Mejorar los problemas del sueño en autistas. Este es el objetivo en el que se ha embarcado un grupo de investigadores del Hospital General de Alicante, que por el momento están dando respuesta a uno de los principales problemas que afecta a quienes padecen este trastorno y, por consiguiente a sus familias: el insomnio.

El grupo quiso medir de manera objetiva cómo es la calidad del sueño de los adultos con autismo y deterioro cognitivo «para ver si podríamos hallar una solución a un problema que nos trasladaban los padres y cuidadores de personas con autismo y deterioro cognitivo, y es lo mal que duermen», señala Pura Ballester, investigadora predoctoral de La Caixa en el Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante (Isabial) y la UMH.

Medición continua

Para ello, y en colaboración con la Universidad de Murcia, han empleado pulseras inteligentes que recogen distintos parámetros. En el estudio participaron 41 adultos con autismo y discapacidad intelectual y 51 adultos sanos de la misma edad. El equipo investigador encontró diferencias significativas en todos los parámetros del sueño, desde la temperatura de la muñeca, la actividad motora, la posición del cuerpo, la intensidad de la luz; el tiempo total de sueño; el tiempo en la cama hasta el inicio del mismo; el número de despertares, o la eficiencia del sueño, entre otros.

El uso de estos dispositivos en una población tan sensible como los adultos con autismo supuso ya de por sí todo un desafío para los investigadores. «Teníamos que anticiparles el uso de estas pulseras, primero mostrándoles fotografías. Después usamos cintas y por último relojes de mentira hasta pasar por fin a los reales. Fue todo un trabajo en el que nos ayudaron muchísimo las familias y los trabajadores de los centros de autismo en los que estuvimos trabajando», señala Ballester.

Los resultados del estudio concluyeron que solo el 5% de las personas con autismo presentaron un tiempo de sueño total dentro del rango normal para adultos, mientras que en el grupo control esa cifra fue del 72%.

Los problemas y trastornos del sueño pueden afectar al 50-80% de las personas con autismo, y afectan a su conducta, aprendizaje, salud general y vida familiar. Ampliar el conocimiento de los patrones de sueño en esta población «podría ayudar a diseñar intervenciones dirigidas a mejorar su funcionamiento y reducir el estrés familiar», señala Ana Peiró, coordinadora del grupo de Neurofarmacología aplicada al Dolor y a la Diversidad Funcional de Isabial.

Actualmente, el grupo está validando un dispositivo ambulatorio para analizar de modo más eficiente el sueño y los genes reloj de esta población para así poder orientar de modo más personalizada su terapéutica. Peiró señala que es la primera vez a nivel internacional que se mide la calidad del sueño a través de dispositivos inteligentes en personas con autismo y deterioro cognitivo.Los resultados de esta investigación han sido recogidos en el artículo «Sleep problems in Adults with Autism Spectrum Disorder and intellectual disability», que ha sido publicado en la revista Autism Research.

Otra de las investigaciones en las que se ha embarcado el grupo, y que está en fase de revisión para su publicación en una revista de alto impacto, ha permitido hallar un fármaco que ha demostrado que mejora la calidad del sueño de estos pacientes.

El medicamento se comercializaba como antidepresivo que mejoraba el sueño porque regulaba mejor su ciclo. «Nosotros decidimos empezar a trabajar con esta molécula y ha demostrado que incrementa el tiempo total de sueño en una hora», afirma Ballester. El fármaco «es el primero en el mundo que se describe para los problemas de sueño en esta población».