Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¿Baldeo, qué baldeo?

Diecisiete años se cumplirán el próximo 7 de julio, San Fermín, desde que me cambié de barrio. De San Blas, que sigue siendo el mío porque allí me gano el pan, a Vistahermosa. Buscábamos una casa un poco más grande y necesitábamos, además, ese papelito del empadronamiento para poder matricular al primogénito en el colegio donde estudió su padre. Pues bien, desde hace casi esos 17 años cruzo a diario una pequeña callejuela, pequeña pero muy transitada por peatones, más peatones con sus mascotas, clientes de un macrorestaurante pegado a la calle, alumnos de los colegios próximos y pacientes de una clínica oftalmológica. En 17 años nunca he visto un baldeo de la calle.

Es más, desde hace tres semanas que me topo todos los días con los restos orgánicos (caca de un perro, por su tamaño, gigante) que el dueño de turno no recogió (algo habitual en la zona de Vistahermosa y, desgraciadamente, por toda la ciudad), que poco a poco va desapareciendo pese a que ni el dueño, por supuesto, ni ningún operario municipal los ha retirado.

Por eso, cuando leo y escucho el anuncio del Ayuntamiento de Alicante de que el baldeo de las calles pasa a ser semanal en la ciudad, lo primero que me viene a la mente es ¿de qué baldeo se trata si hace 17 años que paso por una calle que recibe más orines que la inexistente agua de baldeo?. Bienvenido el anuncio del alcalde Barcala y su concejal Cortés, pero parece, viendo los precedentes, casi imposible de cumplir.

Y que conste que la culpa de que la ciudad no esté en perfecto estado de revista no es sólo de los respectivos concejales de limpieza que pasan cada mandato por el Ayuntamiento. Las responsabilidades hay que repartirlas y buena parte de culpa, casi la mayor parte, la tienen todos aquellos que no recogen los excrementos de sus mascotas, dejan los restos del botellón o las hamburguesas en la acera aún teniendo una papelera a diez centímetros, limpian el cenicero del coche mientras esperan que el semáforo se ponga en verde o, símplemente, tiran el pañuelito de papel a la calle tras sonarse los mocos.

Educación y, aunque no sea políticamente correcto, mano dura. En mi calle pocos policías locales se depliegan para multar a los infractores. Seguro que hablaríamos de calles limpias como la patena.

Compartir el artículo

stats