durante la Guerra Civil, de los que hay dos visitables y seis más en proceso de apertura, se encuentra uno, formado por una galería única sin estancias, que conectaba la huerta alicantina con el convento de la Santa Faz. Este búnker, de 60 metros de largo, 2,30 de alto, 1,50 de ancho y capacidad para más de 200 personas, es de los pocos que conservan sus dos entradas en pie, una de ellas dentro del recinto de una tienda de mascotas y la otra, tapiada, en el jardín del convento de las monjas de clausura de la Santa Faz. El Ayuntamiento quiere hacerlo visitable al público pero las conversaciones con la orden se vieron interrumpidas con la apresurada marcha de las religiosas del monasterio el pasado mes de noviembre.

Ahora que de nuevo hay monjas custodiando la Reliquia de la Faz Divina, el área de Cultura quiere retomar las conversaciones con la superiora de las Clarisas para poder abrir el acceso tapiado en la cerca del huerto de las monjas de clausura. «En principio no se puede usar. En su día les planteamos hacer una especie de túnel para poder entrar al refugio sin invadir el espacio de ellas, pero se tuvieron que ir y nos quedamos sin interlocutor», explica el jefe de Memoria Histórica y Democrática, Pablo Rosser.

Este refugio antiaéreo ya está limpio y desescombrado, y se cambió la puerta. Fue en 2017, cuando lo visitaron los bomberos para inspeccionar su situación. Está pendiente de introducir el sistema eléctrico y la toma por el convento. Memoria Histórica lo abordará de nuevo con la madre superiora una vez que se inaugure, el 4 de abril, la exposición sobre el 80 aniversario del final de la Guerra Civil que actualmente prepara este departamento municipal.

En el búnker también se refugiaban los mecánicos que ensamblaban motores de aviones de guerra

Las mayores trabas a la apertura del refugio se presentan por parte de las monjas pues la otra boca está en un terreno privado, detrás de un centro comercial de mascotas, pero hay autorización de paso. «Queremos abrirlo a las visitas guiadas, que las podrán ofertar tanto el Ayuntamiento de Alicante como el de Sant Joan. Ellos también están trabajando mucho la memoria histórica, ya hemos hablado de crear esta red con el concejal de allí», señala Rosser.

Memoria Histórica está pendiente de la apertura de la puerta en la zona del monasterio. En caso de no obtener finalmente la autorización de las monjas, la visita al refugio será de ida y vuelta, con entrada y salida por la zona de la tienda de mascotas y para grupos más reducidos. Una vez preparado, se ofertará en paquetes como se hace con los ya inaugurados en Sèneca y Doctor Balmis, y la idea es gestionar la apertura este año o el que viene a lo sumo «porque no depende solo de nosotros, está pendiente de una negociación».

Talleres

El Ayuntamiento también tiene en proyecto darle uso público a otros seis refugios. Algunos se abrirán al público, otros para uso de centros educativos como el de las escaleras del instituto Jorge Juan, y algunos para talleres de la memoria, con diversos fines según la demanda.

En una primera fase se buscaron las entradas, se accedió, se desescombró y se colocó un sistema eléctrico provisional con una puerta en Marvá, plaza Músico Óscar Tordera, antes Hermanos Pascual, y en Tabacalera. En esos tres se ha podido trabajar claramente. En Padre Mariana hay otro con una apertura provisional en vertical donde habrá que hacer una rehabilitación importante ya que ha habido desprendimientos, y en dos más aún no se ha podido entrar porque en los años 90 colocaron muros de hormigón delante, como es el caso de los situados en Marqués de Molins, y Mercado Central. La pretensión es hacerlos accesibles para personas con movilidad reducida.

Los republicanos llevaron la Reliquia a los sótanos para protegerla

Aparte de los 92 refugios antiaéreos inventariados hay muchos otros de particulares que tenían los alicantinos en sus casas. Rosser destacó lo altamente efectivos que fueron pues no hubo uno solo destruido durante los bombardeos y nadie murió en su interior, aunque sí intentando acceder, por lo que cumplieron su función de salvar vidas. Su construcción fue ordenada por la comisión de defensa pasiva que coordinó el alcalde Rafael Millá, del Partido Comunista, en todos los barrios, pedanías y polígonos industriales, y en cualquier lugar donde hubiera gente.

«Fue una obra titánica, sin apenas personal, porque la gente de los oficios estaba en la guerra y sin apenas materiales, mientras bombardeaban. Hicieron uno en el Puerto y en ese momento cayó una bomba y mató a seis obreros en plena construcción. No eran las circunstancias más favorables, pero salieron muy bien».

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