La Armada Española ha hecho parada en Santa Pola para todo el fin de semana con la misión de tomar un descanso y al mismo tiempo acercar a los vecinos de la villa marinera la importancia de la seguridad naval en los fondos marinos. Es la primera vez que cuatro de los seis cazaminas de la Fuerza de Medidas Contra Minas (MCM) de la Armada atracaban en el tramo final del muelle para hacer escala durante dos días en la localidad.

Así las cosas, desde primera hora fueron decenas de curiosos los que atravesaron el puerto para hacerse fotos con estos buques de 55 metros de eslora, por lo que fue numeroso también el grupo de visitantes que durante la sobremesa acudió a las jornadas de puertas abiertas que habían organizadas, que hoy continuarán por la mañana y hasta por la tarde, para sumergirse de lleno en dos de estos buques de la primera escuadrilla de la unidad de cazaminas, diseñados para neutralizar minas navales y otros explosivos sumergidos que puedan haberse colocado en accesos a puertos, bases navales o en líneas de comunicación marítimas. Después de varios días realizando maniobras cerca de la base de Cartagena, un cuerpo cercano a los 180 oficiales, suboficiales y comandantes de los buques «Segura», «Sella», «Tambre» y «Duero» siguen tomándose un respiro en la localidad para continuar después con los mapeos de los fondos marinos, incluso algunos habían planificado con su familia hacer alguna actividad lúdica. Para completar esta visita el comandante de la Fuerza de Medidas contra Minas, Rafael Arcos Palacios, realizó una conferencia en los salones del club náutico , entidad local que ha gestionado esta visita. La idea era exponer la importancia de estas unidades a la hora de neutralizar este arma que se emplea en conflictos bélicos desde el siglo XII con sus primeros esbozos y que llega a la actualidad con tecnologías a la última, que discriminan el blanco preciso para hacer perder el control de las embarcaciones en el mar. Arcos reseñó que en caso de que se detectase uno de estos artefactos o hubiera una sola amenaza en un puerto próximo como Alicante, tendrían que cerrarse las infraestructuras unas sesenta horas para iniciar el despliegue, «y lo peor de la mina no es la carga explosiva si no psicológica, porque es una amenaza que no se ve y además es una tecnología extremadamente barata y eficaz», señalaba este comandante. En cuanto a los buques, que permanecerán anclados en el muelle hasta el lunes a primera hora, pesan 570 toneladas y están construidos en plástico y reforzados con fibra de vidrio, unos materiales flexibles que sustituyen a la madera de las primeras naves y que los hace resistibles a las ondas de choque y a la depresión, términos de ataque que en la jerga naval suelen llamarse «latigazo» y «hachazo», respectivamente.

La jornada sirvió, además, para que los visitantes se introdujeran en el campo de mando de estos buques y conocieran elementos clave como el sonar, que viene a ser los ojos del barco, que detecta minas en el fondo a través de señales evaluadas después por un operador, que sirven para que un vehículo especializado o los buzos de la Armada se sumerjan para comprobar que efectivamente se trata de minas, porque muchas veces los artefactos quedan enterrados y se han llegado a confundir con botellas de vidrio y otros residuos que tienen señales parecidas.

En el ocaso los cuerpos de la Armada hicieron ayer, también, el tradicional arriado de bandera en el muelle y cantaron la oración marinera.