El número de menores de edad y de mujeres que alcanzan la costa alicantina y del resto de la Comunidad a bordo de pateras se ha disparado en los dos últimos años. La responsable de los operativos de actuación de la Cruz Roja en Alicante con los migrantes interceptados, Patricia Compañ, afirma que a los expertos les llama la atención el cambio de tendencia, cuya causa encuentran en las necesidades en los países de origen.

Hace una década (desde cuando se tienen datos) el perfil respondía casi exclusivamente a un varón de entre 30 y 40 años, mientras que a partir de 2017 se identifican bastantes menores, sobre todo de 15 a 17 años, y un número relativamente alto de mujeres.

La provincia de Alicante copa los episodios de inmigrantes que llegan en patera a la Comunidad, salvo el buque Aquarius a València. Y la inmensa mayoría de los llegados son argelinos y marroquíes. Según los datos facilitados por Cruz Roja, en 2007 hubo 38 inmigrantes interceptados, cifra que se mantuvo estable con un ligero incremento hasta 2014, cuando llegaron en siete barcos 84 personas (todos hombres, de los cuales 30 dijeron ser menores de 18 años). En 2015, hubo una caída al registrarse 3 pateras y 26 inmigrantes (ninguna mujer y 11 menores) mientras que en 2016 se contabilizaron 9 embarcaciones y 116 personas (24 menores).

Más embarcaciones

Un año después, en 2017, la cifra se disparó hasta las 34 intervenciones de Cruz Roja de pateras con 388 inmigrantes (4 mujeres y 71 menores) y en 2018 se han sumado otras 37 embarcaciones con 353 inmigrantes (10 mujeres y 65 menores).

El mayor desembarco se produjo el 7 de diciembre cuando Salvamento Marítimo rescató a 24 personas (17 hombres, 7 mujeres y 2 menores) que iban en dos pateras a varias millas de la costa de Alicante. Entre el 25 y 26 de octubre se interceptaron 9 embarcaciones con cerca de un centenar de personas en distintos municipios entre Calp y Torrevieja. La última alcanzó Tabarca el sábado, con nueve hombres localizados (uno menor).

Las pateras que suelen llegar al sur de la Comunidad miden de 4 a 5 metros de eslora y, según Compañ, son «totalmente inestables» porque la capacidad es entre tres y cuatro personas cuando en realidad viajan hasta diez. Esto hace que vayan «hacinados, sin posibilidad de movimiento y con el riesgo de volcar» y provoca que los migrantes alcancen su destino «mojados, con hipoglucemia por no comer durante 4 ó 5 días, con síntomas de hipotermia, mareados y con golpes». Cruz Roja cuenta con un equipo de voluntarios con un perfil específico para atender la llegada de migrantes las 24 horas del día, con enfermeros, médicos, socorristas, patrones de embarcación y traductores.