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Mercedes Gallego

El ejemplo de Callosa

Dos manadas de seres cargados de testosterona más espoleados seguramente por el ansia de someter que por la propia pulsión sexual han logrado concitar el rechazo de una sociedad a la que en cierta medida también han violentado con ese forzamiento grupal (¡qué valentía la suya!) a chicas de cuya extrema vulnerabilidad se aprovecharon para vencer su negativa a mantener relaciones. Sólo desde la más absoluta falta de respeto a la mujer y una alarmante carencia de empatía hacia sus congéneres se puede entender el proceder de unos jóvenes que parecen haber hecho de la dominación y la depredación sexual su modo de divertirse.

Aún así, pese a la gravedad de lo ocurrido tanto en Navarra como en Callosa, hay un hecho fundamental que diferencia ambas barbaridades. Mientras la familia de los sevillanos cerró filas desde el principio en torno a los hoy condenados (aunque todavía libres) y empleó todas sus armas en desprestigiar a la víctima, aquí ha sido la familia de uno de los presuntos violadores la que propició que se pudiera auxiliar a la agredida y detener a los supuestos autores. La madre y dos hermanos de uno de ellos antepusieron el deber cívico a sus sentimientos y, no sin desgarro, no dudaron en denunciar de inmediato lo que acababan de ver. Todo un ejemplo de esta familia que llegó a Alicante procedente de Ecuador buscando un futuro que ahora se les ha torcido y cuya actuación, además de desmontar afirmaciones xenófobas, es de justicia valorar.

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