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La mitad de los niños de la provincia de Alicante nacen ya de parejas que no están casadas

Cae el número de matrimonios celebrados en la provincia y en especial los católicos, que se han reducido un 75% desde 1996

Un niño juega mientras dos mujeres pasean por la playa. Álex Domínguez

Los modelos de familia cambian y la sociedad alicantina del año 2019 que arranca poco tiene que ver con la de hace cincuenta años, en la que imperaba el matrimonio formalmente constituido con varios hijos. Convivir sin estar casados era, sencillamente, algo impensable. Y mucho menos tener hijos.

Actualmente, haber pasado por el altar o por el Registro Civil ya no es un requisito para tener hijos y el tamaño de los hogares ha ido menguando en paralelo al descenso de la natalidad. De hecho, casi la mitad -el 46%- de los niños que nacen en la provincia lo hacen en el seno de parejas que no están casadas, como ponen de manifiesto las cifras del Instituto Nacional de Estadística. El orden de los factores cambia y muchas parejas aplazan la decisión de formalizar su relación hasta que llega el primer hijo e incluso cuando éste ya tiene varios años. Hace un par de décadas lo primero que llegaba era el matrimonio. Hoy, se ha producido un cambio social y las parejas prefieren convivir antes de formalizar la relación. También la precariedad laboral, que se ceba especialmente con los jóvenes, favorece, según los expertos, la convivencia informal. Por último, la incorporación de la mujer al mercado laboral, y por tanto su independencia económica, también lleva aparejado, según los expertos, una caída en el número de matrimonios y un aumento de las rupturas.

Menos bodas

En 2017 se celebraron en la provincia de Alicante casi 7.000 bodas, mientras que en 1975 fueron casi 8.500. Además, los matrimonios en la inmensa mayoría de los casos son civiles. Los religiosos han caído a la mínima expresión. De los 6.892 enlaces celebrados en la provincia de Alicante en el año 2017, según el INE, sólo 1.300 fueron católicos. En el año 1996 fueron 5.293 los enlaces celebrados en iglesias.

Cambia el estado civil de los padres, pero también el tamaño de los hogares, con una caída en picado de la natalidad. La provincia registró en el año 2017, por primera vez, un crecimiento negativo desde 1941, primer año en que se tienen registros demográficos, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2017 nacieron 15.039 niños y murieron 15.974 personas. Y en los seis primeros meses del pasado 2018 la tendencia continúa con 6.700 nacimientos y 8.693 defunciones.

El de Alicante no es ni mucho menos un caso aislado, sino que va en consonancia con los datos nacionales. En España se ha registrado la cifra más baja de nacimientos y la más alta de defunciones desde 1941 en el primer semestre del año. Nacieron 179.794 personas y murieron 226.384. Las muertes sólo se superaron precisamente en 1941, en plena posguerra, cuando se registraron 259.202 defunciones. Mientras, el número de nacimientos continúa a la baja por décimo año consecutivo, salvo en el año 2014 en que se produjo un ligero repunte. Concretamente, de enero a julio de 2018 respecto a los mismos meses de 2017 se han reducido los nacimientos en un 5,8%, lo que se traduce en 11.168 bebés menos.

Si se analizan los datos de la Comunidad Valenciana, ésta se sitúa en el primer semestre de 2018 como la tercera autonomía con el saldo vegetativo -nacimientos menos defunciones- más negativo, ya que ha perdido 5.959 habitantes respecto al mismo periodo del año anterior, solo por detrás de Galicia (9.135 personas menos) y Castilla y León (-7.857).

Por hospitales, el centro que registró más nacimientos el año pasado fue La Fe de València, con 4.346, seguido de el Hospital General de Alicante, que registró 1.938; y el Hospital General de Castellón, con 1.428. A ellos les siguió el Hospital del Vinalopó, con 1.366 nacimientos.

La caída de los índices de natalidad comenzó mucho antes de la actual crisis económica y los expertos la achacan a un cambio social que se explica por múltiples factores, no todos ellos económicos, pero la crisis y la falta de políticas de conciliación sin duda parece haber influido. Desde el área de Sociología de la Universidad de Alicante señalan que si el mercado de trabajo requiere horarios largos y mal distribuidos y no existen políticas de conciliación en la balanza pesan más los «contras» que los «pros» a la hora de decidirse a tener hijos.

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