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Nueve años sin solución para el embalse que debe regular el Júcar-Vinalopó

El Ejecutivo tiene en un cajón la reparación de una infraestructura sin la que es imposible que llegue el agua

n Nueve años después de que se detectara que el embalse de San Diego -infraestructura clave para la distribución del agua del Júcar- tenía fugas y, por lo tanto, no podía regular los caudales que debieran llegar desde Cullera, el Gobierno vuelve a dejar si fecha su reparación, ya que en 2018 no invirtió los 50.000 euros que se presupuestaron para las obras, que además tienen un coste superior a los 10 millones de euros, del que no se sabe nada.

La constatación del nuevo retraso forma parte de una respuesta parlamentaria del Ejecutivo al senador de Compromís, Carles Mulet, que califica el hecho como «una nueva indecencia del Gobierno a los valencianos».

A la falta de inacción para reparar el embalse villenero de San Diego se une el bloqueo en el que sigue la firma del convenio de explotación del trasvase, cerrado de nuevo tras culminar el envío del riego de socorro. Paralización que a finales de diciembre acabó con la paciencia del presidente de la Junta Central de Usuarios del Trasvase Tajo-Segura, que dimitió del cargo.

La balsa o embalse de San Diego, ubicada entre los términos municipales de La Font de la Figuera (Valencia) y Villena, es el punto final del trasvase Júcar-Vinalopó. Puede almacenar más de 20 millones de m3 de aguas procedentes del curso bajo del Júcar, caudal suficiente para regar 10.000 hectáreas de cultivo. En épocas de bonanza hídrica, San Diego podría llenarse hasta cuatro veces al año, siempre que se hubiera construido si deficiencias. El embalse tiene unas dimensiones extraordinarias y fue clasificado como Presa de Categoría A por la Dirección Obras Hidráulicas del entonces Ministerio de Medio Ambiente.

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