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Chabolas junto a Casa Mediterráneo

Una decena de personas sin hogar se instala en construcciones precarias en los terrenos de Adif próximos a la sede internacional

Kiril Manolov junto a la tienda de campaña que ocupa con su mujer y los enseres que recoge en la calle y revende para poder comprar comida. Al fondo, Casa Mediterráneo. rafa arjones

En torno a una decena de personas sin hogar viven en construcciones precarias en los terrenos de Adif próximos a Casa Mediterráneo. Hay rusos, búlgaros, ingleses y españoles ocupando tiendas de campaña y casetas forradas con tubos de pvc en una muestra de chabolismo con vistas a una sede internacional que acoge encuentros políticos, de empresarios y diplomáticos. Viven tranquilos, a salvo de miradas indiscretas gracias a la barrera física de las vías del tren de la antigua estación de Murcia.

Kiril Manolov, panadero de profesión y ayudante de cocina, de 40 años, vive con su mujer, Gabriela Bacarova, de 32, que camina con una muleta tras contraer un virus que le afectó una pierna. En un aceptable castellano que asegura que aprendió en siete meses, Kiril explica que llegaron hace 9 años a Valladolid, a casa de unos familiares. Pero el piso era pequeño y no cabían. «Queríamos empezar de cero, pero todavía estamos en el cero», se lamenta. Aunque Cruz Roja y Cáritas les ayudan a buscar habitación, aún siguen al raso. «Qué le vamos a hacer, hay que vivir en algún sitio», dice resignado.

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Chabolas junto a Casa Mediterráneo

Ha tenido algún empleo eventual en cocinas, como carpintero, y en la recogida de la chatarra. Se lleva todo lo que encuentra para revenderlo y ganar algo de dinero para alimentos. De vez en cuando van al comedor social de San Gabriel pero suelen cocinar in situ con una botella de gas ahora vacía.

Cada día sale a buscar trabajo, «pero acabo reventado y a veces sin un trozo de pan para comer. Cuando la gente ve que estoy por los contenedores, se aparta. Es complicado». Sin dinero, no pudieron volver a Bulgaria a finales de año cuando fallecieron su madre y su suegra con poca diferencia, aunque tampoco quieren porque, aunque hay trabajo, explica que los sueldos son muy bajos y la comida muy cara. «Hace mucho frío y la calefacción es carísima. En Alicante no hace frío aunque nos han pillado varias trombas». Duermen en una casa de campaña que encontró en la calle y se duchan con una garrafa preparada con un grifo tras una cortina, «para hacerlo privado», con agua que calientan al sol.

La vida sin hogar es dura. A veces le roban la chatarra y los objetos que recoge -hay desde ladrillos a bicicletas, escobas, cuadros, telas y una guitarra- pero le ve su parte positiva. «Soy creyente y si Dios me ha plantado aquí será por algo. Era muy orgulloso. Lo de buscar por los contenedores me ha hecho bajar a la realidad y tener los pies en la tierra». Su mujer señala también que no les gusta vivir así. A ella le entretiene leer el periódico para saber lo que pasa en la ciudad y Kiril le lleva ejemplares de INFORMACIÓN que encuentra a veces por la calle.

Una decena de personas sin hogar se instala en chabolas en el centro de Alicante

Una decena de personas sin hogar se instala en chabolas en el centro de Alicante

No tienen miedo porque hay compañeros a pocos metros. Enfrente, en una caseta forrada con tubos de pvc que ha encontrado tirados por el Puerto, vive un español de 56 años con su gato Fermín. No quiere dar su nombre porque tiene hijos y nietos, solo cuenta que es de Almería, de profesión camionero, y que hace 5 años una mujer se ganó su confianza, la puso como titular de sus ahorros -13.600 euros- y desapareció con ellos. Tiene su habitáculo más que pulcro, con su cama hecha, la ropa colgada en perchas, los zapatos en estanterías. y el suelo forrado con alfombras. Y fuera macetas que cuida con esmero. Consigue trabajos esporádicos y está ahorrando para poder acceder a un alquiler a finales de año.

Algo alejado vive el inglés Richard Harris, de 39 años. No habla español. Fue el primero que forró su caseta con pvc y cuenta que sabe de electricidad y ordenadores pero que se ha tomado un tiempo para resolver unos problemas.

Suciedad en el entorno de Casa Mediterráneo

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Abandono junto a Casa Mediterráneo en Alicante

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